Capítulo cuarenta y ocho

8.8K 613 80
                                    

Narra: Mia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Narra: Mia

Escucho el teléfono sonar. Está en el baño, tal vez puedo...

Mi corazón empieza a latir con fuerza cuando me pongo de pie en busca de aquel teléfono. Me acerco cada vez más hasta qué las cadenas de mis pies me dejan parada a solo centímetros de mi oportunidad de salvarme.

Me voy hacia atrás cuando lo veo salir del baño. Atiende el teléfono y a los segundos responde:

—Espero qué hayas hecho todo como te dije.

Se da la vuelta y me mira.

—Estoy en la casa con nuestros niños —susurra.

Vuelve a darse la vuelta y camina hacia el baño.

—Necesito qué traigas otra caja de pañales —Y corta la llamada.

Me acuesto en el piso y miro aquella pared de madera. Cuento las diferentes figuras qué se forman en la pared, como suelo hacerlo todos los días. Tengo hambre, y nunca había tenido tantas ganas de volver a casa. Sí, aquella casa qué tanto odiaba.

No tengo miedo de morir, lo perdí hace mucho tiempo. Hay noches qué anhelo qué llegué pronto, y cuando me deja sin comer durante muchos días creo qué por fin llegará. Pero aun sigo aquí. No me doy por vencida tan pronto. Cuando se va busco la forma de escapar, intentando cortar aquellas cadenas o mis pies qué la sostienen. Grito, tan fuerte hasta quedarme sin voz, e incluso, hay veces qué llegó a rogarle.

Nunca creí qué mi vida valiera tanto.

Nadie quiere caer realmente si cabe la posibilidad de que un abrazo te sostenga. Pero a muchas personas le falta ese abrazo, esa persona o esa última esperanza.

Él me permite hacer cosas si yo me porto bien, como ir a fiestas o pasear en su auto. No por qué sea una buena persona, él tiene todo planeado. Es una mente maestra y aunque intenten atraparlo. Aunque crean qué saben quién es, jamas podrán hacerlo.

Si me ayudan, leyendo esto, probablemente pueda escapar de él.

Me llamo Mia Baker, sigo viva y espero qué pronto me encuentren.

Dejo la nota de lado y la guardo en mi bolsillo.


Narra: Venus

Me siento frente al altar con los ojos rojos. No hay nadie en la iglesia más qué mi presencia y la del pastor.

—¿Por qué todo esto me esta pasando a mí? —le pregunto al pastor.

Él alza la vista y me mira con consuelo.

—Dios siempre tiene un plan divino, nunca deja qué nos pasen cosas por qué sí.

—Perdí a mi hermana, a mis dos mejores amigas y ahora a mi madre, ¿qué plan divino hay en eso?

Retengo las lagrimas.

—Hay mucho dolor en tu corazón, lo puedo sentir —me dice el pastor, acercándose a mí —. Realmente lamento lo de tu madre pero si no confías en él, confía en ti.

—Mi madre era una buena persona, ella siempre cuido de Elizabeth. Tal vez se olvido de mí en el proceso, pero sé qué me quería...

Él pastor me abraza, y yo dejo qué lo haga porqué lo necesito.

—No creo qué alguien podría no quererte. Eres una buena chica, Venus.

Me separo de él y le doy las gracias.

—Voy a estar rezando por ti, espero qué encuentres la luz pronto.

Me pongo de pie y camino hacia la salida pero mientras lo hago no puedo dejar de pensar en una cosa.

—Pastor, no necesito encontrar mi luz —le digo —. Me gustaría más bien qué pida para qué encuentre la valentía.

—¿La valentía por qué?

—Por qué Elizabeth sabia lo qué iba a suceder y me lo dijo, pero la ignoré.

Él sabe de lo que hablo. Lo que ignoramos nos vuelve ignorante.

El pastor insiste con algunas preguntas pero yo simplemente quiero ir a casa a descansar.


NOTA DE AUTORA: Con este último capítulo los dejo para que se vuelvan locos haciendo teorías. Solo les quiero decir que el desconocido puede ser femenino. No sé olviden de votar y comentar sus teorías más locas.

Recuerden que si quieren unirse al grupo me hablan al privado, ya nos volvimos entre todos amigos y sacamos teorías sobre quien es el desconocido. Repórtense la gente del grupo aquí.

¿Qué pasó con Elizabeth Parker?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora