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—Te debo una amigo—sonríe Cristian ante el apretón de manos con su amigo que se había encargado de prestarle el lugar que el usaba usualmente cuando andaba por alrededores.

Nicolas niega y ni bien suelta la mano del cordobés, chista—No me waskeen el sillón de terciopelo, lo único que les pido— ríe recibiendo la misma expresión por parte de su amigo.

El auto no arranca, de igual forma, Antonella ingresa al lugar ante la petición del cordobés.
Al último no le sorprendía en lo absoluto la decoración, solo Nicolas se atrevería a tener un depto ambientado como si de un telo se tratara, la rubia pasea su mano por el respaldo del sillón antes mencionado y sonríe para ella, Cristian por su lado va directo a la mini heladera donde tendría que encontrar un champán y unas copas colgadas en lo que sería una barra—Lindo lugarcito pegamos eh—dice entrecerrando los ojos mientras destapa la bebida, la menor mira hacía atrás.

—¿Qué?—su voz fria y sus ojos entrecerrados llaman la atención del defensor que se percata de ello.


—Que lindo lugar pegamos.. ¿Andas en ot-, qué pasa ahora?

Ella niega, pero aunque mucho tratara de ocultarlo, sus últimos días habían sido los peores—M-me siento mal, por E..Enzo.

La confusión se apodera del cuerpo del cordobés, era raro ver a Antonella llorar y eso podría confirmar lo que decía, aún así, no podía entenderla al cien por ciento.. ¿Cómo podría sentirse mal por Enzo?

—¿Chamuyo, no?— pregunta buscando a su vez una expresión de vacilo en su cara, pero la negación se vuelve a hacer presente—¿Te sentis mal por alguien que ni es tu pareja?

—Somos... pareja, el divorcio con Valentina está en trámite—murmura por lo bajo acercándose al mayor, sintiéndose chiquita por estar mostrándole una cara que él no conocía  —¿Por qué me buscas si yo bien sé que nunca vamos a ser nada mas que esto?— pregunta señalando ambos cuerpos, Cristian entreabre su boca pero otra pregunta ataja su habla—¿No ves que me haces mal?

Él relame sus labios para después dejar la bebida y las copas en la larga tabla de madera, un largo suspiro sale de su interior y atina a llevar ambas manos a el delicado rostre de la rubia—¿Y vos te pensas que a mi no me haces mal?— si bien la mirada del cordobés era oscura cada vez que estaba en ella, ahora era completamente negra y por primera vez sus ojos podían mantenerse en los adversos—¿Que no me hace mal, no poder besarte, pasar tiempo a solas con vos?... tocarte.

—No puedo creerte.

—¿Y qué tengo que hacer para que me creas?

Antonella niega—Nada, no podemos hacer nada porque vos sos el marido de mi hermana y yo soy tu cuñada.

—Yo no puedo dejar a mi hijo, vos sabes lo que es para mi.

—Y yo no te estoy pidiendo que lo hagas... simplemente quiero que dejemos esto de lado, de una vez por todas—por un poder externo a ella, baja la vista—me quiero ir.

Los dedos de Cristian se cierran en el mentón de la menor, subiéndolo para que vuelvan a conectar visualmente—¿Segura?—inclinando su cuerpo, mira sus labios y los roza con los suyos—te prometo que hoy pasamos esa puerta siendo simplemente cuñados, no más que eso—habla sobre la boca que tanto lo estaba tentando—¿Qué me decis?

Pero como la situación siempre era la misma, ella sabia que no podría irse de ahí y poder cortar todo de raíz sin dormir una última noche rodeada en esos brazos.
Hablar era en vano, abrazando el cuello adverso, estampa sus labios por fin para invertir todo ese deseo en un beso desesperado por ambos cuerpos.

BABY LOVER | Cuti RomeroWhere stories live. Discover now