Bang

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Es una gran falacia creer que los comics de superhéroes son solo para niños, adolescentes o jóvenes adultos, si seguro, las historias y los personajes quizás si están creados para este grupo restringido, pero, está bien comprobado que no hay edad en la que el ser humano se pregunte como sería la vida si tuviera superpoderes.

Queremos volar cuando somos niños, lanzar energía con las manos, mientras maduramos no abandonamos esas fantasías, comenzamos a madurar y nos imaginamos como seria leer la mente, lo bueno que sería si pudiéramos causar algún daño a distancia, pocos pueden contemplar lo peligroso que sería todo esto. Piensen como seria de forma realista tener un superpoder.

Estaba jugando con mi compañero, estábamos sentados en las hamacas, nunca tuve problemas en el colegio, la maestra sabía que yo era un buen estudiante. Estaba jugando con Robert, a un típico juego norteamericano, indios y vaqueros, la mayoría lo conoce, en nuestra sociedad Norteamericana acostumbrada a las armas no está mal visto este juego.

Me levanto y comienzo a correr a Robert, el me corre también a mí, como no me importa tomo el papel del indio, Robert me persigue con una escopeta de aire.
-¡Bang, bang bang! – dice Robert.

En esa época no sabíamos que las escopetas no eran ametralladoras, por eso la rapidez de los disparos, yo solo corría para complacer a mi amigo. Aquí todo se cambia, algo natural, en la que fingí recoger la escopeta de Robert y le apunto a la cabeza, con mi voz de niño le digo:

- ¡Ahora tengo tu arma! Ahora veras. –

Lo mire y le dije “¡Bang!”, lo que sucedió después me dejo bastante afligido, la cabeza de Robert explota en mil pedazos por pura casualidad, la sangre sale a chorros. Lo único que pude hacer fue ponerme a llorar y gritar del miedo, mi mama viene desde adentro de la casa y también los padres de Robert, la mama de mi amigo se pone a gritar, corre rápidamente a recoger a su fallecido hijo, con toda la carne colgando, con la sangre chorreando, no para de gritar. Su papa se desmaya. ¿Qué podía hacer la policía? Les informaron que esto sucede en un promedio de 26 veces al año, algún imbécil se puso a limpiar su escopeta y una bala perdida le dio a Robert.

Nunca encuentran al culpable, siendo una escopeta es bastante fácil saber la distancia desde donde se disparó, nadie tiene escopeta en aquel barrio. Las cosas quedan así, nunca puedo decir lo que paso a nadie, no puedo encontrar la fuerza para hacerlo. Me mandan al psicólogo, pero no me puede ayudar por las razones obvias, sé que no puedo decir nada, no por cobarde sino porque ya se realmente lo que sucedió. Por esto y en honor a mi amigo jamás vuelvo a jugar a indios y vaqueros.
Crecí con pocos amigos, pasaron 3 años ahora estoy en la escuela, hay una niña que le gusta a todos los chicos, le encantan los juegos de niños. Todos ese día estaban jugando, yo estoy sentado en las hamacas, mi amiga se pone detrás mío con dos dedos como un arma apuntándome y dice:

-Logre atraparte… -

Seguí el juego de mi amiga, levante mis brazos sonriendo y la escuche:

-Date vuelta. –

Como si fuera una psicópata primeriza me dice:

-¡Bang, bang, bang! –

Intento hacerme el muerto en la silla, pero ella continua:

-Ahora es tu turno, ¿Qué vas a hacer?

Me encogí de hombros, pero ella no se detuvo y bastante maliciosa me dice:

-Eres una gallinita, ¿no harás nada? ¡Dispárame!

Sé que todos mis compañeros me están mirando, intento no pensar en el pasado y además quedare muy mal frente a todos si no hago algo. Me vuelve a decir gallina y que le dispare. Trato de fingir picardía, tratando de salvarme de lo que debo hacer, pero no puedo, le apunto con mi mano:

-¡Bang! –

Lo que sucedió después dejo a todos traumados, el cuerpo de la niña salio volando unos cinco metros, paso por encima de dos mesas y se estrelló en una tercera, rompiendo todo. Cuando se estrelló ya estaba bastante muerta para ese momento, su cráneo se fracturo por el impacto, incluso perdió un brazo por el mismo. Todos gritaban y se volvieron locos, salieron corriendo desesperados. Ni hablar de mí, me puse las manos en la cabeza, comencé a gritar y a llorar desesperadamente, mis gritos eran más fuertes que los demás. Los padres de todos los niños llegaron. ¿Qué podían hacer? Volvieron a catalogarlo como otra bala perdida y como una coincidencia muy horrible.

Como se imaginarán, crecí solitario y sin amigos, no podía permitir que esto siguiera pasando, pero soy una persona bastante talentosa y con muchas cosas que ofrecer al mundo. A mis 21 años conseguí una novia a la que amaba con toda mi alma, no solo por el amor en sí, sino porque es lo único que tengo además de mis padres.

Un día tuvimos una pelea, algo normal en una pareja, pero lo único que hice al recriminarle algo apuntándole con mi dedo, ni siquiera hice “Bang”, lo siguiente que vi fue como la cabeza de mi amada volaba en pedazos.

Ahora estoy aquí, sentado, sin llamar a la policía, al lado del cadáver de mi amada novia, estoy todo cubierto de sangre, con la ropa húmeda por esto, lo único que me queda es despedirme, coloco mis dos dedos apuntándome a la cien y me despido de este mundo:

-¡Bang! –

Terror máximo Where stories live. Discover now