CAPÍTULO 25

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Narra Peter

-¡Harry, suéltala! Le pedí una vez más.

El que era mi mejor amigo me sonrió de una manera maliciosa y simplemente dejó caer a Leah.

Logré rodearla con mis brazos y ambos atravesamos el cristal de la parte de arriba del todo de la torre. Nuestra caída fue frenada por uno de los andamios.

-¿Estás bien? Le pregunté a Leah, quien estaba encima mía con mal aspecto. Negó repetidamente en respuesta.

Antes de poder decir nada más, una especie de bomba explotó a nuestro lado, haciéndonos ir más abajo del reloj.

Sostuve la mano de Leah con fuerza para evitar que cayera al abismo.

-Te tengo, voy a dejarte ahí mismo. Todo va a estar bien. Le prometí cuando cambié mi agarre por una de las telarañas para poder ir a luchar contra Harry.

Tras varios intentos, logré derribarle de su aerodeslizador. Sin saber que este daría contra los engranajes en los cuales Leah se sostenía con dificultad.

Volví a atraparla con una de mis telarañas y la subí con rapidez para que estuviera el menor tiempo posible suspendida en el aire.

De pronto, Harry volvió a abalanzarse sobre mí, intentando ahogarme con sus propias manos.

Hice todo lo posible por detener el movimiento de los engranajes. Pero, al empujar a Harry lejos de mí, no pude sostener el peso por más tiempo.

La telaraña se cortó y Leah comenzó a descender a un vacío sin fondo visible.

Me lancé de inmediato para llegar hasta ella.

El tiempo se ralentizó en aquel preciso momento.

Debía salvarla.

Ella me dedicó una dulce y triste sonrisa antes de cerrar los ojos.

Los metros de diferencia con el suelo cada vez eran menos, al contrario que los que había entre nosotros, que cada vez había más.

Lancé una telaraña con la esperanza de que llegara a tiempo hasta ella.

En el mismo instante que el reloj se detuvo y la telaraña tocó su cuerpo, pude oír como los huesos de su cuerpo se rompían contra el suelo al igual que mi alma al no poder haberla salvado.

No, no, no.

Ella estaba bien, tenía que estarlo.

Llegué al suelo tras sujetar la telaraña en un andamio. Me situé al lado de una Leah aparentemente inconsciente. Corté la telaraña que la mantenía suspendida a pocos centímetros del suelo y coloqué su cuerpo sobre mi regazo.

Me quité la máscara y le coloqué el pelo tras sus orejas con mis manos.

-Hey... ¿Leah? Leah, por favor... por favor...

La única respuesta fue el total silencio.

Un total silencio el cual indicaba que tampoco había rastro del funcionamiento de su corazón. Pero no podía ser cierto, no podía serlo.

-Leah respira, por favor, respira... Todo irá bien, ¿sí?... Comencé a mover su cuerpo levemente con la esperanza de que despertara. -Leah... sigue conmigo, sigue conmigo... sigue conmigo, sigue conmigo... Le Rogué con las lágrimas nublándome la vista.

Una gota de sangre se deslizó por su nariz y sus labios comenzaron a teñirse de rojo. Su cuerpo, por algún extraño motivo, estaba ardiendo. Ella nunca tenía la temperatura corporal tan alta.

Mis manos temblorosas acariciaron su suave rostro. -¿Leah? ¿Leah? ¡No, no, no, por favor, por favor, por favor! Grité de manera desgarradora y con un dolor inmenso en todo mi cuerpo. -No puedo hacer esto sin ti. No puedo, no puedo, por favor... Vuelve conmigo... vuelve...









Me abracé con fuerza a su cuerpo.









No obtuve ninguna respuesta a parte del silencio.









El silencio que me indicaba que la había perdido.









No pude salvarla.









No pude.









Ella ya no estaba.









Solo podía pensar en esos profundos ojos grises que acababa de ver por última vez.









Mis lágrimas frenaron cuando perdí toda esperanza.








Permitiendo que nos envolviera aquel gélido silencio.









Su cuerpo volvía a estar frío.









Inexplicablemente, el silencio fue interrumpido.









Interrumpido por un débil sonido que apenas era capaz de percibir:















Un latido.












Un latido proveniente de su corazón.















Un latido que me indicaba que no la había perdido.

MIRADAS [THE AMAZING SPIDER-MAN]Where stories live. Discover now