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Su cuerpo tembló bajo la depredadora mirada del desconocido, tragó en seco cuando sintió una de sus manos posarse sobre su mejilla, la frialdad de su mano era palpable, dudaba que alguien normal pudiera tener esa temperatura.

El sonido de unas gotas se comenzó a escuchar en el silencio de la recámara, había comenzado a llover, las gotas se comenzaron a hacer más gruesas impactando con mucha más fuerza contra el único ventanal que había en la habitación.

La mirada temerosa de Lucia nunca se apartó de la del desconocido, juraría haberlo visto en alguna parte, una increíble piel pálida dónde podía ver resaltar las venas, unos azules ojos oceánicos que podías perderte en ellos, su cabello dorado como el oro caía sobre sus hombros, nariz perfilada y unos finos labios, que a su parecer carecían de color, estaban pálidos al igual que su piel.

- Catalina...

El susurro de aquel nombre escapó de una manera ronca de entre sus labios erizando su piel, aquel desconocido se aproximó más a ella eliminando cualquier espacio entre ellos, los ojos de Lucía se cerraron de la impresión y el miedo cuando aquel hombre acercó su rostro a su cuello.

- Por fin estás aquí - susurró - conmigo....

El cuerpo de Lucia dió un pequeño brinco, sus manos se cerraron con fuerza ejerciendo presión, cuando comenzó a sentir los labios del desconocido sobre su mejilla repartiendo sencillos y cortos besos, podía sentir amor en ese gesto, juraría que la amaba.

Pero había un problema...

Ella no era Catalina, no era aquella hermosa mujer del retrato del....

Espera...

Sus ojos se abrieron como platos al recordar aquel retrato, se recordó la variedad de retratos de aquel apuesto y esbelto hombre rubio por todo el vestíbulo, con ropas de diferentes épocas, y pensó para ella que era algún fetiche que el dueño tenía con saber cómo luciría a través del tiempo.

Pero luego su mente hizo un click, abrió sus ojos asombrada y asustada detallando al hombre que tenía justo delante, era el mismo que aparecía en los retratos, y de seguro era el dueño de este lugar.

El miedo se comenzó a apoderar de ella una vez más cuando recordó la fechas de los retratos, era para que ese hombre estuviera muerto, no, más bien hecho polvo, cenizas y no parado justo al frente de ella.

Sus piernas comenzaron a perder fuerza y equilibrio haciéndola caer, su cerebro se desconectó de su cuerpo, lo último que pudo sentir fueron unas rudas manos sujetándola por la cintura evitando que se llevara un buen golpe.

                             🥀🥀🥀

Sentía su cuerpo ligero, como si estuviera flotando en las nubes, se sentía libre, el reflejo de los rayos del Sol dió justo en su rostro haciendo que se escapara una tierna sonrisa de sus labios.

Estaba sentada en un sillón en las afueras de una casa, más bien parecía un jardín, bellas flores a su alrededor, se respiraba aire puro y aromático.

Se dejó llevar por un momento...

Su ceño se arrugó cuando sintió un peso sobre sus piernas, abrió los ojos llevándo su mirada hacia dicho peso, un niño de unos seis años descansaba sobre ella, sus dorados cabellos caían sobre su rostro dándole un toque angelical.

Una tierna sonrisa se formó en sus labios mientras repartía suaves caricias sobre los cabellos del menor.

Un llanto la hizo girar su rostro exaltada, una cuna estaba justo a su costado, llevó su mirada hacia el bebé que según ella debía tener unos siete meses de nacido, sus ojos eran preciosos y su azabache cabello caía sobre su frente.

" Los secretos de una Bestia " ||1er Libro ✔️Where stories live. Discover now