25.

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Visenya

Golpeé la puerta de mis aposentos en un intento fallido por salir.

Había escuchado el inconfundible rugido de Vaghar, sabía que Aemond había venido a por mi, pero me aterrorizaba la idea de que primero fuera a ver a Aegon.

Así que seguí golpeando la puerta hasta que Daeron entró obligándome a retroceder.

-Déjame salir- le exigí.

-¡No te voy a dejar salir!- me espetó cogiéndome por la muñeca y apartándome de la puerta de un fuerte tirón- Aemond no ha venido a por ti así que es mejor que no salgas.

-¡No eres nadie para..

-Ya te he dicho lo que significa que mi hermano no haya venido a por ti-me dejó caer sobre un sillón y se agachó a mi lado- les he escuchado hablar y no estaban en términos muy amistosos, si tú te presentas ahí y Aemond siente una pizca de esos celos, entonces todos volveremos a perder a Aegon, ¿Lo has entendido?

Asentí mordiéndome el labio superior para no romper en llanto.

 -Todos lo están viendo…todos menos yo…

Para mi sorpresa, Daeron me pasó una mano por la rodilla en un Intento de consolarme.

-Si pasa de esta noche, volverás a verle, estando de nuestro lado o del lado del enemigo.

Le aparté la mano de un manotazo.

-No vuelvas a decir eso…-susurré dejando caer mi espalda contra el respaldo del sillón con resignación-Aemond  jamás me vería como una enemiga.

Daeron esbozó una sonrisa.

-Yo no te vería como una enemiga- se puso de pie- pero ¿Aemond?- soltó una carcajada- no olvidará el que hoy estés aquí y no con él, creeme.

Me abracé las rodillas mientras él se sentaba en la cama y los dos, completamente en silencio, esperamos.

Blue

Escuché los pasos de Aegon bajando las escaleras y como el príncipe tuerto desenvainaba su acero sin apenas tener un ápice de duda.

Así que solté la mano de Cloti y volví a subir las escaleras, intentando hacer el menor ruido posible.

-Aquí me tienes, Aemond- Aegon abrió los brazos- vivo, justo como no querías verme.

La expresión en el rostro de Aemond era imposible de descifrar.

-Solo quiero soledad y tranquilidad, pero os empeñais en venir a perturbar mi vuelta al mundo- continuó diciendo Aegon sin miedo mientras seguía caminando hacia él- ¿Es tan difícil de entender mi decisión de alejarme de todos?

-¿Dónde está Visenya?

Desde donde me encontraba pude ver cómo la mirada de Aegon cambiaba un solo segundo, para volver a mostrar ese rostro igual de frío que el de su hermano.

-Todo sigue girando solo entorno a tu esposa….-puso los ojos en blanco cada vez más cerca-¿No vas a decirme nada a mi por haber vuelto a la vida?

Entre Aegon y la espada afilada de Aemond había solo escasos centímetros.

-¿Dónde está Visenya?- repitió el príncipe tuerto.

-¿Quieres hablar de Visenya?- Aegon dió el último paso hacia su hermano- entonces hablemos de Visenya..

Escuché los pasos de Cloti que subía las escaleras de puntillas para ver mejor la escena.

-No tengo intención alguna de verla, ni mantener ningún tipo de conversación con ella-la punta de la  espada de Aemond  tocó el pecho de Aegon- no quiero que me busque, que intente nada…

-¿Quieres matarla?

Toda la estancia se quedó en silencio, nadie movió ni un pelo hasta que Aegon volvió a hablar.

-Si intenta volver a dejarme una cicatriz en el cuello no dudes que tu queridísima esposa me acompañará al infierno.

Aemond hundió algo más su espada en su hermano, pero este no se retiró ni le apartó la mirada ni por un momento.

-Mantenla alejada de mí…-susurró.

Se sostuvieron la mirada por un largo rato, y por un momento pensé que aquel príncipe tuerto acabaría con la vida de su hermano, pero poco después de desafiarse, de buscar algo que le diera un motivo significativo para matarle y no encontrarlo, apartó la espada de él y la guardó en completo silencio.

-No verás a Visenya, no te acercarás a ella y mucho menos tocarás ni un pelo de ella, ¿Me has entendido?

-¿Son las reglas que debo cumplir para que no me mates?

Aemond le fulminó de nuevo con la mirada y posó su mano sobre el pomo de su espada, seguramente arrepentido de haberla guardado.

-Controla a tu esposa, que no vuelva a buscarme y sacala de este castillo antes de que pierda la poca paciencia que me queda.

Se volvieron a mirar, y el príncipe tuerto se giró caminando a grandes zancadas hacia las otras estancias.

-¡Daeron!- gritó-¡Daeron!

Escuché los pasos de Aegon alejandose de nuevo hacia las escaleras y sentí una punzada en el pecho.

La semilla del dragón. (Segunda parte). AEMOND TARGARYEN 💚Where stories live. Discover now