CAPITULO 16

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Samanta, con muchas dificultad, salió del subsuelo.

Camino, ayudándose de las paredes complementamente desnuda.

—Sam– murmuró Aira, quien andaba deambulando por los pasillos.

Rápidamente se acercó a ella y la cargo.

La llevó hasta su cuarto, en donde dulcemente la dejo en la cama.

No dijo nada, pero estaba visiblemente impresionado por el presunto tatuaje, por que además, de inmediato, sin poder evitarlo, recordó que su madre tenía uno igual pero el nombre era de su padre.

Busco lo necesario para "cuidar" la zona tatuada y se dispuso a hacerlo.

Samanta se dejó, aunque parecía que su mente la había abandonado.

Miraba a la nada, sin decir cosa alguna.

—No es verdad...— Dijo Aira, capturando su atención. —El tatuaje no es de verdad...

Le mostró como al pasarle crema humectante se borraba.

Samanta se sintió aún peor. Draven sólo estaba jugando con ella. ¿Porqué?.

—Necesito bañarme. ¿Puedo hacerlo aquí?...— deslizó Samanta.

Aira asintió. —Sí, claro. Iré por tu ropa.

—Préstame algo tuyo... lo que sea no importa.

—De acuerdo.

Samanta fue al baño, donde se dejó abrazar por el agua de la regadera, mientras se relajaba en la tina.

Después salió, más calmada. Aira estaba sentando en la cama.

Ya no tenia las letras en su piel, pero estaba herida por las agujas que la habían atravesado.

Ni siquiera quería preguntarse como es que no era un tatuaje de verdad, por que realmente no le importaba.

No le quitaba importancia al hecho.

Dejo caer la toalla, y se coloco una remera que Aira le ofreció tímidamente por verla desnuda.

—¿puedo dormir aquí?.

Aira asintió, acomodo la cama, se acostó a un lado y le indicó que tomará el lugar desocupado.

Previamente, se había asegurado de que su puerta estuviera bien cerrada. No deseaba que su madre u otra persona, generará más disturbios.

Samanta lentamente se fue pegando a él, hasta que Aira la abrazo.

Así durmieron toda la noche.

Al día siguiente, Samanta le dejo un beso en la frente y una nota en un libro que tomo de la mesa de noche.

Fue a su cuarto, donde Draven dormía, buscó ropa sensual, y se la coloco.

Posteriormente, caminó por los pasillos. Hasta que pudo ver a su presa a lo lejos.

Se acercó rápidamente.

—Buenos días — sonrió sugerente.

El padre de Draven, Fausto funcio el ceño.

—,¿No deberías estar teniendo sexo con alguno de mis hijos?. — Dijo indiferente.

Samanta sonrió. Se coloco en frente y seguidamente, se arrodillo.

—Tenia ganas de otra cosa... tal vez, obtener un poco más de experiencia.

Llevo sus manos al cierre del pantalón de Fausto, quien a pesar de estar sorprendido, se dejó hacer por que era morboso por encima de todo.

La vio bajar el pantalón, mientras ella clavo sus ojos en los suyos y se  mordió el labios.

La idea de lo que iba a hacer, comenzó a prenderlo fuego, y por consecuencia su respiración se agito.

Tal y como lo asumió. Samanta, se metió su virilidad en la boca y se dispuso a hacer un oral, que le dio placer como jamás nunca había sentido.

La lengua de ella, acompañaba el movimiento de su virilidad. Fausto, más entregado, puso sus manos detrás de la cabeza de ella. Segundos después, la embistió una y otra vez, produciendo que se ahogue con su miembro.

—Te encanta la verga ¿Verdad perra?— Dijo Fausto, mientras por los lados de la boca de su nuera, corría saliva.

Finalmente se la quito de la boca.

—Ven aqui— le ordenó, pero ni siquiera le permitió pararse. La tomó del cabello y prácticamente la arrastro a su cama matrimonial.

Rita, la madre de Draven, salia de su baño, cuando la vio.

Samanta le sonrió, perversamente, quitándose la ropa encima de su cama, y recibiendo a su marido, con los brazos abiertos, al tiempo, que él chupaba sus senos.

Su nuera, aparto un poco a su esposo, para caminar hacia ella, y cuando por fin estuvo cerca, la beso de forma apasionada, tocando su cuerpo.

La desnudo, saboreo sus pechos y se volvió a arrodillar, para sentir el sabor de su feminidad, ante la atenta mirada de Fausto.

Quien después de unos minutos no resistió más y se paró para tomarlas del brazo a ambas.

Las llevo a la cama.

Hizo que su esposa se acostará con las piernas bien abiertas, y que Samanta continuará pasando su lengua por la feminidad de su mujer.

Sin embargo, también se aseguró que su nuera, dejará bien expuesto su trasero.

Separó sus nalgas, le paso su lengua un par de veces, y acomodó su virilidad.

Estaba agitado, sudoroso y totalmente cegado por el deseo.

Entro en ella de un solo golpe, Samanta reprimió el grito de dolor por haber sido penetrada por su trasero, dentro de la vagina de su suegra.

Así, pasaron un buen rato. Fausto se aferraba a la cintura de si nuera, embistiendola al ritmo de los gemidos de su esposa.

Posteriormente cambiaron de lugar.

Samanta fue quien apoyo la espalda en la cama, dejando en el medio de sus piernas a Fausto, quien sin mucho más la volvió a penetrar por su feminidad sin decir ninguna palabra.

Rita por su lado, se apoderó de los senos de su nuera, capturando su sabor, y dejando saliva en ellos.

Samanta, no se quedó atrás, y al mismo tiempo que ellos, acariaba la vagina de su suegra.

Después de un buen ratos hundidos en el pecado de la lujuria, todos llegaron a su máximo clímax.

—Eres muy buena en esto— Dijo Fausto. Acostado en la cama.

Samanta se paró, se coloco la ropa y robo un beso de los labios de su suegra y luego de su suegro.

—Se que me enseñarás mucho más— le dijo, antes de irse.

Salió de allí. Fue a la cocina, preparo dos cafés y subió a ver a Draven. Quien apenas se iba levantando.

—¿Donde estabas?— inquirió él.

—Por ahí, — respondió ella. Entregándole el café. —Buenos días.

—Pensé que ibas a estar enojada por la broma— se burlo él.

—Solo fue eso, ¿No?. Solo una broma...

Samanta entonces, lo beso.

ARDIENTE LUJURIA. Where stories live. Discover now