22.

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Blue

Me temblaba todo el cuerpo, cada ápice de mi ser se moría de miedo mientras mi mirada continuaba clavada en Aegon que con una tranquilidad absoluta se dirigió a una de las mesas de sus enormes aposentos para llenar dos copas de lo que parecía ser vino.

-Siéntate-me ordenó señalando uno de los sofás.

No me moví.

-No sé que te habrá dicho Daeron sobre mi, pero te doy mi palabra de que no voy a hacer nada - volvió a señalar el sofá- solo necesito desahogarme.

-¿Desahogarte?

-Tú me hablaste de tu motivo para escapar de Desembarco del Rey, pero yo no te dije mis motivos.

-No hace falta que me los cuentes…-susurré.

-Necesito desahogarme…-repitió dándole un largo trago a su copa- o me voy a acabar volviendo loco.

Asentí y al fin me atreví a caminar hacia él.

-Soy toda oídos entonces- me senté y le miré atentamente intentando no intimidarme ante su mirada.

La misma que la de mis sueños.

Sus claros ojos no se apartaron ni un instante de mi y tuve que encoger los dedos de los pies para evitar levantarme y alejarme de él.

-A pesar de mi fama, yo me enamoré con apenas ocho años-volvió a llenarse la copa y al fin apartó su mirada de mi-la muchacha era asustadiza, escurridiza y sin ningún tipo de modales, hasta que mi madre decidió cuidarla y protegerla de todos. Vivió con nosotros y se crió como una hermana más, pero cada año, cada maldito año que pasaba ella se hacía más hermosa, más difícil de ignorar, más difícil de superar.

Le escuché con atención y le seguí con la mirada hasta que se sentó en frente de mí.

-Pero yo tenía que seguir mi deber para con el reino, eso incluía casarse con mi hermana, una mujer a la que jamás quise- volvió a beber sin apartar sus ojos de mi- una mujer que solo me recordaba lo desdichada que era mi vida, sobre todo cuando comencé a prestar atención a las miradas que mi hermano menor le dedicaba a la muchacha que aún seguía clavada en el fondo de mi alma.

Se quedó en silencio, dejó la copa sobre la mesa y se cubrió con las manos el rostro. Igual que cuando me gritó aquella misma mañana.

Continué quieta, incapaz de mover un ápice de mi cuerpo.

-Estaba enfadado con el mundo, con mi madre, con ellos dos porque era evidente que se gustaban, con Rhaenyra que estaba empeñada en quitarme el trono- se volvió a llenar la copa con evidente estrés- su madre intentó arrebatarla de nuestro lado varias veces, pero siempre, siempre acababa regresando.

El hombre que tenía enfrente era sin duda el único Targaryen al que no podía permitirme temer. Así que me levanté, agarré la otra copa llena de vino, crucé la estancia y me senté a su lado.

-Pero se casó en secreto con mi hermano, y….-me miró con el rostro desolado- eso me destrozó aunque aparenté indiferencia lo mejor que pude.

Bebí de mi vino y él me imitó antes de continuar hablando.

-Pero eso detonó algo dentro de mí, y empecé a hacer locuras para que ella abriera los ojos, para que ella me viera.

No supe el motivo, pero mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas con su relato y subí las piernas sobre el sofá para acomodarme.

-La hermosa muchacha, ya esposa de mi hermano, me salvó la vida más de una vez, aunque eso significara convertirse en la enemiga de su propia madre, me salvó y…y yo supe entre nuestras risas y enfados que había algo más, que yo no estaba del todo loco, que esa hermosa muchacha asustadiza también había visto algo en mi.
No tengo dudas de que en algún momento, de que en algún instante todos los dioses se pusieron de acuerdo para que ella posara al fin sus ojos en mi.

-¿Y qué pasó?

Me miró en silencio y golpeó lentamente y con nerviosismo su dedo contra la copa varias veces.

-Pasó que yo me coroné rey e intenté que ella anulara su matrimonio para casarse conmigo.

-Pero esa hermosa muchacha sigue con tu hermano…-susurré sabiendo el final de esa trágica historia.

-Tuvo la oportunidad de estar conmigo, pero fue cobarde, decidió que era más seguro para su hija y para ella quedarse con mi hermano, y entonces….-con fuerza y pillandome completamente desprevenida lanzó su copa, que estalló en mil pedazos contra la pared- entonces a mi me quitó del medio.

Borró con su mano una lágrima que había caído por su mejilla y me miró.

Sé que no buscaba que yo lo mirara con lástima, sé que buscaba lo mismo que me ofreció él en esa barca. La indiferencia de un desconocido.

Así que eso mismo le di yo.

-Mi hermano pensaba vender mi virginidad al mejor postor para poder gastarse el dinero en alcohol y meretrices- dije.

Eso hizo que Aegon esbozara una ligera sonrisa repleta de pena.

-Me pegaba si no le tenía la comida a tiempo, si llegaba tarde, si pensaba que podía haber estado viendome con alguien, si dormía más de la cuenta, si salía en su barca a dar una vuelta…

-Vale, vale- me interrumpió ofreciendome la copa de vino que yo había dejado en la mesa.

Me reí aceptándola y por un momento toda la tensión acumulada se esfumó de golpe.

Bebí bajo su atenta mirada.

-No puedo volver con mi familia porque él y ella estarán juntos y recordaré esa daga incrustándose en mi cuello cada vez que los tenga enfrente.

-Entonces no vuelvas, Aegon, nadie te va a obligar.

-Lo que sí voy a hacer es ir a reclamar mi trono, eso siempre ha sido mío y me lo arrebataron.

Abrí la boca dispuesta a hablar, pero un fuerte golpe en la puerta me sobresaltó.

-Aegon abre.

Los sollozos de una chica se escucharon con claridad tras la puerta.

-Soy Visenya.

La semilla del dragón. (Segunda parte). AEMOND TARGARYEN 💚Kde žijí příběhy. Začni objevovat