Capítulo 8 "Términos de rendición"

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Las cenas tardías... los vinos finos... las voces bajas...

son peligrosos.

Junius Browne,
"La Gran Metrópolis: un espejo de Nueva York" (1986)

[***]

Pumphrey entró en la sala de recibo diez minutos después de la partida de la señora Mei, para informar a Hinata que Uzumaki había enviado algunas cosas necesarias para la boda. La joven comenzaba a temer que el irlandés pudiese adivinarle el pensamiento. Apenas tuvo tiempo de tomar aliento cuando un ejército de mozos irrumpió en el vestíbulo cargando paquetes comprados en "Ladies Mile", de Broadway. Había metros y metros de satén color crema de Arnold Constable y encaje de Lyon del departamento de Encajes de A. T. Stewart, para el vestido de novia. El ajuar era de Lord y Taylor, y consistía en cincuenta y una prendas de ropa interior y negligées de seda. Había un juego completo de esmeraldas de Oreicer, de la Quinta Avenida y, sumando el insulto a la ofensa, estaba la sortija de compromiso de diamantes de la tienda del señor Tiffany, de Union Square, que no enviaba el novio en persona sino que había llegado a través de un mensajero armado.

Hinata, muda, contemplaba el desfile de los mozos a los que Pumphrey indicaba dónde dejar los paquetes y las cajas. En cuanto terminaron, volvió a sonar la campanilla y Pumphrey anunció a madame LaBoeuve, la modista de James McCreery, que confeccionaría el traje de novia. Y pisándole los talones a la modista, el cochero con el uniforme verde y negra de Uzumaki, con una nota del mismo irlandés.

Hinata recibió el mensaje de manos de Pumphrey y se encerró en la sala. No quería que nadie viese su expresión cuando lo leyera. Era muy probable que la inquietara. Abrió lentamente el sobre y leyó:

Señorita Hyuga:

Quiero que esta noche cene conmigo en Delmonico. Lorenzo Delmonico la conducirá a mi mesa. Esté allí a las 6 de la tarde. Tenemos mucho de qué hablar.

Naruto Uzumaki

P.D.: Lleve la sortija.

Cerró los ojos, enfurecida. "De modo que ahora recibo la orden de marchar", pensó con amargura, estrujando la nota. Sólo la postdata bastaba para darle ganas de romperla en pedacitos y pisotearla. El bribón se refería a la sortija de compromiso de diamantes, que le enviara tan "amorosamente" por medio de un mensajero. Y con fría lógica, pretendía que la usara en público pues, de ese modo, sería rotulada como propiedad de Uzumaki.

La decisión de casarse comenzó a debilitarse. De pronto, la idea de ligarse a ese hombre le pareció increíblemente estúpida, y ya no estaba Mei Terumi Astor para respaldarla. Se acobardó por la velocidad con que Uzumaki trataba de manipularla y controlarla. Aunque unos momentos antes había visto cierta lógica en esa boda absurda, la postdata le hacía ver todo rojo.

-Pumphrey -dijo, atravesando el vestíbulo atestado de paquetes-, ordene que me preparen la coupé alrededor de las cinco y treinta. Esta noche tengo que salir.

-Muy bien, señorita. -Pumphrey hizo una inclinación, el semblante convertido en una máscara profesional, carente de toda expresión.

Hinata lo despidió con un gesto y subió hacia el dormitorio. No quería llegar tarde a la cena... en especial, porque no pensaba llevar esa sortija tan vulgar.

Naruhina: Amor y Castigo Where stories live. Discover now