29.

79 17 2
                                    

Visenya

Dos días pasaron, dos días sin noticias de Aemond, dos días en los que empecé a creer realmente sus palabras.

No iba a venir. Nuestro matrimonio había acabado.

Después de mucho tiempo me vestí de negro y recibí junto a la reina a Luthor Hightower, hermano de Alicent Hightower.

¿A qué había venido? 

Esperamos hasta que llegamos a la sala del trono para que él nos contara lo que traía su visita.

-Majestad- hizo una reverencia ante mi madre- estoy aquí porque quiero dejar claro que la casa Hightower está de vuestro lado en esta guerra.

-¿Que guerra?- preguntó Daemon fulminandole con la mirada.

-Se escuchan rumores del norte, alteza, rumores de que los Stark quieren empezar una rebelión por sus bajos recursos en el invierno-contestó él.

Rhaenyra le miró sin decir absolutamente nada.

-He traído a mis mejores hombres para ponerlos a su total disposición- hizo de nuevo una reverencia y solo entonces posó sus ojos en mí y en mi oscuro vestido- estoy seguro de que mi sobrino vendrá de inmediato para defender a su esposa.

-Los Stark se encuentran lejos de Desembarco del Rey- dijo Daemon- les veremos llegar desde el mar y podremos prepararnos.

-Pero los hombres nunca vienen mal- comentó al fin Rhaenyra- aunque me gustaría que se enviaran cuervos de inmediato a todas las casas importantes para que se preparen.

Se puso de pie y caminó hacia Luthor Hightower.

-Con esto me demuestras que no me equivoqué al permitir que mi hija se casara con uno de los vuestros.

Y sin más se alejó acompañada de Daemon.

-Niña…¿Por qué no estás en Rocadragón?- me preguntó Luthor antes de seguir a los guardias que le conducirían a sus aposentos para pasar la noche.

-Aemond no me deja ir a Rocadragón- le fulminé con la mirada y le adelanté hasta caminar al lado de Rhaenyra.

-¿Te fías de él?- me preguntó abriendo la puerta de sus aposentos y dejándome entrar junto a Daemon.

Asentí.

-Bien- se sentó en la cama mientras Daemon se apoyaba en una de las paredes- entonces debemos prepararnos para una rebelión de los Stark.

Daemon permaneció en silencio, pero sus ojos no se apartaron de mí ni por un segundo.

-Daemon- llamó su atención Rhaenyra- envia un cuervo a Alto Jardín, Jace tiene que volver de inmediato.

Este asintió y salió de los aposentos mientras Rhaenyra me hacía un gesto para que me sentara a su lado.

-Si hay una rebelión difícil de controlar, envía un cuervo a Rocadragón y vete con Aemond- me acarició la mejilla con delicadeza.

-Me temo que a Aemond ya no le interesa mi integridad física.

Rhaenyra esbozó una sonrisa.

-Ese hombre entregó a toda su familia por salvarte a ti- suspiró- solo te está castigando, mi amor.

Mi corazón latió con fuerza y me puse de pie esbozando una sonrisa.

-Eso haré entonces, enviaré una carta, pero no para irme, la enviaré para pedir más ayuda.

Y salí de la habitación dirigiéndome a la mía, pero en cuanto caminé por los pasillos y llegué a mis aposentos, me quedé quieta al ver a Luthor Hightower esperándome mientras caminaba de un lado a otro.

-¿Puedo saber qué haces aquí?

En cuanto me vió caminó hacia mí a paso acelerado y tiró de mí brazo para que entrara mientras cerraba la puerta.

-Tú deberías estar en Rocadragón-dijo.

Me zafé de él sin comprender nada.

-Ya te dije que Aemond me…

-Maldita niña- me interrumpió caminando hacia el pasadizo de mis aposentos y abriéndolo- abandona el castillo ahora mismo.

-¿Puedo saber qué está pasando?- pregunté, comenzando a preocuparme.

Luthor miró a su alrededor con desconfianza.

-No puedes, pero en ninguno de mis planes estabas tú- me agarró del brazo y me empujó al interior del pasadizo- al menos para él debe seguir siendo así.

Y cerró la abertura de la pared dejándome completamente a oscuras.

¿Para él?¿Quién era él?

Mi respiración se hizo cada vez más agitada y apoyé mi espalda contra la pared para intentar entender algo de lo que me había dicho Luthor.

¿En ninguno de sus planes estaba yo? ¿Para él debía seguir siendo así?

Y entonces lo comprendí.

Y eché a correr en la absoluta oscuridad mientras mis manos se deslizaban por la pared en un intento de guiarme directa a los aposentos de mi madre donde sabía casi con certeza que Aegon estaba apunto de acabar con su vida.

La semilla del dragón. (Segunda parte). AEMOND TARGARYEN 💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora