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Blue

Las lágrimas que caían por mis ojos mojaron la cómoda en la que seguía apoyada mientras Daemon deslizaba la daga por mis brazos que apretaban mis pechos con fuerza.

-¿Quien te ha enviado?- preguntó agarrándome de nuevo del pelo y girándome de golpe para quedar frente a él-¿Quién me ha enviado este regalo tan….-me obligó a apartar un brazo de mis pechos- apetecible?

Sollocé y cuando soltó mi brazo volví a cubrirme.

¿Cómo había podido creer que aquello saldría bien?

Sus ojos llenos de lujuria me repasaron entera y esbozó una sonrisa volviendo a darme la vuelta, pero esta vez apoyó una mano en mi espalda obligándome a acostar mi tronco sobre la cómoda.

-Dime, niña…-susurró cuando sentí sus manos en la parte baja de mi vestido-¿Te había tocado un hombre antes?

Lloré con más fuerza incapaz de reaccionar. No, no. No tenía que ser así. No podía acabar convirtiéndome en lo que más rechazaba ser. No, no, no.

Con fuerza y sin pensarlo con claridad, levanté la pierna y le golpeé la entrepierna.

Escuché su grito detrás de mí, pero cuando quise escapar, su daga atravesó mi mano y la madera de la cómoda haciéndome soltar el grito más desgarrador que había salido de mi hasta ese momento.

Visenya

-Me han dicho que me estabas buscando-la voz de Aegon recorrió cada ápice de mi ser, pero fui incapaz de girarme y mirarle.

-Has matado a mi madre…-fue lo único que logré decir al separar los labios.

-Podría haberte matado a ti- escuché algo metálico apoyarse sobre la madera- pero no sería suficiente, no sufrirías en absoluto porque sería demasiado rápido, ¿No crees?

Tragué saliva y me levanté limpiando la sangre de mi madre en mi vestido mientras me giraba lentamente para fijar los ojos en el hombre al que había ayudado a traer de vuelta al mundo.

Sentado sobre la cama me devolvió la mirada con una frialdad que me dejó en el mismo lugar, quieta, intuyendo que si hacía un mal movimiento acabaría con mi vida en esa misma habitación. ¿Cómo había podido llegar allí sin que le escuchara?

-Has matado a mi madre ..-repetí completamente destrozada.

-A estas alturas a mucha más gente-respondió.

Caí al suelo completamente devastada. Yo había sido la causante de todo esto. Yo había matado a mi madre.

-Y ahora si me disculpas- se puso de pie y agarró la daga- debo ir a por alguien.

-¡Hice todo, removí cielo y tierra para traerte de nuevo a la vida!- espeté enfurecida-¡¿Cómo puedes pagarme todo eso con esto?!

Cerré los ojos cuando caminó hacia mí y me agarró del pelo para obligarme a levantarme.

Su rostro estaba tan cerca del mío que sentí que mi corazón se rompía en mil pedazos diminutos.

-Podría pagarte de muchas maneras-sentí la punta de su daga rozarme- podría hacerte sufrir de la peor de las…

La puerta se abrió de golpe y Daeron entró empujado por un guardia que se lanzó sobre él.

-La chica- dijo propinándole un puñetazo al guardia- la he escuchado gritar.

Aegon se apartó de mí y miró a su hermano.

-¡¿Y no has podido acudir tú?!- le espetó lanzando su daga que aterrizó en la cabeza del guardia provocandole la muerte en el momento- aquí estaba ocupado.

-No- Daeron se quitó de encima al guardia y señaló a su hermano con el dedo- Visenya no es el enemigo, así que ve a por la otra mientras yo me encargo de sacar a esta del castillo.

Aegon no me volvió a mirar, salió de los aposentos de mi madre y yo miré a Daeron mientras volvía a dejarme caer junto a mi madre.

-Lo sabias…-lloré- todos lo sabíais y le dejasteis matarla…

-No tenemos tiempo para esto- me obligó a levantarme y me arrastró hacia el pasadizo mientras yo me agarraba a los muebles.

-¡¿Aemond también está aquí?!

Le aparté de mí de un empujón.

-¡Dímelo!- grité llena de rabia mientras volvía a empujarle-¡¿Porque me habéis arrebatado a mi madre?!

Le golpeé en el estómago y vi como se doblaba mientras yo volvía a empujarle.

-¡Era mi madre, Daeron!- sollocé volviendo a dejarme caer al suelo-¡La madre que llevaba toda mi vida buscando!

Daeron me miró, pero entonces unos pasos apresurados por el pasillo provocaron que él se posicionara delante de mí mientras yo me ponía de pie.

-¡¿Dónde está?!- gritó Aemond con el rostro repleto de sangre y la espada en la mano.

Y entonces su ojo dejó de moverse enloquecido por la estancia cuando lo clavó en mi.

-Te juro que yo no…-Daeron levantó las manos mientras Aemond esquivaba el cuerpo de mi madre sin dejar de mirarme.

-¡¿Cuando pensabais avisarme de esto?!- lanzó la espada al suelo y le propinó un fuerte puñetazo a su hermano que acabó estampado en la pared mientras yo gritaba.

No le dió tiempo a reaccionar, le agarró de la camisa y otro puñetazo le partió el labio.

-¡La habéis puesto en peligro, idiota!- le gritó volviendo a pegarle.

Se apartó de él intentando respirar con normalidad y cogió su espada del suelo para luego tirar de mi brazo hacia el pasadizo.

-Dile a tu rey que si lo veo esta noche, acabaré con él.

Cerró la puerta del pasadizo y nos quedamos a oscuras. Solo su respiración entrecortada y mis sollozos.

-Ha matado a mi madre….-me rompí completamente vulnerable.

Escuché su espada caer contra el suelo de nuevo y como me volvía agarrar del brazo para atraerme a él.

-Lo sé…-susurró echándome el pelo detrás de la oreja- y lo siento, lo siento muchísimo.

Pasé mis brazos por su nuca y me desahogué llorando. Aemond deslizó sus manos por mi cintura y así nos quedamos. Juntos, el uno pegado al otro mientras yo lloraba la muerte de mi madre.

La semilla del dragón. (Segunda parte). AEMOND TARGARYEN 💚Where stories live. Discover now