Cristian guarda su celular en su bolsillo cuando escucha la puerta de su casa abrirse, sonríe tirando su cabeza hacia atrás viendo como la rubia entra como si nada caminando hacia la escalera y subiendo de esta posteriormente.
Desde las diez de la noche estaba solo en su casa y aunque él no quisiera admitirlo, esperaba que la menor llegara a hacerle compañía -sin intenciones sexuales-, pero la respuesta era clara, eso no estaba en los planes de Antonella.
Aprieta sus labios y mira hacia delante topandose con la tele, en estos momentos no le encontraba el sentido a nada, ni siquiera jugar a la play podría sacarle aquel aburrimiento—Que pendeja de mierda—murmura cuando al sacar su celular y entrar a instagram vuelve a ver el circulo de colores rodeando la foto de la rubia avisándole que habia subido una foto nueva, aquella foto que provocó la puteada del jugador mientras larga un suspiro pesado y escanea varias veces la imagen.
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Varias respuestas se plantan en su mente, incluso llega a escribirlas, pero absteniéndose a mandarlas suspira replanteandose en ello.. Se reía de si mismo, su comportamiento era igual al que tenía a los diecisiete años, él siempre encaraba sin importarle nada, ni siquiera si la otra persona fuera una milipili como Antonella, pero ahora habían dos problemas, el primero, es que en su mente la rubia ya no iba a darle bola, el segundo, está casado con la hermana.
Relaja el agarre a su teléfono cuando escucha fuertes pasos en la escalera y esconde una sonrisa girando lentamente su cabeza para verla ahí, buscando algo en la heladera, se felicita internamente el haber fondeado sus frutos secos para que tenga que dirigirle la palabra al cordobés, sus ojos marrones caen a su culo cuando la ve con ese short que usa de pijama, perdiendose en lo chiquito que le quedaba, tan chiquito que la prenda se escondía entra sus gluteos y a su vez le permitía ver esa cintura que lograba ser tan llamativa para todos.
—Si busca' tus cosas, me las comí—habla Cristian al ver que solo agarra un yogur natural y al sacarle la tapa quiere volver a su habitación, buscando tener una charla con ella.
—¿Con permiso de?
El sube sus hombros y sonríe al ver como gira para mirarlo—Lo compré yo—ella pone sus ojos en blanco y levanta su pulgar—na mentira, eh gila dale.
—¿Qué?
—Deja de ignorarme pelotuda, que te hace' la otra—Antonella ríe y pone uno de sus pies en el primer escalón, Cristian al ver eso vuelve a hablar y se para de inmedito encaminandose a ella—¡Anto! daale... ¿Qué mierda te pasa?—pregunta agarrando su brazo frenando a la rubia que gira sin expresión alguna—¿Por qué te pusiste así de ortiva?
