30. ESTRÉS.

513 76 18
                                    

Dudando un poco en si sería lo correcto, Jeongin caminó detrás de Minho, ignorando la voz de su padrastro, quién le decía que lo dejase solo, que no tenía remedio.

Yang llamó a Minho por su nombre unas cuantas veces, más recién a la cuadra y media de caminar tras él pudo frenarlo, tomándolo del brazo con fuerza.

- A donde vas? - Preguntó de mala gana, queriendo poder hacer contacto visual con él, notando que el rostro del mayor no era el más feliz del mundo en aquel momento. - Desde cuando te importa lo que diga tu padre sobre tí? 

Minho lo miró serio, rodando los ojos a continuación, apartando su agarre de él, generando que Yang se mostrase confundido. 

- Sabes que siempre te ha tratado mal... Así que no debes dejarte influenciar por lo que diga. - De todos modos, continuó diciendo. - Ahora que las vacaciones terminan, estoy seguro que podrás encontrar algun trabaj—

- Desde cuando te importa lo que haga con mi vida? - Lee lo frenó, sonando serio, sin siquiera mirarlo a los ojos. - Por qué de repente pareces estar obsesionado conmigo, Jeongin? - preguntó molesto, haciendo que el menor lo mirase anonadado. 

No podía entender como Minho se mostraba tan insensible, incluso cuando le estaba demostrando apoyo por su parte. Apoyo sincero y puro. 

- Nunca pedí tu ayuda así que... - agregó, y Jeongin sonrió con sarcasmo, no pudiendo creer lo que estaba viviendo. - No pierdas tiempo haciendo algo que no te pedí—

- Tienes razón. Qué tonto soy. - respondió, interrumpiéndolo, sintiendo impotencia por la situación. - Qué tonto apoyar a mi hermanastro. Qué tonto querer ayudarte... Pensar que, en estos días nos habíamos acercado un poco más que antes. - Jeongin sintió ganas de llorar. - Es obvio que las personas no cambian. Más siendo un idiota como tú—

- Y dime, por qué querrías ayudarme? - Minho frunció el ceño. - Si sabes que soy un idiota, por qué insistes, Jeongin?—

- PORQUE ME IMPORTAS! 

El menor alzó su voz, enojándose. 

- Para mi muy mala suerte, me importas demasiado, y no puedo dejar de pensar que algo malo podría pasarte si sigues descuidandote como lo estas haciendo. - Agregó, suspirando en voz alta, confesando de repente todo lo que su mente le había estado haciendo sentir hasta ese entonces. - Pero veo que eres demasiado tonto como para darte cuenta de ello, así que no me molestaré más en preocuparme... - Yang no pudo evitar bajar su mirada, sintiéndose sumamente frustrado. 

El menor mordió su labio inferior, queriendo poder reprimir el llanto que quería subir por su garganta. 

Realmente habían sido días muy duros para él; su foco de atención había estado puesto totalmente en Minho, más lo único que había obtenido como resultado era más estrés. 

Su hermanastro era incorregible, y aunque le doliese, estaba seguro que no cambiaría. 

Sin embargo, cuando Jeongin dio media vuelta para poder regresar a su hogar, Minho lo tomó de su brazo, como el otro lo había hecho hasta hacía unos segundos antes, deteniéndolo. 

Yang esperó a que este dijese algo, lo que sea. Pero la boca del mayor pareció estar cocida, dado que ningún sonido salió de sus labios.

No obstante, en vez de hablar, Minho atrajo el cuerpo del otro hacia él, rodeandolo con sus brazos, abrazando a Jeongin con fuerza. Segundos más tarde, tomó distancia de él, y lo miró con incertidumbre, inclinando luego su rostro hacia abajo.

Jeongin supo que no hablaría. Aquello que acababa de hacer era demasiado para el otro.

Por ello, tomó de su brazo y, sin decir nada, hizo que ambos regresaran a la casa.

[...]

La hora de la cena no fue mucho mejor.

Aunque nadie estuviera hablando, se podía presenciar la tensión y el enojo entre Minho y su padre.

Como era de esperarse, el señor Lee era igual de temperamental y serio que su hijo, así que, pese a que nadie estuviera emitiendo palabra, las miradas en aquel entonces lo decían todo.

- Te estuviste juntando con tus amigos, Innie? - su madre preguntó sonriendo, queriendo aligerar un poco la situación. - Hace mucho no vienen por aquí...

- Sí, bueno... - Yang opinó. - Ya sabes cómo son... Les gusta estar en sus casas...

Este procedió a mirar a los otras dos personas, notando que su padrastro apenas si había tocado su comida.

Minho tampoco parecía tener hambre, por lo que, al cabo de unos segundos, procedió a levantarse y amagar a caminar en dirección a las escaleras. Claro que no llegó a hacerlo.

- No sirves para estudiar, y ahora tampoco comes la comida que te damos? Qué desperdicio. - su padre comentó sarcástico, generando más tensión.

Su hijo, quién estaba de espaldas a él, se dió media vuelta y le sonrió de mala manera.

- Sabías que los adultos que se enojan mucho se arrugan más rápido? - dijo, acercándose a él, lo suficiente como para tocar la frente de su papá con su mano. - Ah, qué pena. Ya lo estás. - agregó, marcando con su índice la piel del mayor.

Sin embargo, el mayor Lee no se contuvo y le dio una cachetada en la mejilla a este.

- Es todo, me tienes harto. Vete. - espeto, molesto.

- Pero tesoro, — su esposa quiso hablar, no pudiendo terminar de hacerlo.

- No. Ya es lo suficientemente adulto como para saber cuando es un estúpido. - Su papá comentó mirándolo con decepción, pero Minho sólo sonrió divertido. - No quiero que esté aquí ahora. No hoy. - le devolvió la sonrisa . - De seguro tendrá cientos de amigos igual de vagos que él que le darán lugar.

- Papá, espera—

Jeongin quiso hablar, más el otro lo calló.

Entonces, Minho los miró a los tres, y a continuación procedió a girarse para poder marcharse de su propia casa, sin decir más.

Minutos después, Yang suspiró de mala gana.

Esto va a ser más difícil de lo que creí.

Pensó, volviendo a sentir estrés en su cuerpo.


𝐈 𝐇𝐀𝐓𝐄 𝐘𝐎𝐔, 𝐇𝐘𝐔𝐍𝐆 | 𝐦𝐢𝐧𝐣𝐞𝐨𝐧𝐠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora