CAPITULO 21

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Aira y su madre reaccionaron de inmediato haciendo callar a Samanta.

Aira la tomó con cuidado del brazo y la llevaron hasta la habitación nuevamente.

Su madre cerró la puerta con llave.

—¿Como puedes decir algo así tan abiertamente?— susurró indignada.

—¿Draven lo sabe?— inquirió Aira.

Ella negó. —No sé lo iba a decir a nadie...— Entonces, procedió a contar los problemas que tiene con su esposo. —Todo esta mal desde que llegamos, pero la broma estúpida... su manera de mirarme, de humillarme... eso no lo voy a permitir... entonces, pensé en quedarme con todo e irme. Además... — suspiro. —una que otra vez, fantasee con tener un trío con una pareja de adultos mayor...

—Mi padre no tiene su dinero tan a la mano de nosotros.

—No, eso lo aprendí a la fuerza. Quiero decir, pensé que si pensaban que yo era como ellos, o sea, que tenia los mismos deseos, no iban a estar encima mío, Estuve, revisando la casa por la noche pero nada...

Aira miró a su madre. Como si esperará aprobación de ella para hablar.

Eufemia suspiro. — Dile...

—En esta familia no debes confiar en nadie. — deslizo Aira. —Mi padre no tiene dinero, esta en banca rota... vive de préstamos, por eso, casi no está aquí... las empresas, las fábricas, todo es mantenido por mi...

Samanta abrió sus ojos.

—Te dije que le había ofrecido a mi madre irnos. Pero ella no quiso, entonces me quedé — Aira estiro su mano.

Ella al ver que se la ofrecía la tomó. Ambos se sentaron.

—Acostumbro a deambular por la noche, me gusta el silencio y la oscuridad de la misma.
Haciendo esto, escuché a mi padre hablar con alguien, lo presionaba por una suma grande dinero... supe entonces, que vivíamos gracias al dinero que le prestaban. Pero él no dijo nada, por que entonces todo su "imperio" caería.
Yo tenia dinero guardado.
Cuando me fui de aquí, tuve la oportunidad de hacer contactos, también trabaje en una mina en secreto de mi padre obvio.
En esa mina, se hablaba de hacer expedición a tumbas de egipcios muertos, ya que ellos en sus tumbas tenían muchos tesoros.
Al final, lo hicimos, nos repartimos el motín... pronto logre juntar un millón de dólares... entre joyas, cuadros y otras reliquias que vendíamos en el mercado negro...
Averigüe quien era el hombre que le pedía dinero, le pague la deuda y me hice pasar por él.
Cree que ha cedido todo a un hombre que se llama Bartolome Baviera, la verdad que ese nombre se borró de los documentos en cuanto, estos tocaron mis manos... mi padre no lo sabe, nadie de aquí con excepción de mi madre y ahora tú lo saben...

—Pero... el le prometió a Draven todo esto si yo era tu amante...

Aira sonrió y volvió a dejar escapar un suspiro; se movió para dejar el lado de Samanta y arrodillarse frente a ella.

—Bartolome Baviera, es un hombre morboso... que debes en cuando, pide que hagan cosas para él... como por ejemplo, mandar fotos de su familia y elegir a quienes quería ver teniendo sexo en video...

—¿Estas diciendo que tú finges ser otra persona?, ¿Qué tu padre le propuso a Draven que yo sea tu amante, por que vos, fingiendo ser otra persona se lo dijiste?.

Aira asintió. —Lo siento, estaba desesperado... quería tenerte conmigo... entenderé si te molestas... se que, no debí tratarte como un objeto... vales mucho más, pero... yo... —Suspiro.

Samanta reflexiono al respecto un poco más. —¿A quien más has visto tener sexo por video?. —

—A nadie más, lo otro que le he pedido, son estupideces... como que camine descalzo sobre hielo o brasas para que se le quemen los pies... me resulta gratificante verlo sufrir de dolor... pero jamás eso, hasta que llegaste aquí... no me importaba nadie como mujer, hasta tu llegada...

—Estoy atónita...

Samanta realmente no sabía que decir.

—Ahora debes prometer no decir nada. Aira corre peligro— comentó Eufemia.

–Claro que no diré nada... así como espero que ustedes tampoco digan nada...

—Eso es obvio, ¿No es así madre?.

Ante la mirada de insistencia de Aira, su madre afirmó.

—Será nuestro secreto— Dijo Aira, tomando las manos de Samanta.

Ella sonrió y robo un corto beso de los labios de él.

—Espero que no sea para mal Aira— gruñó su madre, abriendo la puerta para irse.

—A tu madre no le caigo bien— deslizo Samanta, al quedar a solas.

Él, acarició dulcemente su mejilla, para sorpresa de ella, que instintivamente cerró sus ojos y disfruto del contacto.

No estaba acostumbrada a recibir contacto físico de esa forma, donde era de alguna forma apreciada sin sexo de por medio.

—Mi madre pasó por muchas cosas difíciles... algo que tu, no vas a pasar por que no lo voy a permitir...

—Aira...— susurró Samanta.

Finalmente, hablaron un poco más, se despidieron y ella fue al cuarto que compartía con Draven.

Dormía cuando él llego.

Draven la despertó.

—¿Qué quieres?—Dijo molesta. —Hueles a alcohol.

—Te me perdiste hoy... ¿donde estabas?.

—por ahí. Que importa... ¿Tú donde estabas?.

—Con Sol... la haré mi amante...

—¿Qué?— Samanta se sentó de inmediato en la cama.

—¿No escuchas bien?... vivirá con nosotros... dormirá aquí con nosotros... bueno, en la cama, tu dormirás en el suelo... donde duermen las perras...

Samanta lo miró con desprecio, mientras el se quitaba la ropa.

—Qué asco me das...

Samanta intento salir de la cama, pero Draven la detuvo, la obligó a apoyar su espalda en el colchón y pesé al forcejeo de ambos, logró ubicarse encima de ella.

Samanta iba a protestar pero le tapó la boca.

—Hay dos bestias que viven en mi, una quiere hacerte mucho daño y la otra quiere cuidarte... — susurró.

Draven la presionaba con su cuerpo y la mano que no estaba en su boca, sostenía una de sus muñecas.

Recorrió con su dedo, la piel de la muñeca.

—Pensar que cuando tienes crisis, te lastimas a ti misma...

Quitó la mano de su boca, solo para que cuando ella intentará gritar, ponerle su corbata dentro, ya que la tenía cerca...

—Vamos a jugar ahora Samanta...

ARDIENTE LUJURIA. Where stories live. Discover now