26.

88 19 5
                                    

Visenya

Escuché los gritos de Aemond y me levanté del sillón a la misma velocidad que lo hizo Daeron.

Corrí hacia la puerta y nada más abrirla, mis ojos colisionaron con el de Aemond.

-Sal de aquí- le ordenó a Daeron.

Me hice a un lado y Daeron me dedicó una mirada antes de abandonar los aposentos.

-Yo solo quería…

-Me vas a escuchar a mi- me interrumpió Aemond con frialdad, cerrando la puerta de un portazo- así que no interrumpas, porque mi paciencia es mínima en este momento.

Me quedé absolutamente quieta.

-Vas a venir conmigo en Vaghar, tu dragón se quedará aquí, te llevaré a Desembarco del rey con tu madre y permanecerás junto a ella hasta nueva orden.

-Pero…

-¡Pero nada!- me gritó fuera de sí- ¡Estoy cansado de tu actitud, harto de aguantar esto!

Abrí los ojos más de la cuenta con el labio tembloroso.

-¡Vas a ir permanentemente a Desembarco del Rey y no creo que vuelvas algún día a pisar Rocadragón!

-¡Eso no me lo puedes impedir!- le espeté dando un paso hacia él.

-¡Puedo prohibirlo porque eres mi esposa!- con fuerza me agarró del brazo- ¡Puedo hacer lo que quiera porque eres mi esposa y nadie va a mover un solo dedo para detenerme!

-¿Es una amenaza?- las lágrimas ya escapaban por mis ojos sin poder detenerlas.

Me miró con el rostro repleto de rabia y ejerció más presión sobre mi.

-Claro que lo es-dijo al fin.

Intenté zafarme de su agarre, pero entonces me agarró del rostro para no dejar casi ni el aire pasar entre nosotros.

-Esto se acabó Visenya, continuarás siendo mi esposa en términos legales, pero en este preciso momento me convierto en hombre libre-su ojo no mostraba calidez alguna- pero como a ti se te ocurra acercarte a alguien…

Sollocé cuando comenzó a dolerme la mandíbula.

-Entonces recuerda mi amenaza- me soltó con rabia- no juegues conmigo porque puedes arder por completo.

Caminó hacia la puerta y la abrió de golpe.

-Vamos, cuanto antes terminemos con esto, mejor.

Le miré atónita, incapaz de asimilar lo que estaba pasando.

-No, Aemond, no voy a permitir que…

Y debí haberme quedado con la boca cerrada, porque en un momento estaba en la puerta y al otro la cerró de golpe y me agarró del codo hasta arrastrarme a la cama.

-¡¿Quieres odiarme?!- gritó-¡¿Quieres que hagamos esto por la vía difícil?!

-¡No!- le golpeé intentando zafarme de él.

Me mantuvo sujeta por el escote del vestido y me miró como jamás me había mirado.

-He sido paciente, he sido lo más paciente que puede ser un hombre en todos los términos- sollocé cuando volvió a hacerme daño con su agarre- pero esa paciencia se acabó, gracias a ti, gracias a que has abandonado tu lugar junto a mí para venir corriendo a por un hombre que te mataría si pudiera.

-Aemond…-lloré.

-No voy a darte la satisfacción de anular este matrimonio, así que serás la esposa repudiada en el castillo de su madre, y así te pasarás toda tu vida, no podrás mirar a otro hombre, no podrás desear a otro hombre porque como eso pase…empezará a morir gente.

-¡No puedes hacerme esto!

Me soltó dejándome caer sobre la cama y me miró detenidamente.

-Ni siquiera tuviste una conversación conmigo cuando murió nuestra hija…-susurró sin alterar el gesto de su rostro- ¿Crees que tú eres la única que puede estar de luto por ella?

Sollocé incapaz de decir nada.

-Vamos a terminar con esto de una vez- se aclaró la garganta-levántate y sígueme.

Me puse de pie a duras penas viendo cómo él se dirigía a la puerta.

-No puedo ir a Desembarco del Rey-confesé tan bajito que por un momento pensé que no me había escuchado, pero cuando se quedó en silencio con su mano sobre el pomo de la puerta continúe hablando- Daemon…Daemon no me quiere en ese castillo.

-¿Te ha hecho o dicho algo?

Tragué saliva por miedo a las consecuencias viendo como se giraba lentamente para mirarme a los ojos.

-Si…-incapaz de contener mis lágrimas me llevé una mano a la boca- y estoy segura de qué seguirá haciéndolo.

Frunció el ceño y terminó de abrir la puerta tras coger una gran bocanada de aire.

-Aprenderás a vivir con ello.

Y sin más comenzó a caminar por el pasillo.

La semilla del dragón. (Segunda parte). AEMOND TARGARYEN 💚Where stories live. Discover now