𝐕𝐈

2.6K 365 84
                                    

────・:✧∙✦∙✧:・────

Eran las siete de la noche, Sergio salía de la universidad con varias hojas de papel bastante desordenadas sobre sus manos, había tenido la mala suerte de ser quien se encargase de resumir cuarenta páginas de información que sus compañeros de equipo le habían dado, sacando además de eso, una conclusión sobre cada uno de los problemas que plantearon.
Pensar en todo lo que debía hacer le hacía doler la cabeza.

Carlos y él no estudiaban juntos, hacía un par de días que no lo había visto y no había hablado con él, ahora era cuando más lo necesitaba.
Necesitaba a su mejor amigo cerca suyo, para poder sacar todo lo que sentía tan adentro de su conciencia, necesitaba un consejo, uno de esos tan idiotas que tienen algo de sentido. Habían pasado dos semanas desde el altercado con Max y había evitado cualquier contacto con él, bloqueandolo de instagram y para evitar problemas, cambió su nombre de usuario. Una solución cobarde, pero era la que creía más correcta.

Ahora definitivamente se alejaría del campo, no podía parar de repetirse a sí mismo en un constante bucle la escena vergonzosa que tuvo que pasar aquel día.

Sacudió su cabeza, alejando todo pensamiento de ella y empezó a caminar en dirección a su hogar, tenía un auto pero en estos momentos no se encontraba a su dispocisión, pues, su padre lo había tomado para un breve viaje de trabajo, prometiéndole traerle un recuerdo del lugar al que iba.
Aunque algo de ejercicio no iba a venir mal.

El cielo aún no era atacado por la noche, mantenía sus colores amarillos, celestes que conforme los minutos pasaban, comenzaban llenarse de tonalidades naranjas, rojas, amarillas y hasta violeta.
El viento hacía sus hojas moverse, tratando de tomarlas y aferrarlas a su pecho con fuerza pero manteniendo su agarre no tan firme para no arrugarlas. A la más mínima muestra de maltrato a las hojas, debería comenzar de nuevo, no pasaron más de unos minutos y el cielo cambió totalmente, tiñendose de colores grises y las gotas frías de agua comenzaron a caer, humedeciendo todo a su paso.
Hubiera sido un viaje tranquilo, de no haber sido porque un auto comenzó a conducir cerca de la acera por la que caminaba, siguiendo su ritmo.
La curiosidad lo atacó, haciéndolo voltear y encontrándose con una no tan agradable sorpresa.

—¡Checo! ¿Te llevo?—Propuso un rubio de complexión delgada, conduciendo un Lamborghini Aventador de color negro, elegante, demasiado para ser conducido por un idiota.

Sergio no dijo nada, mantuvo su vista hacia en frente pero parecía ser que eso no iba a ser suficiente.

—Vamos, sé que tu casa queda lejos de aquí, no seas orgulloso.

Sergio detuvo su paso, dirigiendo su mirada al auto y al conductor, quién sonreía a dientes blancos y perfectos, se acercó a la ventanilla, agachándose un poco para quedar a la altura de ella. Sergio tenía la opción de negarse e ir caminando, pero aquellas hojas eran algo de suma importancia y no había espacio en su portafolio, tampoco podía doblarlas y provocarles arrugas.
El rubio alió del auto, dirigiéndose al lado del copiloto, abriendo la puerta para Sergio, mirándole con una sonrisa.

Sergio subió al auto, manteniendo una postura rígida, demostrando su incomodidad al estar en ese lugar, mirando al rubio subir a un lado suyo. El auto fue encendido nuevamente y el piloto comenzó a conducir en dirección al hogar del copiloto, mientras que Sergio evitaba por completo la mirada del conductor mirando hacia otro lado o a la ventana.

—¿Y cómo te fue hoy?—Trató de iniciar una conversación.

—Bien.—Respondió cortante.

—¿Qué hiciste?

—No hagas como si de verdad te interesara, no trates de ser amable conmigo, sólo conduce y cállate.

—Te recuerdo que estás en mi auto, así que sólo estoy intentando hablar contigo sin que huyas como cobarde o me evites.

—No tengo nada que hablar contigo, George.

George suspiró, guardando la gran cantidad de insultos que quería decirle a su guapo copiloto, pero se calló y continuó conduciendo, logrando cruzar un par de palabras más con él, pero todo en un muy corto periodo de duración.
La lluvia había aumentado, empapando las calles y todo lo que estaba bajo ella, Sergio miraba las gotas de agua por los cristales de la ventana del auto, ese auto le daba tantos recuerdos que creía olvidados.

Eso aumentaba su incomodidad.

Se arrepentía de haber aceptado, quizá hubiera podido tomar un Uber pero no tenía dinero y sabía que el viaje sería muy costoso del lugar en el que estaba a su hogar. George había puesto algo de música para hacer el viaje más ameno, cosa que funcionó, pues Sergio cantaba un par de estrofas en voz baja acompañando a George.

Sólo pasó media hora, George había propuesto ir a comer, pero Sergio se había negado pidiéndole nuevamente que lo llevase a su hogar sin muchas vueltas, así fue cómo George paró frente al hogar de Sergio, apagando el auto y girando su vista a Sergio.

—¿Cuánto te debo?—Preguntó Sergio, buscando entre su mochila.

George detuvo sus manos, poniendo una de ellas sobre la de Sergio, recibiendo una mirada como respuesta.

—¿Puedo...

Sergio suspiró, no dando mucha respuesta a la extraña propuesta de George, alejando sus manos de las del rubio, tratando de abrir la puerta, encontrándose con la sorpresa de que aún tenía el seguro puesto, volvió a mirarlo, encontrando a George con una sonrisa.

—No te estoy pidiendo más.

Odiaba lo infantil que podía llegar a ser, Sergio no pudo mantenerse firme a la promesa que le había hecho a Carlos de no tener ningún contacto con George, no podía, era imposible sacarlo de su vida todavía.
Sergio se acercó a George, tratando de dar un beso sobre su mejilla, encontrándose con que eso no era lo que George quería, volteando su rostro para encontrar sus labios con los suyos.

George pasó una de sus manos por la nuca de Sergio, cerrando los ojos dispuesto a disfrutar de su beso. Sergio dejó sus manos descansar sobre su pecho y hombros, acariciando con delicadeza, era un beso hambriento, lleno de ansías por parte del rubio, quién se alejó, acariciando el labio inferior de Sergio con su dedo pulgar.

—Gracias.

Fue lo único que alcanzó a decir Sergio para separarse por completo de él, mirando a George retirar el seguro dándole la oportunidad de abrir la puerta y salir casi corriendo de su auto, entrando a su hogar dispuesto a refugiarse ahí y a limpiar sus dientes.



────・:✧∙✦∙✧:・────








Díganme que sí le pasaron sus chistes

Oops! Bu görüntü içerik kurallarımıza uymuyor. Yayımlamaya devam etmek için görüntüyü kaldırmayı ya da başka bir görüntü yüklemeyi deneyin.

Díganme que sí le pasaron sus chistes

Apuestas ❛❛Chestappen❜❜Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin