Capítulo 36

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Poché.

Pasé las manos por mis ojos moviendo mis lentes en el proceso, intentando alejar la pesadez y el cansancio de mi visión y retener el bostezo que saldría de mí.

Era de madrugada y esperaba a Calle, pero no daba señales de vida, me preocupaba. Quizás era una paranoica, pero siempre envía un mensaje o me llama diciendo que no podrá venir.

La había llamado, pero me manda directo al buzón, y toda la tarde fue así.

Suspiré preocupada, moviendo mi cuello de un lado a otro quitando la tensión, revisé la hora en la pantalla frente a mí por enésima vez, seguí editando las fotos con las que Crim me pidió ayuda, por supuesto lo hacía desde la computadora de Clau.

No sé cuántas fotos había editado y lograba distraerme, pero mis pensamientos volvían a Calle, revisando el teléfono para ver si hay algún mensaje, y no había nada.

Incluso dejé la puerta corrediza del balcón abierta, por si se le daba la personalidad de ladrón esta noche, lo había hecho varias veces y no sé cómo el sofá cama sigue sobreviviendo, pero mi preocupación no era esa ahora.

Me puse de pie para ir a la cocina y prepararme un café, necesitaba seguir despierta, las fotos debían estar listas para hoy más tarde... ¿Qué estoy diciendo?

Me serví el café negro cargado, le di un sorbo disfrutando el sabor. Volví a la sala y tuve que sostener la taza con fuerza para no hacerla añicos contra el piso.

— Carajo. — susurré viendo la sombra en la sala. — ¿Calle?

Me acerqué lentamente, viéndola sentada en el sofá cama, me planté frente a ella y tomando su mentón con delicadeza alcé su vista.

— ¿Mi ángel? ¿Qué pasa?

No obtuve una respuesta porque simplemente me metió en medio de sus piernas abrazándome.

Sus brazos se aferraron a mi cintura con fuerza, temiendo que escapara de ella.

Me dediqué a acariciar su espalda y cabello, estaba confundida, pero sabía que hablaría cuando lo sintiera, cuando ella quiera hacerlo, así que no la presionaba.

Pasaron varios minutos donde no me soltó y yo no dejé de darle cariño, hasta que se separó de mí para alzar la vista y verme.

— ¿Qué pasa?— cuestioné acariciando su ceja.

— Abrázame y no me sueltes. — dijo en un murmullo.

Asentí lentamente, puse la computadora en la mesita de la sala al igual que mis lentes al quitarlos, me recosté en el sofá cama y la jale hacia mí, dejando su cabeza en mi pecho.

Dejé un beso en su cabeza, sintiendo el agarre de sus brazos afianzarse en mi cintura y su pierna colándose en medio de las mías. Nos quedamos así, en silencio, no era incómodo, pero me preguntaba porqué Calle se veía tan abatida.

— Hoy fui a la cárcel para ver a Ander. — intenté moverme para verla, pero su agarre se apretó dejándome quieta. — Me enteré que murió hace unos días por una riña entre los reos, al parecer le cortaron la yugular.

— Dani...

— El director del penal dijo que sus familiares fueron por su cuerpo, pero que en su celda había unas cartas y eran para mí.

Acaricié su espalda dándole consuelo, su voz a penas era un leve susurro.

— Fue horrible leerlo, amor. — su cuerpo tembló al igual que su voz. — Le hacían miles de cosas ahí dentro, lo violaban todos los días, y en las cartas pedía ayuda, súplica, perdón a Dios y a todos los que le hizo daño.

Indeleble || TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora