Capítulo veintiuno

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Narra: Venus

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Narra: Venus

Querida Elizabeth: Es la segunda vez que venimos con papá a la comisaría, la primera fue para declarar tu muerte y la segunda, es ahora: un primero de diciembre, a punto de ver a tu posible asesino.

—¿Están preparados para entrar?—nos pregunta Frank, el oficial y compañero de mi padre —. Él no puede decir nada, su abogado lo dejó muy en claro.

''Él.''

Mi padre asiente con la cabeza, mi cuerpo tiembla y aunque llevo mucho tiempo esperando este momento siento miedo.

Entramos a un cuarto donde hay poco ventilación, y una pequeña luz revela el rostro de Lord Wist. Me quedo completamente sorprendida. Me imagino todas las veces que estuve cerca suyo y me da escalofríos.

Él levanta su rostro y me mira fijo, como si quisiera decirme algo. No lo mira de la misma manera a mi padre.

—¿Cómo lo descubrieron?—pregunto.

—Lord fue uno de las últimas persona en estar en contacto con la señorita Elizabeth Parker, en la hora de su asesinato no encontramos registro de su paradero y días después desapareció del país, aunque la investigación sigue abierta por falta de evidencia en el cuerpo homicida—nos informa—. El oficial Parker, su padre, registró el IP del teléfono que envió su confesión en la iglesia y viene del teléfono de Lord Wist que parece haber contratado a un hombre, del cual estuvo anoche en la iglesia con usted.

''Confieso que la persona que me envio se apellida Wist.''

Lo miro con la mandíbula tensa.

«Es él», pienso.

—¡¿Fuiste tú hijo de puta?! —grito.

Lord no responde, pero el oficial Frank toma la palabra

—El acusado dice haber estado con su primo Hans a la hora del asesinato de Elizabeth, si confirmamos su declaración ambos van a ser llevados a testificar ante el juez y Lord podría salir en libertad. 

Lord me sonríe lentamente, enseñando sus dientes.

—Muchas gracias, Frank. Cualquier cosa llámame.

Mi padre me toma de la mano, como si intentara protegerme de algo y me lleva hasta la salida.

Nos subimos al auto y ninguno de los dos dice nada hasta llegar a casa.

—¿Si Hans confirma que no estuvieron juntos esa noche, Lord podría ser declarado culpable por la muerte de mi hermana?

—Exacto.

Asiento con la cabeza, rogando que haya sido él y no la persona que todo este tiempo creí.

—Tengo que hacer una llamada, en un rato entro—le digo.

Marcó el número de Hans y me responde la contestadora. Lo intentó de nuevo y no hay caso. Las persianas de su habitación están cerradas.

«¿Dónde estará?», me pregunto.

Guardo mi teléfono en el bolsillo y cruzó la calle. Toco el timbre de su casa, esperando que él me conteste.

—Qué gusto verte, Venus−me dice el pastor sorprendido—. ¿Quieres pasar?

—Estoy buscando a Hans, ¿está en casa?

—Creo haberlo visto—me sonríe y abre la puerta—. Entra, afuera está helado.

Entró a su casa, todo está en silencio, y hay olor a quemado que proviene de la cocina.

—Estaba cocinando algo, pero ya vez, no soy muy bueno para eso.

Me pide que me siente en el sofá del living a esperarlo. Tomó asiento y me detengo a mirar la casa.

—Espérame aquí, lo iré a buscar—el pastor sube las escaleras.

El olor a quemado cada vez es peor. Espero al pastor impaciente pero al percibir que tarda me pongo de pie y voy hasta la cocina.

El agua de la hoya se está rebalsando, me acerco con cuidado, tapándome la nariz y levantó la tapa.

Me hago hacia atrás, tirando un vaso de la mesada cuando veo que dentro de la hoya hay un caldo con partes de animales cocinándose.

—Siento la tardanza—escucho al pastor bajar las escaleras, entonces corro hacia el living —. No está Hans en casa ¿por qué no te quedas a comer mientras lo esperas?

Alza sus cejas, mirando hacia la cocina.

—Le agradezco, mi padre me está esperando en casa con la comida.

—¿Estás bien? —me pregunta, acercándose a mí—. Estás temblando.

Mantengo los hombros tensos.

—Tengo frío.

—Con más razón, quédate a cenar —su sonrisa desaparece, su voz es firme—. Por favor...

Trago grueso y respondo:

—Esta bien.

El pastor se sienta a mi lado, y me pongo en alerta.

—¿Cómo está tu madre? —me pregunta.

—Creo que esta empeorando —respondo.

—−¿Eso te tiene preocupada, verdad?—se detiene a observarme—. Te veo muy tensa.

—No...no. Sé que Dios la va a sanar.

Finjo una sonrisa que complace al pastor.

—Elizabeth era una buena chica, cada vez que venía a casa yo intentaba ayudarla pero ya sabes, era complicado —me quedo reflexionando sus palabras —. ¿No te gustan que hablen de tu hermana, verdad?

—¿Perdón? ¿Por qué Elizabeth venía a su casa?

Mi teléfono comienza a sonar.

—Voy a buscar la sopa —el pastor se pone de pie.

Atiendo la llamada. Es Hans.

—¿Qué sucede? —me pregunta desde el teléfono—. Estaba durmiendo.

Escucho mi propia respiración mientras asimilo lo que está diciendo.

—¿Cómo? ¿Estás en tu casa?

—¿En donde más voy a estar?

El pastor está a mi lado, observándome.

¿Qué pasó con Elizabeth Parker?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora