Capítulo 32

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Calle.

Meses antes.

La mañana siguiente al despertar, mis ojos se sentían pesados e hinchados, consecuencias de haber llorado toda una noche sin poder parar.

Dejé de hacerlo hasta que el sueño me domó y recién despertaba, pero no era una sensación agradable, no cuando sentía el alma hueca, la vida gris y el corazón tan apagado que apenas sentía sus palpitaciones dentro de mi pecho.

Me senté en la cama recargando la cabeza contra el respaldar, mis pensamientos llegaron de nuevo y me preguntaba sobre Poché, me preocupaban muchas cosas respecto a ella.

Sabía que se quedaría con Claudia, ¿pero iba a ser suficiente? A pesar de estar en mi situación, nunca dejé de sentir seguridad por tenerla bajo este techo, no iba a poder hacer mucho, pero de alguna forma u otra sentía que estaba protegida, al igual que Valentina.

Eso me ponía a pensar en la niñita, ¿cómo va a sentirse con todo esto? Creo que no le gustará, después de todo en su mente tenía claro que su hermana y yo tenemos una relación, entendía si se llegaba a enojar con las dos, pero prefería eso a que se quedará en una casa donde ve cómo sus “figuras paternales” se la pasaban peleando, para ningún niño es sano.

Lo viví en carne propia y era doloroso.

María José se había ido hace un día y el sufrimiento de su ausencia se sentía cómo kilos tras kilos en mis hombros.

La puerta abriéndose lentamente con pequeños toques, me dejó ver la cabeza de mamá asomándose, suspiré y ella se adentró en la habitación. Ella se había quedado conmigo, no quería dejarme sola y se lo agradecía demasiado.

— Buen día, chiqui. — saludó. — ¿Cómo te sientes? Por tus ojos creo que no muy bien.

— No te equivocas, ma. — suspiré. — Extraño a Poché, demasiado. También a la niñita.

— Hacen mucha falta a decir verdad.

— Lo sé.

— ¿Y ya pensaste qué hacer?— preguntó mamá con cautela. — Entiendo tu estado de ánimo y lo triste que es, pero debes seguir adelante, hija.

Sabía lo que mamá de forma indirecta quería preguntar, ella quería saber si seguiría con la fisioterapia o de forma definitiva me dejaría hundir en la depresión cómo las otras veces.

Esta vez no podía hacer eso.

Toda la noche pensé en el asunto y por mucho que me costó aceptarlo, el que Poché se haya ido de la casa fue bueno, cómo para mí y también para ella junto a su hermana, porque solo así, con la distancia de por medio y el tiempo, nos dará las respuestas que necesitamos.

Por hundirme en la miseria dos veces, darme por vencida y solo ver hacia el hoyo negro que no me dejaba alzar la vista, perdí muchas cosas de vista, en ellas mi matrimonio. Traté mal a personas especiales en mi vida, no me justificaba y esperaba poder devolverles un día lo que hicieron por mí, y quizás este era el método.

Una parte de mí sabía que saldría adelante por mí, porque tenía que darle frente a la vida, pero admitía que también lo hacía porque la otra parte tenía la esperanza de que, si la vida me lleva de nuevo a la mujer que convertí en mi esposa, tomaría la oportunidad con fuerza y no la dejaría ir. La tercera es la vencida suelen decir, así que aplicaría eso en este momento de mi vida.

Por mi lado nada había terminado con ella, esto era una coma, no un punto final.

— Si te preocupa que no vaya a las terapias, pierde cuidado, más que nunca estoy incentivada a querer caminar.

Indeleble || TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora