𝐗𝐗𝐈𝐕

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Su alarma lo despertó, había olvidado apagarla durante los fines de semana, siempre se repetía así mismo que acomodaría bien sus alarmas pero lo dejaba para más tarde o sólo no lo hacía.
Despertó con los ojos y el cuerpo cansado, tallando sus ojos y suspirando con fuerza ante las palmas de sus manos, recordando en breves segundos lo ocurrido la noche anterior y la razón por la que su puerta estaba cerrada. Se levantó de su cama y salió de su habitación, dirigiéndose al living, encontrando al rubio durmiendo en una posición incómoda y abrazándose a sí mismo, había olvidado por completo darle algo para cubrirse, suspiró para sí mismo y volvió a su habitación, en búsqueda de una sábana pese a que la noche ya había pasado.
Volvió en cuestión de segundos y casi con delicadeza puso la sabana sobre su cuerpo, teniendo cuidado de no despertarlo y sentándose en el otro sofá libre, permitiendose suspirar al observar más detalladamente su rostro con moretones y el pómulo derecho algo inflamado.

¿Qué debería hacer? ¿Esperar a que despertara? ¿Despertarlo y sacarlo de su casa? Ni él mismo lo sabía.

Se pasó varios minutos pensando en qué sería lo mejor, pero sus opciones se vieron decididas cuando los azules ojos del rubio se abrieron, aunque los entrecerró al recibir la luz del sol entrando por la ventana, directo en su rostro, luchó por acostumbrarse a la luz y al hacerlo, abrió los ojos y vió la figura del mexicano sentado en un sofá individual cercano al que usaba para descansar.

—Hola, Checo...—Saludó algo tímido, comenzando a sentarse sobre el sofá, notando la sábana que lo cubría, sonriendo al instante.

—Cuéntame lo que pasó.

Fue lo único que alcanzó a decir, con ese tono cortante y hasta golpeado, que hizo hasta a Max sentirse intimidado por ello, tomó algo de aire y empezó a relatar.

—Bueno, verás... Desde que dejé los estudios, mi papá ya no me ha dinero, lo poco que me quedaba lo usaba para tomar y...—Se encogió de hombros.—No pagaba y decía que volvería para pagarlo luego pero no lo hacía y, lo inevitable pasó.—Su voz sonaba avergonzada, haciendo un ademán señalando su rostro.—Ayer me golpearon porque debo una... Considerable cantidad de dinero.

Sergio se quedó en silencio, mirando al rubio incrédulo, ¿Y sí mentía sólo para causarle algo de lástima? Aunque no tenía necesidad de hacerlo, ya le causaba lástima con sólo verlo.
Suspiró con pesadez, buscando algo qué decir sin sonar tan grosero.

—Y no has pensado en... No sé, ¿Dejar de beber?—Trataba de no hace evidente su tono de preocupación al hablar.—Mira, Max tú...—detuvo sus propias palabras, no debería de darle consejos y mucho menos tomar un rol de consejero para él.—Bueno, ya viste lo que te ocurrió.

Max asintió, manteniendo la mirada agachada, pasaron unos minutos de silencio

—Gracias por escucharme, Checo.—Se levantó, retirando las sábanas de su cuerpo, dejándolas sobre el sofá.—Iré a casa.

Sergio asintió, levantándose del sofá para caminar en dirección a la puerta, siendo seguido por Max, abriéndola y dirigiendo su mirada al rubio.
Miró al mexicano, tenía tantas ganas de decir miles de cosas, de darle besos acompañados de decenas de disculpas, pero le era imposible articular palabra alguna.

—Max.—Llamó su atención al llamarlo.—No dejes tus estudios y menos por tus borracheras o por... Sea cual sea la razón.—Aconsejó.

Apuestas ❛❛Chestappen❜❜Where stories live. Discover now