𝐗𝐕𝐈

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No quería regresar a su hogar, sabía que no sería la mejor opción. Buscó entre los bolsillos de su pantalón su teléfono, con un ritmo que parecía sonar desesperado, buscando entre sus contactos a alguien.
Sabía que no era lo mejor, que después de haberse apartado tanto de sus amigos no podía tener el descaro de pedirles consuelo, pero sus lágrimas y dolor no le permitían pensar, así que llamó y esperó con paciencia, deteniendo sus pasos pero dejando salir pequeños sollozos junto a su respiración entrecortada.

—¿Checo?—Habló la persona al otro lado de la línea.

—Charles...—Su voz salió en un susurro y su amigo de inmediato pudo notar que había algo extraño en su hablar.

—¿Estás bien? Te escuchas raro...

Sergio volvió a llorar, tratando de cubrir su boca para poder tranquilizarse y hablar.

—¿Puedes venir por mí? Por favor...—Pidió en un tono de ruego.

—Por supuesto, sólo pásame tu ubicación y voy por ti.

Sergio hizo caso y sin colgar la llamada se dirigió al chat de Charles, enviando su ubicación con los dedos temblorosos, no sabía si era por el frío o por haber llorado tanto.
Colgó la llamada y sólo quedaba esperar, guardó su teléfono y empezó a tratar de secar sus lágrimas con sus muñecas.
Rogaba y rezaba a todo lo existente porqué esto fuese sólo una pesadilla, quería despertar y estar a un lado del neerlandés.



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Llegaron al hogar de Checo, Leclerc había llegado tan rápido por él que hasta fue sorprendente para Checo, quién no quiso hablar durante todo el camino.
Leclerc lo dirigió a su sofá, donde apenas tomar asiento, tomó las manos del mexicano, dejando caricias suaves sobre ellas para decidirse empezar a averiguar lo ocurrido.

—Sergio...

Apenas decir su nombre, Sergio volvió a llorar, Charles mordió su labio inferior y se acercó a abrazar al mexicano, quién escondió su rostro entre el cuello y hombro del rubio, dejando que sus lágrimas llenas de amargura quedaran impregnadas sobre su ropa, aferrandose a su cuerpo como si su vida dependiera de ello.
Charles palmeó suavemente la espalda de Sergio, dejando caricias sobre ella, él había avisado a Carlos sobre lo extraño que Sergio estaba y sólo esperaba a que su amigo llegase y supiera qué hacer. Sabía que Sergio lo odiaría por llamar a Carlos, pero ahora, lo mejor era la presencia de Carlos. Él no podía hacer mucho, sólo escucharlo llorar.

Luego de unos minutos, donde la sala estuvo llena de sollozos, respiraciones entrecortadas y de pequeñas palabras de ánimo por parte de Charles, la puerta fue abierta casi de un portazo y, para ser honestos, Sergio esperaba que Max hubiera sido quien abrió de tal manera su puerta, pero se encontró con Carlos, quién le miraba con sorpresa, sintiéndose conmovido al instante al ver a su mejor amigo con los ojos así de rojos por haber llorado.

—Voy a preparar algo de té.—Anunció Leclerc, levantándose del sofá para dirigirse a la cocina y dejar a los amigos hablar.

¿Checo? ¿Estás bien?—Se acercó casi corriendo al sofá, sentándose junto a su amigo, tomando sus manos y mirándole con preocupación.

Carlos... Hay algo que debí decirte hace tiempo.—Mordió su labio inferior.—¿Recuerdas a Max?

Carlos asintió no muy contento de escuchar ese nombre, pero aún manteniendo su mirar en el mexicano.

Él parecía querer cortejarme, no acepté y no quise porque él era menor de edad, así que no supe de él cómo por uno o dos meses y luego...—sollozó en medio relato, cubriendo su rostro con una de sus manos, respirando profundo y buscando relajarse para continuar.—Volví a verlo, me envió un mensaje invitándome a salir el día de mi graduación y acepté, ese día nosotros...—Carlos asintió, entendiendo a lo que se refería.—Y comenzamos a salir "formalmente", pero yo creí que de verdad era algo serio o... Al menos que le importaba un poco.—Las lágrimas amenazaron con volver a salir, nublando su vista nuevamente.—Le hablé de mi accidente, de ti, de mis amigos, yo pensaba que... Era en serio pero, sólo fue una apuesta que hizo con George para acostarse conmigo y...—sus sollozos volvieron a impedirle hablar, así que cubrió sus ojos con las palmas de sus manos, sintiendo la mirada de Carlos sobre él.—Sé que debí decirte, pero no creí que...

Ahí fue donde Carlos interrumpió.

Tranquilo, Checo, ahora lo sé.—Se acercó a su amigo, rodeando su cuerpo con sus brazos para brindarle un cálido abrazo.

Sergio volvió a ocultar su rostro entre su cuello, aferrandose al cuerpo de su amigo y dejando sus lágrimas caer.
Carlos sentía enojo hacia el rubio, quizá más rencor del que Sergio sentía, ver a Sergio llorar por alguien la primera vez le hizo romper el mil pedazos y ahora que volvía a presenciarlo, sentía que su corazón había sido arrancado de su sitio, ver a Sergio llorar por él, tal y cómo pasó con George le hacía sentirse derrumbar.
Charles volvió a la sala, encontrándose con esta escena, dejando dos tazas de té sobre la pequeña mesita para regresar por el suyo a la cocina, sentándose al otro lado de Sergio, acariciando su espalda con su mano y suspirando.

—¿Tú sabías de esto, Charles?

—No, él no sabía nada...—Respondió Sergio.—Acabo de decirle.

Sergio se alejó de Carlos y se recargó en el sofá, secando torpemente sus lágrimas con sus manos, Charles acercó una taza de té para el mexicano.

—Toma esto, te hará sentir mejor.—Murmuró en un tono bajo, sonriendo cuando la taza fue bien recibida por el mexicano.

—¿Tienes hambre, Sergio?—Habló Carlos, quién secaba las lágrimas que habían sido contagiadas por Sergio.

Sergio asintió temeroso, mirando a Carlos sacar su teléfono y entrar a una aplicación de comida, dió un sorbo de té y sintió la calidez del líquido pasar por su garganta, suspirando y permitiendo que los sollozos se calmasen.

—¿Qué quieres comer?

—No lo sé...

—¿Hamburguesas?—Propuso Charles, recibiendo la mirada de Sergio quién asintió.



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