CAPITULO 27

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—Yo quiero destruir a Draven... quiero que se sienta miserable... debo confesar que — Samanta bajo la mirada— te estoy usando... o mejor dicho, te estaba usando... ya no quiero... no quiero que me veas de otra forma de como lo haces, pero siento que mi deseo de destruirlo me esta consumiendo... una parte de mi, quiere decirte que nos vayamos lejos juntos e intentemos algo... otra tiene miedo, y otra parte no se quiere ir sin antes quemar todo... lo siento... no soy buena persona...

—Yo tampoco lo soy... y, aunque si me hacía un poco mal, era consciente que de alguna forma me usabas para darle celos a Draven...

—Aunque... también fuiste mi punto de apoyo... no hubiese sabido para donde correr sin ti.

—Pensé en eso, de que obviamente lo que tienes con él es más fuerte que lo que tienes conmigo, por ahora... pero quiero cambiar eso, quiero demostrarte que puedo ser mejor que él, que podemos tener algo mejor que lo que tú tienes con él... entonces, me he propuesto a enamorarte... lo único que quiero, es que me des una oportunidad de enamorarte... a tu tiempo, bajo tus condiciones... si quieres que destruya el mundo por ti, que lo conquiste... o lo que sea, Solo tienes que decírmelo... por favor déjame enamorarte...

Samanta iba a responder pero él la detuvo.

—Antes que digas alguna cosa; quiero que sepas que si dices que si, me temo que no voy a ser capaz de permitir que otro hombre o mujer te toque... no quiero...

Entonces, Samanta reflexiono sobre lo que había escuchado.

—Tengo miedo— sonrió apunto de llorar. —No quiero volver a sentir el corazón roto...

Aira acarició su rostro. —Una oportunidad es todo lo que pido... déjame amarte e intentar hacer que me ames...

Samanta no dijo nada... solo lo miro, quería decir algo pero no pudo.

—No tienes que responder ahora... puedes tomarte tu tiempo...

Le dio un suave beso en sus labios.

—Cambiando de tema, hay algo que quiero darte... lo tenia desde el segundo día que te vi por primera vez, pero no te lo había dado por que, se que aveces puedo ser muy intenso...

—Aira...— murmuró Samanta. —A veces no reaccionó, no por que me moleste sino, por que no se como...

Él, buscó una caja, y se la entrego.

Ella, la abrió de inmediato. Entonces, nuevas lágrimas empujaron a las que permanecían en sus ojos, haciendo que estas cayeran, después se volvió un círculo vicioso, lágrimas empujando y cayendo...

Samanta no se pudo contener, ninguna parte de su cuerpo pudo hacerlo. Aira por su parte no lo entendía, pero espero aunque no muy tranquilo, a pesar de su semblante calmó, que ella dijera algo.

Ella, metió sus manos en la caja, y de ahí sacó un oso de peluche, tamaño mediano, de color amarillo, sin dejar de llorar lo abrazo, y una vez que su rostro sintió el contacto suave del oso, lloró todavía más.

—Cuando era pequeña... yo... tuve uno igual... muchas noche fue mi compañero... mi pañuelo...

A Samanta la golpeó imágenes de su pasado...

Abrazada aún al oso, se dejó llevar... fue así cuando recordó la última vez que pudo tocar al peluche.

Se vió así misma, suplicando, de rodillas, mientras el peluche se quemaba... sintió un escalofrío recorrerla, todavía podía apreciar a viva voz, como una herida sangrante, lo que se sentía quedarse sin " su lugar seguro", que estúpidamente le había dado un simple peluche.

Al verla tan conmovida, Aira se acomodo, e hizo que se ubicará entre sus brazos.

Beso su frente dulcemente y la contuvo, en silencio, pero sin dejar de hacerles reconfortantes caricias.

En medio de aquello, la lluvia los sorprendió.

—Debes tener hambre... — deslizo después de un rato Aira, cubriendola con el cobertor, aun apoyada en su pecho. —Te prepararé algo... si te parece podemos comer aquí mismo en la cama...

Samanta un poco más calmada asintió.

Mientras tanto, la lluvia había obligado a Draven y a su familia a encerrarse dentro de la gran casa.

—¿Vas a traer a Sol después de la ceremonia?, hoy estuve con ella y esta desesperada por que la traigas contigo— acotó Elena, al lado de su hermana que no dejaba de ver por la ventana.

Draven la ignoro.

—¡Hey!... — Elena, golpeó su hombro. Draven la miro, por lo que repitió la pregunta.

—Sí, eso creo... no sé... lo hablaré con ella y si quiere ya se puede venir...

—¿Porqué estás tan nervioso?.

—Aira se llevó a mi esposa a no se donde, no han vuelto...

La lluvia no se detuvo y cada vez se volvía más intensa,  así pasaron los días.

—Te vas a enfermar— acotó Rita, desde la ventana.

Draven la miró. —¡Han pasado 14 días desde que Aira se llevó a Samanta!, lo que menos me importa es enfermarme Madre...

—Ven...

Draven entro a la casa junto a su madre, todo mojado.

Fue a la cocina donde estaba Eufemia.

—¿Donde carajo esta tu hijo?, si le hace daño a Samanta yo lo asesino...

Draven temblaba de Rabia. Antes de que ella pudiera decir alguna cosa, entró su padre.

—¿Qué pasa?.— inquirió.

—Samanta y Aira no han regresado...  ella ha dejado sus cosas aquí... temo que le haya pasado algo— respondió Draven.

Su padre suspiró. —Eufemia, ¿Sabes algo?.

Ella negó. —Se que había comprado flores para la joven Samanta, no que se la iba a llevar... también estoy preocupada pero no por ella, sino por mi hijo...

Elena entro a la cocina con un cuaderno en sus manos. —Estuve en la habitación de Aira... —le ofreció el cuaderno a su hermano. —Esta realmente loco por tu esposa— se burlo.

Draven tomó el cuaderno, lo abrió y pudo apreciar distintos dibujos, algunos pintando, otros no, de Samanta. Otra vez, su sangre se congelo.

—Padre... Aira esta loco... —Dijo, aún mirando las hojas.

—¡Mi hijo no está loco!.

—Eufemia, no grites... Draven— suspiro su padre. —Aira es una persona Fría, seria pero de ahí a estar loco...

—¿Recuerdas cuando nos envenenó?,—lo interrumpio —Elena... ¿lo recuerdas?— insistió Draven.

Su hermana asintió. —Casi se convierte en hijo único. — se burlo.

ARDIENTE LUJURIA. Where stories live. Discover now