CAPITULO 24

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—Él que no debería tocarla eres tú...— Aira, se levantó y se paró frente a Draven, quien no pudo seguir agarrando a Samanta, por que esta, se soltó de forma violenta.

—¿Realmente me vas a enfrentar?— sonrió burlón Draven. —¿Te crees tan capaz?.

—Me creo capaz de muchas cosas...

—¿Tú?, ¿El niño que se dejaba pegar?, ¿Él que era nuestra bolsa de boxeo?. ¡Ja,ja,ja!...

—Sí. Ese mismo...

—A veces eres muy gracioso.

Aira y Draven se miraron de forma amenazante.

Hasta que Draven lo empujo, buscando pelea.

—A ver que hace el niño de mamá... — se burlo.

—¿Vez que no te da la cabeza?, una cosa es defenderme a mi mismo y otra cosa es defender a quien me importa. ¿No lo recuerdas?...

Draven apretó los dientes. Como si fuera alguna noción divina, de inmediato recordó la única vez que lo había enfrentado.

Él había perdido.

Aquello lo hizo enojar todavía más.

—Idiota... yo puedo cuidar de mi mujer...

Samanta estaba harta. ¿Podía cuidar de ella? ¿Acaso era un pequeño niño intentando cuidar un pez?, ¿Ella era un pez en manos de un niño sin supervisor?.

Decidió que ya no quería escuchar más. Camino hacia Aira, lo tomó de la mano para su sorpresa y se lo llevó afuera.

Camino, en silencio,sin soltarlo.

Aira, solo se dejaba llevar, hasta que, se detuvo.

Suspiro y se sentó en el suelo.

—En tu casa hay mucho ruido. — deslizo. Moviendo las hojas que habían caído al suelo. —Me hace doler los oídos y la cabeza. ¿No tienen una regla donde la amante o la esposa deba vivir en otra casa?.

Aira negó. —Pero puedo hacer una para ti.

De inmediato, tomó un tronco que estaba cerca.

Ella lo observo atentamente.

—Tomará algunas horas, y necesito algunas cosas de la casa. ¡Pero no te muevas, volveré pronto!.

Samanta lo vio correr, hasta que la pesada vegetación se lo impidió.

Decidió relajarse, en medio de aquel lugar, mientras el suave aire frío, recorria su rostro cuan caricias.

Hasta que la poca paz que había logrado adquirir se perdió, por causa de una serie de pasos que se acercaba a ella.

No le costó mucho saber que quien se acercaba a ella era Draven.

—¿Qué haces?— inquirió Draven.

—Juego con muñecas... ¿acaso no vez?... espero a Aira.

—Se va a tardar. Lo deje encerrado en la cochera. — sonrió. — va a tener que esforzarse un poco... vamos demos una vuelta.

—No... ve con tu amante... yo no te quiero cerca de mi.

Ella se levantó, con intensiones de irse. Draven, intento agarrarla, pero lo evitó.

—No me toques...— se alejo de él unos pasos y luego se detuvo. —Ah... lo olvidaba... cuando quieras puedes traer a tu amante a dormir contigo... de hecho, yo, ya le dije que incluso podía quedarse a partir de esta noche... aunque dijo que aún no era prudente.

Draven frunció el ceño.

—Yo dormiré con Aira...

—Estas loca... eres mi esposa debes dormir conmigo...

Samanta movió sus hombros. —No te pertenezco... y te quiero bien lejos de mi.

Entonces, volteó para continuar caminando. — Me aseguraré de mandarles un obsequio el día de la ceremonia.

Finalmente se alejo. Fue a la cochera y la abrió.

Le sonrió a Aira en cuanto lo vio.

—El idiota de Draven...— intentó explicar.

—No importa... — Samanta camino hasta pegarse a él y robo un corto beso de sus labios. —Quiero que me hagas tuya...— susurró.

—Sí ese es tu deseo— respondió nervioso Aira. — pero...

—¿Pero que?.

—Quiero que sea especial...

—Lo será...

—No, no...quiero que el lugar y todo sea perfecto.

Samanta no pudo evitar enojarse un poco.

Por su expresión, Aira lo pudo saber. —No te enojes... perdon... soy un idiota... — suspiro.

—Esta bien... puedo esperar... pero tienes que saber que me pienso mudar a tu cuarto.

—Nuestro cuarto Preciosa... — Esta vez fue Aira quien la beso.

Posteriormente se separaron, ya que Aira tenía cosas que hacer y ella deseaba pasar sus cosas a la habitación de él.

Al caer la noche, ya había pasado casi todo. Sólo le faltaba una caja con algunos libros.

Al volver a entrar a la habitación, que compartía con Draven, lo encontró observando todo.

—¿Tan rápido?, parece que estas desesperada por dejarme.

— Sí, justamente eso.

De un movimiento sorpresa, la tomó y pego contra la pared.

—Déjame Draven...

—No me dejes... por favor no te vayas...

—Tarde...

—¿Qué hay de todo lo que vivimos?.

—Justamente eso nos está separando.

—Por favor Sammy... vamonos... seamos otra vez solo tú y yo.

Samanta levantó su vista para verlo directamente a los ojos. —¿Recuerdas cuando te pedí que cambiaras por mi?. Sol, presumió como le prometiste ser un buen marido... y aunque dudo que llegues a hacerlo... eso termino de consumir lo que sentía por ti.

—Entonces, ¿Te vas con mi hermano?. Dale Sam... ¿Qué carajo estás haciendo?.

—Yo también quiero que alguien me ame Draven... no solo Sol se merece vivir un amor bonito.

—No me dejes... — insistió Draven. —No me dejes durmiendo solo...

—Dile a tu amante que venga aquí.

Samanta logró liberarse.

—Bien... entonces así será. Vete, corre a los brazos del idiota de Aira... duerme con él, hazlo con él... estoy seguro que vas a pensar en mi.

—No vales tanto.

—Lo mismo digo... y con respecto a lo que dices. Tú no vales la pena para un amor bonito... ninguna zorra, que  tiene sexo con varios, se merece un amor bonito.

Samanta sonrió. Y salio de la habitación.

Aunque seguía doliendo, ya se había acostumbrando a las palabras hirientes de Draven.

Se dio un baño, ya en la habitación de Aira y se dejó caer en la cama.

Atrapada en la lectura, fue sorprendida por Raven, el cuervo, golpeando con su picó la ventana.

Abrió y pudo ver que el ave, llevaba en su picó un pequeño papel que le ofrecía de forma insistente.

Tomó el papel y lo abrió.

"Sí te asomas a la ventana, la noche será iluminada con tu belleza y me darás la oportunidad de alcanzar mi plenitud".



ARDIENTE LUJURIA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora