CAPÍTULO 19

120 10 0
                                    

Narra Leah

Esa misma tarde, fui a mi apartamento con un único objetivo: buscar respuestas.

Saqué las cajas a cuales tanto miedo les tenía a abrirlas y comencé a buscar.

Pasé horas y horas y no encontré absolutamente nada que me fuera a ayudar en algo.

En los informes médicos solo pude comprobar que se colaboraban con los que me dio Harry.

Ambos estábamos enfermos.

Mi dolor en en el pecho aumentaba por momentos.

Encontré una carpeta con el símbolo de la tasa de transmigración: ØØ

Nunca antes la había visto.

Eran un montón de cálculos sin sentido.

En vez de números de página, había una especie de códigos insignificantes.

Constantemente, se repetía una palabra antes de estos códigos: Roselvelt

Aquella palabra recordaba haberla visto en algún sitio, pero no sabía en donde exactamente.

-Esto es inutil. Dije frustrada, tirando sin querer las cajas y los numerosos papeles por el suelo.

Aquel seco sonido me asustó inesperadamente.

Una aguda punzada en mi columna me hizo retroceder asustada.

Me dirigí por un vaso de agua, intentando que mi ritmo cardíaco y mi respiración volvieran a la normalidad.

Un dolor realmente insoportable me hizo llevar las manos a mi cabeza, tirando el vaso al suelo en el proceso.

El ruido del vidrio rompiéndose volvió a llevar a mi mente aquel accidente, a la realidad de mis padres, a las palabras de Harry, de mi tío, al dolor, al intenso dolor.

Sentí como perdía el control, como el frío helador inundaba la estancia, siéndome imposible pensar con claridad.

Finalmente, el sufrimiento paró de golpe. Me encontraba de rodillas en mitad del salón. Mis manos temblaban, al igual que el resto de mi cuerpo.

Había cristales, papeles y restos de escarcha y hielo por todas partes. La condensación se apreciaba en los empañados cristales que seguían en pie y el vaho en cada una de mis espiraciones debido a las bajas temperaturas.

Asustada, salí de aquel gélido lugar con la esperanza de poder seguir indagando por una solución, una solución para detener todo esta agonía.


Llegué a Oscorp y busqué desesperadamente algo relacionado con Roselvet, pero no tuve ningún éxito.

El personal de seguridad, acompañados de Donald Menken, nuestro querido ayudante perteneciente a la junta directiva, no tardó en aparecer por la puerta de mi despacho:

-Señorita Anderson, no tiene buen aspecto, ¿se encuentra bien? Preguntó el ejecutivo con una sonrisa de lado.

A través del espejo, pude ver que las marcas de electricidad, de un tono prácticamente morado, por cortesía del ataque de Max, aún perduraban en mi cuello en menor medida. Mi piel estaba mucho más pálida, mis ojeras eran notorias y mis manos temblaban levemente.

-Perfectamente. Siseé desafiante.

-Esperaba más de usted. Y aún así, su primera acción como presidenta es autorizar el encubrimiento de la continuación de proyectos que debieron ser destruidos. Acusó.

-Yo no he autorizado tal cosa y ambos lo sabemos. Repuse furiosa. Tuve que clavar mis uñas en la palma de mi mano para controlar el no trasformarme allí mismo y congelarle el flujo sanguíneo. -Vosotros sois quien encubrís todo y actuáis en nuestro nombre.

-Jamás haría tal cosa. Mencionó con una falsa lástima. -No me queda más remedio que... redimirla de sus obligaciones.

-No puede hacer eso. No lo conseguirá.

-En verdad, sí que puedo. Gracias a los votos del consejo que no tardaré en conseguir. Además, me da la sensación de que ya tenéis un pie bajo tierra. Solo es cuestión de tiempo. Llevárosla. Les ordenó a los hombres de seguridad, quienes me tomaron por los hombros con fuerza.

No tardé en deshacerme de su agarre. -Conozco bien la salida. Murmuré molesta. -No piense que esto acaba aquí.

MIRADAS [THE AMAZING SPIDER-MAN]Where stories live. Discover now