Capítulo veintinueve

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Narra: Michael (padre de Venus)

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Narra: Michael (padre de Venus)

—Ya tenemos la lista de los contactos de Lency —me la entrega Frank —. Mírala.

Abro el expediente, y leó lo siguiente:

Contactos recientes:

Venus

Mia

Dylan

User202313

—¿Quién es Dylan? —le pregunto.

Me da una foto con su expediente.

—Compañero de la escuela, cuando hablamos con él dijo que ellos tuvieron un acercamiento en una fiesta, pero solo fue eso.

Asiento con la cabeza.

Las conversaciones están borradas, excepto una.

User202313 : ¿Qué estás haciendo? Todo el mundo te está buscando. Van a pensar que yo te hice algo, volvé.

Me tomo de la cabeza, confundido.

—Son solo adolescentes, ¿cómo pueden guardar tantos secretos?

Frank me mira en silencio y alza sus hombros.

—Tendré que tener cuidado con mi niña —él sonríe al mencionar la llegada de su primer hija —. En un par de años le contaremos estas anécdotas.

—Si la encontramos...

—Lo haremos, cada vez estamos más cerca.

—¿Ya pudieron rastrear al usuario?

—Aún no —responde —. Pero ese mensaje indica que no se fue con esa persona.

—Llama al departamento de investigación —señaló la hoja del expediente —. O ese usuario realmente no está con ella o envió ese mensaje a propósito para que pensemos que estamos perdiendo el tiempo en buscarlo.

Alertamos a todo el pueblo con su búsqueda, la gente empieza a tener miedo y no para de hacerse preguntas.

«¿Dondé está Lency?».


Narra:VENUS

—¡Elizabeth! —escucho a mi madre gritar —. Perdóname, perdóname... Por favor.

Me levanto de la cama y corro hasta su habitación. Todas las luces están apagadas, excepto una vela que lleva en la mano. Mi madre está de espaldas.

—¿Mamá? —susurro —. ¿Qué sucede?

Ella solloza por lo bajo, se da la vuelta y rompe en llanto.

—Mamá, me estás asustando... —le digo.

Camina hacia mí, despacio y temblando. Me acaricia el rostro con dulzura.

—Estas viva... —ella me observa con detenimiento.

—Yo no soy Elizabeth —no puedo dejar de temblar.

Mi madre sonríe e inclina su cabeza hacia un lado.

—Perdóname por no salvarte —me abraza con fuerza y llora desconsoladamente—. No hice nada...

—¿De qué estás hablando?

—¡No pude salvarte!

Le sacó la vela de la mano y la ayudó a qué se siente en la cama. Ella ya no es la misma; sus ojeras opacan sus ojos marrones y sus labios están secos y cortajeados.

—Esta bien, mamá. Te perdono, ve a dormir —le susurró, y se queda más tranquila.

Ella se acuesta en su cama y no deja de mirar a la nada. Acaricio su cabello mientras trato de contener las lágrimas.

No puedo imaginar como se puede sentir una madre que le arrebataron a su hija. Siempre fue una mujer fría pero desde que Elizabeth enfermo dedicó su vida a cuidarla.

Busco desesperadamente sus pastillas y se las doy. Me quedo sentada un buen rato a su lado hasta que se queda dormida.

Llamo a mi padre repetidas veces, pero no contesta. Dejó de intentarlo cuando escucho la sirena de la policía, salgo de mi casa y un pensamiento, el peor, viene a mi cabeza.

¿Qué pasó con Elizabeth Parker?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora