Capítulo cincuenta y dos

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Narra: Padre de Venus

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Narra: Padre de Venus

Yo no debería estar aquí, en la morgue y frente a su cadáver. Pero ver su rostro masacrado por los golpes no me genera nada. No voy a decirle eso al jefe, solo emitiré una mueca de horror y afirmare qué ella es Maria. No estoy contento por su muerte, pero sé que lo merecía.

—¿Cómo sucedió? —le pregunto.

—Según lo que cuenta su compañera de celda, una prisionera llamada Dalas la golpeo con una botella de alcohol hasta dejarla sin vida —dice —. Primero la dejo inconsciente y comenzó a golpearla tanto que los vidrios de la botella se encastraron en toda su cara.

—¿Y el motivo?

—Alguien la vendió a Dalas para que la asesine —Me muestra una foto en la pantalla de la computadora —. Ayer por la mañana Maria tuvo una visita, él sospechoso le dio dinero, una suma de tres mil dolares y le dijo que debía entregárselo a Dalas. Creemos que hizo un acuerdo con la prisionera para asesinarla a cambio de esa suma de dinero.

—¿Me estas diciendo que un hombre le entrego tres mil dolares a Maria para que se los de a esa tal Dalas y así cobrar su propia muerte?

El jefe asiente con la cabeza.

—Muéstrame la lista de visitantes —Le pido.

—Este caso ya me tiene cansado, deberíamos dárselo a investigación y que ellos se hagan cargo.

—No podemos hacer eso, ya esta en nuestras manos.

—Vamos a terminar igual que Frank —dice sin ningún tipo de culpa.

Él siempre fue un hombre muy frió y serio pero empiezo a creer que se trata de algo más.

—Yo no voy a dejar la investigación de mi hija por la mitad, si quieres déjame solo.

—Ya pasaron meses, Michael. Meses donde no tienes ni una pista. No quiero que te obsesiones con esto, ya sabes qué no puedo...

—Solo déjame intentarlo un tiempo más, sé que estoy cerca.

El jefe resopla, abre el historia de visitas y me lo entrega. Hay seis personas que vinieron a visitar a Maria, reconozco a dos de ellos.

—¿Hans Wist vino a visitar a Maria? ¿Hablaron con él? —preguntó.

—No hizo falta, él no tuvo nada que ver —afirma —. El nombre del sospechoso qué tenemos se llama Fredick Jonhs, trabaja como recepcionista del motel, solo qué no aparece desde que salio de la comisaria.

Empiezo a unir cabos cuando me dice que es recepcionista del motel. Lamentablemente sé que mis hijas frecuentaban ese lugar y cuando Lency lo hizo el recepcista dijo que las grabaciones se las había entregado a un oficial. Ahora sé porque mintio.

—¿Y entonces? ¿qué se supone que debemos hacer?

—Tenemos una dirección, necesito que vayas—Me entrega unas coordenadas —. No busques una casa, porqué no la vas a encontrar.

Salgo de la comisaria. Enciendo el coche y me tomo de la cabeza. Aun sigo viendo su rostro masacrado. Respiro profundo, siento un alivio como si no hubiera respirado hace días.

Sigo las indicaciones del GPS hasta llegar a una calle solitaria, con casas precarias y juegos rotos. Hay unos niños jugando a la pelota, qué al verme corren a sus casas. Toco el timbre en una de esas casas, me atiende una señora que tiene la piel blanca y arrugada. Casi como un fantasma.

—Buenos días señora, soy de la policía —Muestro mi placa —. Quería preguntarse si conoce a un tal Fredink Jhons.

Ella pone una cara como si no le sorprendiera mi visita.

—¿Otra vez se metió en problemas?

—¿Otra vez? —frunzo el ceño —. ¿A qué se refiere?

—Él vive en aquella casa rodante—Señala −. Una vez por semana llaman a la policía, siempre se escuchan gritos de mujeres desde allí pero nadie hace nada. La policía nunca viene a ver qué sucede.

—¿Lo ha visto en estos días? —pregunto.

—Ayer lo vi salir de su casa y desde entonces no lo hemos escuchado volver —Resopla —. Debe estar ebrio, por eso no se despierta.

Asiento con la cabeza y le agradezco.

—Espera... —Me grita —. Recuerdo haberte visto por aquí hace poco, ¿puede ser?

—Tal vez se confunde con mi compañero Frank, él vivía por aquí.

Ella asiente con la cabeza un poco confundida y se mete a su casa.

Me doy la vuelta y camino hasta la casa rodante. La miro desde afuera. Las ventanas están tapadas por sabanas y en la parte delantera el vidrio esta cubierto por peluches y lazos de colores. Toco la puerta más de una vez pero nadie responde. Cargo mi pista y enciendo mi linterna. No me queda otra opción que golpear la puerta y entrar.

—Carajo... —me tapo la nariz al entrar, el olor nauseabundo a alcohol y basura me dan arcadas.

Tengo que pisar un par de cosas al entrar, todo esta desordenado y sucio. De la cocina se pasean moscas y cucarachas. Me detengo cuando veo arriba de la mesa un sobre con dinero, en la parte de afuera del sobre tiene dibujado una X en color negro.

«¿Sera un código?», pienso.

Es mucho dinero. Tanto como para dejarlo y no volver por él. Toda su ropa, la poca que encuentro esta aquí. También sus documentos y pasaporte. No encuentro su teléfono, pero veo una computadora. La agarro e intento prenderla. No tiene batería. Busco el cargador pero se hace complicado hacerlo entre tanta basura, hasta que lo veo enchufado cerca de una de las ventanas. Me acerco a agarrarlo y escucho desde el lado de afuera como si alguien estuviera caminando hacia la puerta. Corro la sabana hacia un costado, veo a alguien caminando. Un hombre y en su mano lleva un balde que parece gasolina.

NOTA DE AUTORA: Se sumo un nuevo sospechoso, Frederick que por cierto es el recepcionista del motel. Es todo muy raro...
¿Qué teorias tienen?

¿Qué pasó con Elizabeth Parker?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora