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Blue

Cuando abrí los ojos y miré a mi alrededor, solo tardé medio segundo en percatarme de que aquella no era mi cama ni de que aquellas suaves sábanas no olían a jazmín como las que tenía en mis antiguos aposentos.

-No deberías beber en presencia de ningún otro hombre.

Esa voz.

Parpadeé y dirigí mi mirada al sillón desde donde Aegon me observaba con detenimiento.

-Ningún otro hombre me invita a beber para escuchar sus penas.

Eso provocó una media sonrisa en los labios de Aegon.

-Ningún otro hombre te invitará a beber para escuchar sus penas- carraspeó con nerviosismo y se puso de pie para dirigirse hacia la cama- como parte de mi corte es importante que hagas cosas que favorezcan al reino¿Estas de acuerdo?

Su cambio de tema me cogió completamente desprevenida.

-Creía que mi labor en la corte era hacer que Daemon acabe postrado ante ti para recuperarme.

-Exacto-sonrió Aegon sentándose a los pies de la cama- y dado que hoy se celebra un baile por mi nombramiento como nuevo rey y acudirán personas importantes de todas partes del reino…

Me miró fijamente, con esa mirada completamente vacía.

-He llegado a la conclusión que estaría bien presentarte a los nobles como opción en el mercado matrimonial.

-No sé en qué podría ayudarte eso…-susurré en un hilo de voz ya imaginándome de esposa de un hombre mucho más mayor que yo y repleto de riquezas, un hombre nada parecido al que tenía justo delante en aquel momento.

-En cuanto esto llegue a oídos de Daemon, él será el primero en arrastrarse hasta aquí por ti- fue su única explicación.

-Y entonces me forzarás a casarme con él.

Una sonrisa se dibujó el rostro de Aegon.

-Solo si mata a Jace.

Tragué saliva.

-Y yo me casaré con Daemon- repetí casi como para concienciarme de que aquel hombre pensaba hacer conmigo lo mismo que mi hermano.

-Eres parte de mi corte- su rostro se endureció mientras se levantaba de la cama- jamás permitiré que te cases con el enemigo.

No se si el alivio de escucharle decir aquello se acabó reflejando en mi cara porque él soltó una sonora carcajada que me hizo sonrojarme por el fuerte hormigueo de mi vientre.

-Y ahora me gustaría que te preparases para salir, quiero que veas algo.

-¿A dónde vamos a ir?- pregunté entusiasmada mientras apartaba la sábanas y me levantaba de la cama casi de un salto.

-Prefiero enseñartelo que decírtelo- me dedicó una escueta sonrisa y se dirigió hacia la puerta- date prisa, después de esto tengo que acudir a algunas reuniones importantes.

Asentí y desvíe la vista justo cuando su mano se levantó para señalarme un vestido negro que había junto al sillón.

-Y este es solo tuyo.

Antes de que pudiera darle las gracias o decir cualquier cosa, Aegon se fue de la habitación.

No perdí tiempo, corrí hacia él y lo agarré entre mis manos. Era un vestido precioso, incluso más que el que ya me había entregado. Pero extrañé que llevara algo verde, igual que las ropas que él solía vestir y parte de su corte.

Desvíe la vista hacia el vestido que aún llevaba puesto y le quité la cinta verde que envolvía mi cintura.

-Con esto bastará…-susurré para mi misma cuando me desvesti y caminé hacia la bañera con agua aún caliente.

No iba a entender jamás porque todos le temían y le tenían por un villano. ¿Qué clase de villano le preparaba un baño a una mujer que apenas conocía?

Tragué saliva y gemí de placer cuando el agua caliente cubrió mi cuerpo completo.

Y no pude evitar esbozar una pequeña sonrisa que intenté impedir mordiéndome el labio inferior.

Entonces escuché un llanto y  como alguien llamaba a la puerta levemente antes de abrirla y entrar.

Mis ojos rápidamente se posaron en Visenya y ella hizo lo mismo conmigo mientras su mirada continuaba llena de lágrimas.

Nos quedamos en silencio. Yo incómoda e incapaz de moverme de la bañera y ella preguntándose qué hacía yo metida en aquella bañera.

-Aegon…-susurró al fin.

Algo dentro de mí en cómo pronunció su nombre me hizo agarrar la toalla y salir del agua cubriendo rápidamente mi cuerpo.

-¿Qué ha pasado?-pregunté.

Y fue como accionar un botón, volvió a sumergirse en el llanto mientras yo daba pasos inseguros hacia ella.

-Si quieres me cambio y voy corriendo en busca de Aegon para….-me quedé en silencio cuando negó con la cabeza y sólo entonces comenzó a hablar atropelladamente.

-No debería estar aquí, no debería haber intentado acudir a él- se intentó secar las lágrimas sin éxito alguno- no debería haber usado la piedra de la resurección para que volviera.

-¿Estás enamorada de él?

Mi pregunta la pilló por sorpresa porque rápidamente se quedó boquiabierta.

-¿Perdona?¿Crees que puedes preguntarme eso?- se hizo a un lado con enfado y se dirigió hacia el sillón en el que momentos antes había estado Aegon sentado- soy una mujer casada- levantó la mano y me dejó ver su anillo de oro.

-¿Estás enamorada de él?- repetí.

-Te he dicho que soy una mujer casada- frunció el ceño pero al menos dejó atrás las lágrimas.

-Eso no contesta a la pregunta- arrugué los labios y caminé hacia la cama para sentarme en ella- Aemond parece realmente terrorífico y sería completamente comprensible que no sintieras ningún tipo de cariño hacia él.

Para mi sorpresa, Visenya soltó una carcajada y sus mejillas se encendieron con una chispa de color.

-Aemond es un hombre maravilloso- se limitó a decir, pero entonces me repasó con más detenimiento y continuó hablando- un hombre del que llevo enamorada desde que tengo memoria, un hombre qué se que me ama solo a mi.

Suspiré aliviada sintiendo como el nudo que había atenazado mi estómago comenzaba a desaparecer. 

-Pero Aegon…- puso los ojos en blanco sin dejar de mirarme- él sí que debería parecerte terrorífico.

-¿Te hizo algo malo?- me limité a preguntar.

Asintió.

-Y aún así decidiste que debía volver a la vida, aún así estás aquí llorando porque lo qué más deseas es que perdone lo que le hiciste.

-Lo que hice fue porque no tuve elección- se puso de pie y me miró con enfado- no entiendo ni porqué estoy contándote todo esto a ti- se giró dispuesta a irse, pero frenó sus pasos antes de llegar a la puerta-ni porque debería importarme lo más mínimo lo que trama hacer él contigo.

Me quedé en silencio, esperando a que se marchara, pero sus ojos continuaron clavados en mí, casi atormentados con mi presencia en aquella habitación.

-¿Quieres que le diga a Aegon que has estado aqui?- pregunté con incomodidad.

Visenya sonrió con tristeza y solo entonces salió de la habitación sin dignarse siquiera a contestar mi pregunta.

La semilla del dragón. (Segunda parte). AEMOND TARGARYEN 💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora