17.

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Visenya

Bajé de Vaghar en cuanto llegamos a Rocadragón y caminé apresuradamente al interior del castillo.

-Yo me encargaré de Daeron- Aemond hizo una mueca cuando llegamos al último escalón- no está muy a favor de lo que has hecho,¿Sabes?

-Entonces te espero en nuestros aposentos-dije.

Él asintió levemente y se alejó mientras yo aún continuaba de pie.

Tragué saliva y caminé hacia mis aposentos con un horrible malestar.

¿Y si Aegon rechazaba rotundamente verme? ¿Y si me odiaba?

Abrí la puerta y me deshice de los zapatos y el vestido con el cuerpo adolorido por el forcejeo de la noche anterior.

Caminé hasta meterme bajo las sábanas y cerré los ojos respirando con tranquilidad.

La cama aún mantenía el aroma de Aemond que se filtró en lo más profundo de mi ser.

¿Cuántas noches había tenido que pasar solo porque yo era incapaz de estar cerca de él después de todo lo que hicimos?

Tragué saliva y abrí los ojos.

¿Habrá recurrido a meretrices para relajarse y sentirse acompañado?

Apreté los puños y fruncí el ceño cuando él abrió la puerta y la cerró sin dejar de mirarme.

-Le he encontrado preparándose para dar una vuelta con Tessarion, así que le he ordenado que se dirija directamente a Desembarco del Rey- comentó.

-¿Puedo hacerte una pregunta?

Asintió desprendiéndose del parche y quitándose la camisa.

-¿Has traído a alguien a…-me quedé en silencio y humedecí mis labios- bueno…ya sabes.

Para mi sorpresa, me dedicó una sonrisa y se sentó en la cama para deshacerse de las botas.

-Me alegra saber qué aún despierto en ti esos sentimientos.

Se tumbó sin desprenderse del pantalón y se pasó los brazos por detrás de la cabeza  sin dejar de mirarme.

-Tranquila, últimamente tengo otras cosas en las que pensar y el sexo no está entre ellas.

Le miré en completo silencio.

-¿En qué piensas?

Suspiró.

-En ti- apartó la mirada, pero me dió tiempo a ver el brillo en su ojo- pienso en qué estarás haciendo, cómo estarás, si esos malditos negros te tratan bien..

-Aemond…

-Deberíamos descansar- se aclaró la garganta y se metió bajo las sábanas- puede que mañana Aegon ya esté con nosotros.

Me quedé en silencio observandole hasta que apagó la vela de la mesilla de noche.

Fui incapaz de acercarme a él. Fui incapaz siquiera de rozarle.

Lloré haciendo el menor ruido posible y cerré los ojos deseando que tuviera razón.

Deseando que Daeron encontrara a Aegon y yo lo pudiera ver cuanto antes.

La semilla del dragón. (Segunda parte). AEMOND TARGARYEN 💚Where stories live. Discover now