CAPITULO 28

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Elena soltó una gran carcajada.

—Por Dios... fue por que creyó que matamos a su conejo...— Dijo luego.

—Era una coneja... —Agregó Draven— Nunca lo vi obsesionado con algo como con esa coneja... si mal no recuerdo la había encontrado de bebé... dormía, comía, todo con ella... no dejaba que nos acercaramos...

—Se ponía como loco, ni siquiera la podíamos tocar... — comentó Elena.

—Ustedes se la mataron... — Dijo Eufemia saliendo de la cocina. No quería reecordar el suceso, por que después de la muerte de aquella coneja, Aira estuvo a punto de dejarse morir.

—Fue una broma... de niños estúpidos como lo eramos... la idea fue tuya Draven ahora que lo recuerdo...

—Le escondí el maldito animal... no lo mate.

—Claro por que siendo un niño no podías saber que si le escondias la coneja en donde estaban los perros, se  lo iban a comer... fue gracioso, por que recuerdo que Aira lo encontró y comenzó a gritar como loco...

—Después puso veneno en la comida... por suerte le erro a la cantidad y solo fue un malestar que duró algunos días.

—Sabes — Dijo Elena, reflexionando— ahora que recuerdo, me llamo la atención de como la miraba cuando conoció a Samanta... incluso, considere que se había interesado por ella de inmediato, pero después me dije a mi misma, ¡No seas tonta Elena, es Aira!... Aira prefiere pasar tiempo con los animales que con las personas, odia a todo el mundo, además, ¿Aira interesado por una persona?, Sonaba tan ridículo... ¡Ja,ja,ja!, suena gracioso, por que Aira es frío, distante... no creí que alguna vez, alguna mujer o hombre pudiera captar su atención... estoy sorprendida.

—Hubiese sido mejor que esa mujer no fuera mi esposa... Si le hace algo voy a matarlo...

—Los dos sabemos que en un enfrentamiento Aira te mataría primero... pero sonríe hermano... — Elena se acercó a él y robo un acalorado beso de sus labios, Draven respondió, pero luego se quitó. — como yo lo veo, no le va a hacer daño a Samanta, pero... tampoco va a dejar que tú ni otro hombre se le acerqué y eso te la pone difícil querido hermano.

Elena salió de la cocina y Draven apretó su mandíbula de lo enojado que estaba.

Pero luego la siguió.

—Tal vez se quiere vengar por lo de la coneja... — insistió.

Elena se rió, pero no dijo nada, por que a la sala, estaba ingresando Sol, que en cuanto vió a Draven corrió a abrazarlo.

—¡Te extrañaba tanto que ni la lluvia me detuvo!, lo hablamos con mi familia y he decidió ya mudarme.

La sala se lleno de cosas personales de Sol.

—¿Cuál será nuestro cuarto?— inquirió emocionada.

Elena y Draven se miraron.

Él se aparto del abrazo de Sol.

—Eufemia...— Dijo en un Tono alto de voz.

Aguardo hasta que Eufemia se hiciera presente.

—lleva las cosas de Sol a mi habitación y saca las cosas de Samanta, yo me ocuparé de eso luego.

Elena sacudió su cabeza, tras escucharlo. Sol por su parte volvió a saltar a los brazos de su amante.

Mientras tanto, la lluvia era cada vez más intensa, Samanta miraba por la pequeña ventana de la cabaña, su cabello estaba mojado, ya que acababa de darse un baño y usaba la camisa del ejercitó de Aira...

—Ya queda poca comida, me temo que tendré que ir por más al pueblo. — Dijo Aira, entregándole una taza de café.

Después, le coloco comida a Raven, quien también estaba allí.

Posteriormente, se acercó a ella, la abrazo por detrás y beso su cuello,tras correr el cabello, todo mientras ella bebía café.

—Aira... ¿y si nos vamos de aquí?... —sonrió avergonzada. —Escapemos— rió.

Él asintió de inmediato. —En cuanto pase la lluvia, nos vamos a donde quieras... dime, ¿a donde quieres ir?. Cualquier parte del mundo, no importa.

—Cualquier lugar lejos de aquí está bien...hace bastante que llueve, no se si quiero seguir esperando, imagina si Draven nos encuentra aquí... aunque no creo que me esté buscando... que hay de tu madre... debería venir con nosotros.

Aira suspiró. —Me voy a comunicar con ella, la lluvia hace peligroso el lugar, la tierra está muy húmeda, puedes pisar mal y caer... hacerte daño.

—Es lo de menos Aira... podemos ir por cosas al pueblo e irnos desde ahí... —Samanta dejo escapar un suspiro frustrado. —Se que es difícil por que ni auto tenemos pero... ya no sirve seguir aquí... ninguno de los quiere volver...

Al verla tan afligida, Aira la presionó hacia él y volvió a besar su cuello.

—Tranquila... no tienes que quedarte en ningún lugar que te haga sentir mal...

—Escucha, tengo acceso a las cuentas de Draven... tenia planeado quitarle todo el dinero... así que lo podemos usar para irnos. Pero para eso, tendremos que llegar a la cuidad.

—Usaremos ese dinero... y — Aira se alejo de ella, y movió un mueble.

Tras este, había un hueco, dentro del mismo, una caja de lata sucia, bastante grande.

—También esté.

Aira la abrió y le dejó ver que estaba llena de dinero y joyas.

—Puedo conseguir un auto, no es problema.

—¿Tú madre?. No podemos irnos sin ella. Al menos, no sin que ella lo sepa.

—De acuerdo... iremos a hablar con ella.

—De noche, para evitar que nos vean.

—Tengo dinero escondido en la casa también... nos iremos pero también los dejaremos sin nada...

Samanta sonrió. Y luego, planearon todo.

Al caer la noche, no había parado de llover, pero eso no los detuvo.

—¿Estas bien abrigada?, por suerte tenia más ropa aquí. Eso te ayudará a no pasar frío. — Dijo, Aira probando una linterna. —No sueltes mi mano en ningún momento. ¿De acuerdo?, si de día el bosque es una trampa, de noche es peor.

Samanta asintió.

Minutos después salieron, caminaron con cuidado, cada paso que daba Aira, se aseguraba que fuera seguro para Samanta.

Así, llegaron a la casa, ya totalmente mojados.

Se deslizaron con cautela, por el patio. Sin embargo, el fuego intenso y la voz de Draven los sorprendió.

Se ocultaron, tan rápido como pudieron.

—¡Santo Dios!— exclamó Samanta. —Esta quemando mis cosas.

Entonces, para ella, fue como volver a vivir el momento en que su oso había sido quemado.



ARDIENTE LUJURIA. Where stories live. Discover now