Capitulo 1

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―¿¡Qué harapos traes puestos!? ―La voz de la señora Jeon se escuchó por toda la casa. Jungkook se limitó a quedarse parado en la puerta, pues sus ropas estaban llenas de barro y temía ensuciar el brillante piso recién lustrado por su madre.

―M-Me caí a un pantano ―Acomodó la mochila que colgaba de sus hombros, mirando con incomodidad a la mujer mientras temblaba.

―Mamá, ¿puedo...?

―¡¿Te has estado saltando las clases de nuevo!? ―El menor presionó sus labios, notando que sería mejor guardar silencio. ―¿Por qué lo haces? ¿Por qué te encanta meterte en problemas? ¿¡Hay algo más que debas decirme!? ―El muchacho aclaró su garganta, buscando algo en su bolsillo, extendiéndole su teléfono móvil a su madre luego.

―Esto... creo que está roto.

―¡Es el tercero que te compramos en el año, Jeon Jungkook! ―Gritó, apunto del colapso. ―¡No creas que te compraremos otro! ¡Desde ahora te las arreglarás tú mismo! ―La mujer le dio la espalda, farfullando.

―¿Por qué no puedes ser más como tu hermano? ―Jungkook sintió su corazón encogerse, sobresaltándose cuando su madre volvió a girarse, mirándole con ojos furiosos. ―¡Ni te atrevas a cruzar la puerta con esas pintas.

―Pero, mamá...

―¡La casa está reluciente! ¡Te quedas afuera hasta que tus ropas se sequen o hasta que alguien se apiade de tu apariencia de mendigo y te arroje algo limpio!.

Y sin más preámbulos, ella avanzó la distancia que lo separaba de su hijo para darle un leven empujón hacia atrás y cerrarle la puerta en la cara.
Jungkook tensó la mandíbula, intentando encender su teléfono para
que alguien lo socorriera. No obstante, al no tener una respuesta favorable del aparato, terminó tirándolo al piso, estrellándolo de tal forma que terminó roto en pedazos.

De todas formas no tenía arreglo.

Se sentó en el césped, abrazándose a sí mismo. Su cuerpo no dejaba de temblar y tenía deseos de llorar de impotencia debido a las palabras de su madre. Las lágrimas no tardan en escurrir por sus ojos debido al enfado y las secó con brusquedad, intentando tranquilizarse. Esperaba que su padre llegara antes de que anocheciera, al menos él podría
compadecerse un poco de su hijo menor.

―Dios mío, Jungkook ―Esa era la voz que menos quería escuchar. Unos pasos se apresuraron hacia él y suspiró con rendición cuando unas blancas y brillantes zapatillas deportivas aparecieron en su campo de visión. ―¿Qué te ha pasado? ―La voz de Seokjin, dulce y gentil, denotó la más clara de las preocupaciones.

Jungkook hubiese deseado que su madre le hablara así alguna vez en su vida.

―Me caí...

―¿Pero cómo te has hecho esto? ¿Por qué estás aquí afuera? ¡Jungkook, te podría dar hasta hipotermia!

―Estoy bien, hyung ―Soltó las palabras con recelo; odiaba el corazón bondadoso de su tonto hermano mayor.

―¿Por qué estás aquí afuera? ―Insistió el rubio.

―Mamá no me ha dejado entrar.

―¿Qué? ―Seokjin simplemente no podía creerlo. ―¿Por qué no me llamas-? ―Sus palabras se cortaron al descubrir el celular de su hermano menor hecho añicos.

―Estaba malo ―Jungkook sorbió por la nariz, sintiendo que incluso esta tenía lodo. ―Mamá dijo que no me compraría otro.

El mayor suspiró, negando con la cabeza. Quiso recriminarle a su hermano el ser un descuidado, quiso preguntarle qué había sucedido realmente para que terminara de esa forma, mas siendo consciente de su estado y su nulo deseo de hablar al momento, se limitó a tomar su brazo y jalar de él, levantándolo.

No Soy SeokjinWhere stories live. Discover now