15.

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Visenya

Esperé con ansias a que cayera la noche y salí por el pasadizo de mis antiguos aposentos directa al exterior del castillo.

Si Aegon no quería ser visto, yo me encargaría de encontrarle.

Me escondí de los guardias cubierta por una capa y caminé con pasos temblorosos.

Me deslicé entre la gente que bebía, bailaba y veían absurdos teatros sobre la casa real.

¿No tenían nada mejor qué hacer?

Caminé hacia la calle de la seda intentando no llamar demasiado la atención.

Toqué la puerta de madera robusta de un burdel y esperé hasta que salió una mujer de unos cincuenta años que me miró de arriba abajo antes de hacerse a un lado y dejarme pasar.

Evidentemente no me dejó avanzar más hasta que no saqué un par de monedas de oro. Solo entonces fui libre de caminar por aquel horrible lugar.

Escuché los gemidos de fondo y la risa de alguna meretriz que intentaba sacarle más monedas de las prometidas a algún hombre.

No sabía a donde ir ni por dónde empezar a buscar a Aegon.

¿Que me había hecho pensar que vendría corriendo aquí?

Escuché un silbido y un hombre mucho más mayor que yo, me guiñó un ojo y se dió golpecitos en la pierna invitándome a sentarme en su regazo.

-¿Ha esto has venido?

Me giré sobresaltada y me encontré con el rostro enrojecido de enfado de Aemond, que no esperó en absoluto mi respuesta, tiró de mi brazo y nos metió a los dos en un estrecho cuarto.

-¡¿Puedo saber qué hace mi esposa metida en un lugar como este?!- me espetó enfurecido.

-¡Yo debería preguntar lo mismo!- grité frustrada porque sabía que ahora ya no podría seguir con mi búsqueda.

-¡¿Has venido a buscar nuevas experiencias?!- me sobresalté con su tono de voz-¡¿O es porque buscabas terminar de una vez por todas con lo nuestro?!

Le empujé con rabia, pero no se movió ni medio centímetro.

-Esta mañana llevabas el vestido repleto de sangre, incluidas tus manos y parte del rostro- cogió aire para controlar su rabia-¿Que ha pasado?

Abrí los ojos con asombro.

-¡¿Me estás vigilando?!

-Tengo ojos en todas partes-con fuerza me agarró de nuevo del brazo y me acercó a él- ahora contesta a mi pregunta.

-He ayudado a traer al mundo a un potro- mentí por miedo a las consecuencias- ese es el motivo de tanta sangre.

Me sostuvo la mirada y su aliento chocó contra mis labios provocando que mi corazón se saltara un latido.

Me soltó y desenvainó su espada con una calma letal.

-¿Qué pretendes hacer?- pregunté asustada.

-¿Qué haces metida en un lugar como este?- preguntó con calma, como si todo su enfado hubiera desaparecido.

-Estoy buscando a Aegon.

Dejó de observar su espada y levantó la mirada hacia mi.

-Está vivo-se me quebró la voz al decirlo en voz alta- y está solo.

-Si está aquí muy solo no debe estar- tiró de mi mano y nos sacó de esa habitación.

Caminó mientras yo intentaba contener mi llanto, y Aemond hizo un rápido movimiento de muñeca con su espada aun en la mano, tan rápido que solo me percaté de lo que estaba pasando cuando la cabeza del hombre que me había silbado cayó rodando por el suelo.

-¡Aemond!- grité cuando las meretrices huyeron de nuestro alrededor dando la voz de alarma.

-Le he dado una muerte rápida- soltó mi mano y se guardó la espada aún repleta de sangre- si se hubiera atrevido a levantarse a por ti, entonces su final hubiera sido algo más desastroso.

Caminé detrás de él hasta que salimos del burdel en completo silencio.

-No busco terminar con lo nuestro…-susurré al fin- si eso te aclara algo.

Me miró desde el rabillo del ojo y como respuesta me agarró de la mano para continuar caminando por la abarrotada calle.

-¿Vas a ayudarme a buscar a Aegon?

Negó con la cabeza y me guío hacia la colina, alejados de todo el bullicio de la ciudad.

-No me voy a ir contigo- me zafé de su agarre- no sin Aegon.

-Aegon no va a aparecer- puso el ojo en blanco y frenó sus pasos- menos si los que lo buscamos somos nosotros.

-Si se queda en Desembarco del rey lo van a matar- intenté ignorar el mudo de mi garganta.

-Pues que muera- intentó dar un paso hacia mi, pero le frené levantando la mano.

-Por favor Aemond..te lo suplico.

-Ya le has salvado demasiadas veces, ¿No crees?- dió otro paso hacia mí obligándome a retroceder-en cuanto llegue la noticia de que Aegon está con vida a oídos de Rhaenyra, tú también serás blanco de su ira, y créeme, arderá el mundo entero antes de que alguien te ponga una mano encima a ti.

-Aemond…

Intenté dar otro paso hacía atrás, pero él fue mucho más rápido. Me agarró con fuerza y me dejó caer sobre su hombro.

-Vamos a por Vaghar, ya has pasado demasiado tiempo aquí.

Sollocé sin oponer resistencia. ¿Cómo iba a rendirme ahora que estaba tan cerca de volver a verle?

-Podemos decir que fue ella, que fue Blue la que hizo todo esto, no tengo porque estar yo involucrada- intenté hablar sin continuar llorando- podemos ir a por ella, brindarle protección y así jamás sabrá mi madre que fui yo la que tomó la decisión de traer de vuelta a Aegon y no a Luke.

Aemond me dejó en el suelo y me ofreció la mano para ayudarme a subir a Vaghar.

Le supliqué con la mirada y él dejó de ofrecerme la mano para pasarla por mi rostro borrandome así el rastro de cada lágrima.

-Porfavor..Aemond…

Vi como su ojo se desviaba a mis labios húmedos a causa de las lágrimas y como tragaba saliva.

-Enviaré a Daeron a por ellos si eso te deja más tranquila, pero por nada del mundo voy a dejarte aquí.

Sonreí y subí a Vaghar sin decir nada más.

Aemond subió detrás de mí y alzamos el vuelo mientras yo apoyaba mi cabeza en su espalda.

La semilla del dragón. (Segunda parte). AEMOND TARGARYEN 💚Where stories live. Discover now