Capítulo 2

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Poché.

Al oír aquel nombre y apellido mi mente se quedó en blanco unos segundos, hasta que recordé que ese nombre lo había leído en el perfil de la clienta que no llegó.

— ¿Ella me pidió toda la semana?

— Sí, bueno, no directamente, pero sí.

— ¿Y quién es ella específicamente?— pregunté ladeando la cabeza. —Literalmente solo me sé su nombre porque en su perfil no había ni una sola foto.

—Bueno, lo único que puedo decirte es que se dedica a la equitación y es muy buena en ello. — replicó Liz. — Estuvo en Europa compitiendo, pero volvió hace poco.

— ¿Por qué volvió si le iba bien allá?

— Porque tiene cierta fama que no le estaba ayudando, así que volvió. — se encogió de hombros. — No es una pervertida, si eso te preocupa.

— No me gusta trabajar a ciegas.

— Con o sin identidad, la personalidad de Daniela es cómo un juego a ciegas.

Fruncí el entrecejo ignorando las palabras de Liz, luego me ocuparía de ese asunto.

Después de hablar con mi jefa, salí de su oficina para tomar la mochila que dejé ayer con el uniforme de mi otro trabajo dentro, debía tenerlo listo para el lunes.

Salí del club de Liz para irme a casa e ir a arreglarme, subí a un autobús para llegar a mi edificio, al hacerlo me adentré a el, cómo siempre huyendo del dueño por la renta.

Esta vez no pude huir de él.

— María José. — me llamó deteniendo mis pasos.

— ¿Si?

— Ya van tres meses dónde no me pagas la renta. — reprochó.

Solté un suspiro pasando una mano por mi cabello.

— Este mes le daré un adelanto, se lo aseguro. — prometí con pena.

— Espero sea así o tendrás que irte de aquí.

— Pero señor-

— Ya te dije, un mes más. — advirtió alzando su dedo. — Me pagas todo o te desalojo.

Me limité a asentir observando cómo el señor Ashton se iba.

Con una preocupación más sobre mis hombros subí las escaleras para ir a mi departamento, me adentré a el dejando la mochila en el suelo para sacar el uniforme.

No tenía dinero para ir a la lavandería, así que me tocaba lavar la prenda en el baño mientras me duchaba, solo así lograba ir limpia al trabajo.

Al finalizar de lavar todo y ducharme, colgué la ropa en un tendedero improvisado que tenía en el baño. Me acerqué al pequeño espejo para verme en el, solté un suspiro al verme algo demacrada y cansada.

Liz tenía razón, debía salir y divertirme un rato.

Estaba a punto de vestirme cuando mi teléfono el cual estaba cargando sonó por mi pequeña habitación, me acerqué para desconectarlo y ver una llamada entrante de mi prima.

Decidí responderle o no dejaría de llamar.

— ¡Majito de mi corazón!— exclamó eufórica.

— Hola, tú, ¿cómo estás?— saludé con media sonrisa.

— Ni bien ni mal, pero eso no es lo importante. — dijo rápidamente. — ¿Qué me cuentas? ¿Cómo te va? Tenemos mucho sin hablar.

— Unos meses, sí. — admití. — Estoy bien, dentro de lo que cabe.

Indeleble || TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora