Capítulo treinta y seis

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Narra: Venus

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Narra: Venus

Todo el mundo estaba buscándola, en especial la policía cuando fueron a la iglesia y no encontraron rastro de Mia por ningún lado.

«¿Cómo puede ser posible que las personas que más amamos son las que más nos lastiman?».

La policía ordeno su arresto, creían que iban a encontrarla pero ya paso una semana y nadie sabe donde esta Mia Baker.

Hace dos días fue el entierro de Andrus, y la madre de Mia fue llevada a juicio por la tenencia de su hijo y algún posible cargo.

El caos había llegado a Wonderf para quedarse.

Me siento entre los primeros bancos, mirando el altar y sintiendo la calidez de las velas sobre mi rostro. Una lagrima se apodera de mi auto control y rompo en llanto.

Escucho un ruido desde el fondo del pasillo, me doy vuelta con verguenza y me encuentro con Hans. Camina hasta el altar con una postura derecha y los hombros firmes. Se queda de pie por un rato, dándome la espalda.

Me limpio las lagrimas. Me pongo de pie y recojo mis cosas.

—No hace falta que te vayas −Su voz resuena con eco contra las paredes de la iglesia.

—Se me hizo tarde, permiso.

Paso por su lado y él me sigue con la mirada.

—Iba a llamarte pero después de lo qué nos dijimos...no pude hacerlo —susurra —. ¿Cómo has estado?

Me doy la vuelta, mirándolo con los ojos rojos y el corazón acelerado.

—Tratando de olvidarme todo lo qué pasó.

Hans camina hacia mí.

—Realmente siento lo qué pasó ahí adentro, seguro fue muy traumatico para ti.

Asiento con la cabeza y rompo en llanto. Hans se acerca a mí y me envuelve en sus brazos. En consecuencia, lloro todo lo qué no había podido hacerlo en estos días. Él me sostiene fuerte, tanto qué deseo sentirme así de segura siempre.

—Odio verte llorar —susurra, acariciándome el cabello.

Me separo de él, conteniendo mi respiración.

—¡Necesito saber si tú no sabias nada sobre lo qué Mia hacia, dime qué no hay nada más qué debas decirme!

Hans me mira y durante un segundo pienso sí hay algo más qué deba decirme, pero finalmente responde:

—Te puedo asegurar qué yo no sabia nada.

Asiento con la cabeza, un poco afligida y confundida.

—La primera vez qué nos besamos me sentí culpable por creer qué estaba traicionando a Mia.

—¿Si te beso ahora te seguirás sintiendo así? —me pregunta Hans.

Niego con la cabeza, entonces Hans se acerca a mí, tomándome de la cintura y me besa. Le correspondo aquel beso con sabor agridulce, mientras sus manos me sostienen y mi corazón se acelera. Es un beso fugaz, como mi alegría cada vez qué él me hace sentir humana.

Hans se hace hacia atrás y me sonríe con una mezcla de emociones qué no soy capaz de detectar.

Me despido de él, sin mucho más qué decir y me dirijo a casa.

Y en el camino a casa empiezo a comprender la locura de mi hermana al querer irse de este lugar con Hans. Me imagino como se habrá sentido cada vez que necesitaba a alguien y él estaba ahí para ella. Tal como me siento yo en estos momentos.

Hans tiene algo, tan adictivo como peligroso. Tan dulce como amargo. Pero al fin y al cabo: especial.

Me abrazo a mí misma y trato de no sentirme perseguida por la oscuridad de la noche.

Me doy la vuelta ante el bostezo de una persona, no logro reconocer su rostro. Tiene una capucha negra y unas gafas de sol. Sigo caminando, esta vez un poco más rápido.

Vuelvo a darme la vuelta, aquella persona se queda quieta en el lugar y ahora camina en sentido contrario. Empieza a correr e inevitablemente la sigo.

Gira a la derecha hasta que nos encontramos encerrados en un callejón.

Aquella persona esta parada de espaldas a mí.

—¿Mia? —susurro, esperando a qué me corresponda el llamado.

Se detiene en el lugar ante mi pregunta y comienza a girar hacia mí hasta revelar su rostro.

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¿Qué pasó con Elizabeth Parker?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora