32.

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Blue

El dolor que sentí fue tan intenso que aflojé el agarre de mi brazo sobre mis pechos y me tambaleé con la mirada borrosa.

Escuchamos el barullo fuera y eso fue lo único que logró llamar la atención de Daemon, que sacó la daga de mi mano sin ninguna delicadeza y me propinó un empujón haciéndome caer al suelo.

Sacó la llave de su bolsillo y abrió la puerta de su habitación al mismo tiempo que un hombre se lanzaba encima de él.

Me arrastré como pude hasta esconderme detrás de uno de los sillones y me abracé las rodillas encogiéndome todo lo que pude para no ser vista.

Escuché los insultos que soltó Daemon antes de alejarse y por un momento todo quedó reducido al absoluto silencio, interrumpido de vez en cuando por mi llanto apenas audible.

-Blue..

Aegon rodeó el sillón y dejó la daga en el suelo mientras se agachaba a mi lado.

-No has llegado…-sollocé- no has llegado a tiempo.

Su rostro no mostró arrepentimiento alguno cuando se guardó la daga y apartó el sillón para tener facilidad de levantarme. Agarró una lámpara de aceite que había encima de la cómoda e intentando no rozarme la mano herida, me levantó con facilidad del suelo.

Me condujo hasta una de las paredes que golpeó abriendo asi una puerta que se ocultaba perfectamente a la vista humana y entramos en un pasadizo completamente oscuro en el que me dejó en el suelo con delicadeza para girarse y cerrar la puerta tras él.

-¿Qué te ha hecho?-preguntó agachándose de nuevo y acercando la lámpara de aceite a mi mano.

Bufó con rabia cuando no contesté y se deshizo de su capa para ponermela por encima y cubrir la parte de mi vestido rasgado.

-Tengo que volver dentro- sacó de nuevo la daga y me la tendió- mata a cualquiera que…

-¿Has matado a Rhaenyra?- pregunté entre lágrimas.

Asintió y solo entonces, en una milésima de segundo parpadeó y pude ver una inmensa tristeza en esos ojos fríos y distantes.

Dejó la daga sobre mis piernas antes de ponerse de pie.

-Utilizala si alguien se acerca- suspiró y salió del pasadizo.

Cerré los ojos con fuerza intentando soportar el dolor de mi mano y como pude me puse de pie. La mano me ardía, me pesaba y la sangre no dejaba de recorrer mis dedos y gotear dejando un reguero a mi espalda.

¿Y si moría?¿Había merecido la pena todo?

Sollocé en silencio hasta que mis sollozos se confundieron con otros, hasta que escuché una respiración jadeante cerca. Soplé sobre la vela para apagarla y me quedé completamente inmovil.

Visenya

Con mis rodillas pegadas a mi pecho mi llanto aumentó. No podía sacarme de la cabeza la imagen de mi madre en el suelo, la imagen de Aegon y sus ojos llenos de odio, un odio que iba dirigido a mi. 

Él habría sido incapaz de matar a mi madre, lo habría sido si yo no hubiera acabado con su vida de aquella manera. 

Tosí ahogándome entre las lágrimas por no haber impedido que Aemond se quedara a mi lado, por haber dejado que se fuera, por no haberme aferrado a él. ¿Y si le mataban?¿Y si Aegon se vengaba de mí de aquella forma? 

Me puse de pie intentando encontrar fuerzas donde no las tenía, pero unos pasos firmes en el pasadizo me hicieron quedarme petrificada.

-¿Aemond?- pregunté.

Pero no obtuve respuesta alguna así que me moví lo más rápido que pude dispuesta a volver al interior del castillo. 

Pero un fuerte tirón de pelo acercó mi espalda al pecho duro de un hombre.

-Tu madre ha muerto…-susurró Daemon-¿Dónde está tu lealtad ahora, Visenya?

Tragué saliva con las piernas temblorosas.

-Me he encargado de matar a tu esposo para compensar la balanza- se rió con la voz áspera mientras mi corazón se olvidaba del significado de latir- y me he encargado de buscarte por todos lados, por todos y cada uno, mi querida Visenya, para que al fin demuestres de qué bando estás.

Sentí su otra mano acariciar mi cuello y rodearlo hasta comenzar a ejercer presión.

-¿Cómo es posible que Aegon esté destrozando el castillo por dentro?- preguntó provocandome escalofríos mientras comenzaba a estrangularme- dime que no has sido tan estúpida de haber encontrado la piedra de la resurección y haber fallado a los nuestros…. dímelo Visenya.

Me retorcí sin aire que respirar e intenté apartarlo de mí, pero su fuerza triplicaba la mía así que solo pude convulsionar en sus brazos.

Blue

Escuché todo con atención, mi cuerpo aún pegado a la pared y la daga entre mis manos.

Pude haber intentando hacer algo aún sin haber usado un arma en mi vida. Pude haber intentado gritar o correr con la esperanza de espantarle.

Pero me quedé quieta. Mi cuerpo pegado a la fría pared mientras goteaba de mi mano sangre. Me quedé quieta y él se la llevó.

La semilla del dragón. (Segunda parte). AEMOND TARGARYEN 💚Место, где живут истории. Откройте их для себя