Capítulo 42

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Poché.

Han pasado dos meses exactos en dónde mi esposa no deja de entrenar.

Luego de ver el show de fuegos artificiales en la boda de Mafe y la invitación de Calle en ir con ella a España, el asunto se volvió más serio para ella, más de lo que creía. A veces pensaba que se exigía demasiado y se lo he dicho, pero es algo que no puedo cambiar.

Aunque desde que se lo mencioné Calle se lo toma más relajado el asunto. Creo.

El viaje sigue en pie y no niego que me emociona mucho ir con ella a otro país, otro continente para ver lo mucho que le gusta hacer, montar.

Toda la documentación estaba lista, y por mucho que quería llevar a Vale conmigo, sabía que no era el momento adecuado para tener vacaciones familiares, por decirlo así. Agregando que estaba en plena escuela y su documentación era más complicada.

Se quedaría con Mafe, pero le había prometido irnos de viaje pronto, uno donde no fuera el trabajo de mi esposa cómo tal.

Después de todo Calle no iba a tener tiempo, y estaba segura que iba a seguir muy concentrada con todo esto, era su regreso al mundo de la equitación luego de su accidente, por ello estaba así.

Entendía eso, pero no dejaba de extrañarla.

Últimamente no hemos tenido tiempo de nada, ella metida en entrenamientos y yo metida en los restaurantes para dejar todo en orden antes del viaje, apenas y hablamos o dormimos juntas.

Ahora estaba con Agustín, estaba en el restaurante al que trabajé de mesera hace un tiempo atrás.

Me parecía irónico que fuera mío ahora.

El lugar seguía casi igual, aunque por supuesto noté varios cambios a la decoración y personal nuevo, además de mejor equipamiento en la cocina.

Al entrar a la cocina pude ver al hermano de Agustín, él estaba cómo uno de los ayudantes lavando platos.

— Mira, dulzura, él es mi reemplazo. — me acercó al chef de la cocina que sonrió. — Cocina de maravilla.

— Eso espero porque los platillos de Agustín eran exquisitos. — respondí.

— ¿Desea probar?

El chef me daba un pequeño aperitivo con una aceituna de decoración, hice una mueca quitando la bola verde para comer el resto.

Mastiqué lentamente y alcé mis cejas, no es cómo que fuera Gordon Ramsay, pero tenía papilas gustativas y este pequeño aperitivo era delicioso.

— Está delicioso. — mencioné al hombre, él sonrió satisfecho.

Nos quedamos en el lugar un poco más supervisando todo, el control iba bien y se generaba suficiente ingreso, más los fines de semanas que se llevaban a cabo las carreras de caballos.

La tarde cayó y almorzamos juntos, revisaba mi celular por algún mensaje o emergencia, pero todo estaba tranquilo. Rato después acabamos con los deberes en el lugar y emprendimos.

Con Agustín estábamos a punto de irnos cuando apareció su hermano.

— Señorita Garzón. — pasó las manos por el mandil. — Quería darle las gracias por darme empleo.

— Dele el crédito a su hermano. — repliqué con media sonrisa. — Vámonos, Agus.

Los dos salimos juntos del lugar, subí al auto de mi acompañante y nos dirigimos al próximo destino. Mi casa.

Al llegar Ramón y Colette daban ladridos y se me tiraban encima emocionados, sonreí acariciandolos.

— Lindas cositas. — dejé besos en sus cabecitas.

Indeleble || TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora