Capitulo 22: Damocles

51 7 0
                                    

...

'Hija mia, perdoname por tener que crearte pero es la única manera'

Fueron las palabras de mi padre que escuche dirigidas a mi persona y las últimas, mi creación era simple, dar muerte permanente al traidor de Dionisio. Para el no habrá reino de las almas, no habrá sufrimiento para el y mucho menos paz ya que su alma será destruida pero incluso para nuestro padre, matar un alma era algo que incluso a el no le agradaba y solo un pecador sería capaz de hacerlo.

Ese es mi propósito, ser la pecadora que es capaz de matar almas sin importar nada y para esa tarea tan especial se me entrego un arma a la altura de mi tarea. Olvide mi nombre atraves de mi vida y cuando veo a mi arma, sé cuál es mi nombre ahora y para lo que me reste de mi vida.

Damocles, el arma del caído que destruira el alma de su antiguo hermano Dionisio, el doctor.

Y solo tal vez... Pueda dejar todo esto atrás e irme a tal vez aún campo a vivir una vida digna, como si fuera una humana.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Corriendo por las alcantarillas, un hombre estaba huyendo con un libro en mano y arrojaba unos hechizos aleatorios para escapar des sus perseguidoras. Sus ojos brillaron al ver cómo en una de las paredes dónde terminaban la alcantarilla, estaba grabado un sello que lo sacaría de este lugar.

Estaba cerca de entrar en contacto con el sello, sin embargo sus ilusiones de escape se derrumbaron al igual que esa pared la cual fue atravesada por una mano que lo tomo del cuello y lo tiró al suelo.

Su cuello fue soltado pero en cambio, un pie fue puesto para empezarle a lastimar poco a poco y dejarlo sin aire. Vestida enteramente de su traje de monja totalmente oscuro, Damocles miraba con despreció a aquel hombre.

-Tanto tiempo, pequeña rata de Dionisio

-Por favor... ¡El matará a mi familia si no-

-¿Crees que te dijo la verdad? Reformuló mi pregunta, ¿Alguna vez le haz visto cumplir promesas, al igual que lo hizo con tus demás compañeros? -Preguntaba la caída.

-¡El no sería capaz, mi maestro jamas-

-Hacerse falsas ilusiones con uno de los seres más malvados que existen, patético -apretando con fuerza el cuello del hombre.

Sin mucha opción soltó el libro tirándole al agua del alcantarilla mientras reía, pensando que aunque muera al menos se burlaría un poco de la arrogancia de la monja. Para su mala fortuna, un extraño hilo dorado pudo tomar el libro.

Sus dos perseguidores se hicieron presentes, dos jóvenes chicas vestidas de monjas pero de blanco y una de ellas extendía ese hilo desde su mano, ambas mirando al hombre con cierto enojo pero este desapareció al ver a Damocles.

-Irina y Xonovia, ¿Acaso dos aprendices a Exorcista son las que resguardan un artefacto tan importante, en lugar de de alguien de mayor rango? -pregunto la caída con algo de burla.

Issei: La espada infinitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora