Terror máximo

Ella Grita

Tengo un problema muy grande, a decir verdad, todas las noches escucho a mi pequeña hermanita gritando, sus alaridos son inimaginables, lloros desesperados, gritos y gritos desgarradores que no tienen fin, se prolongaban hasta el máximo tiempo posible.

Yo trataba de no escucharlos, intentaba taparme los oídos con la almohada, pero era imposible, la seguía escuchando sin parar:

-Hermana mía ¿Qué te sucede? Dime algo. –

Ella solo gritaba sin parar, no tenía descanso con sus alaridos y yo no podía hacer nada para calmarla.
Un día decidí llevarle unos pañuelos con olor a lavanda, el olor era hermoso, quizás esto la haría descansar esa noche.

Pero los gritos continuaban, cada vez eran peor, yo ya no sabía qué hacer, estaba por volverme loco y le dije:

-Hermana, ¿Qué te pasa? Dímelo, si no me dices nada no puedo ayudarte, tienes que decirme algo. –

Pero ella continuaba gritando, gritaba sin parar y no podía hacer que se detenga.

Tal fue mi desesperación que una noche me levanté, me dirigí hacia ella colocándome encima diciéndole:

-Hermana ¿Qué te pasa? Por favor, dime ¿Qué te sucede? – solo veía oscuridad, había cierto espacio separándonos - ¿Qué te pasa hermana? Cuéntame, dime – cuando ella supo que había alguien ahí con ella, cuando escucho mi voz, ella dejo de gritar. Ella sabía que había alguien con ella ahí, tranquilizándose.

Por fin, deje de escuchar sus gritos, se había calmado, para estos momentos llegaba mi madre preguntándome:

-¿Qué haces ahí? Tienes que dejar de hacer esto, ya lo hiciste varias veces, por favor, deja de hacerlo, vuelve a casa conmigo. – me decía mientras me sujetaba de la muñeca.

-Pero… mamá, ¿no la escuchas gritar? ¿no la oyes? ¿Cómo puede ser que no la escuches Mamá? – me levanto con las rodillas llenas de tierra sucia. Mi madre me sacude la tierra de toda mi ropa. Termino de levantarme de la lápida de mi hermana, no hay caso, por más que ella se encuentra enterrada yo la escucho gritar y gritar sin parar todas las noches…