Capítulo 26

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―¡Hyung! ―Jungkook alza su brazo, haciéndole una señal a su mejor amigo, quien rápidamente la capta y le lanza el balón.

Yoongi observa como con movimientos ágiles el menor esquiva a dos de sus compañeros, dando un gran salto al final para encestar. El pitido anunciando una nueva victoria para la pareja se escucha y el castañito no demora en correr hasta el mayor, abalanzándose sobre él para abrazarle.

―¡Ganamos de nuevo! ¡Ganamos, hyung! ―El de cabellos cenizas se limita a sonreír mientras intenta quitárselo de encima, queriendo dirigir una mirada venenosa a todos aquellos que le miran con clara molestia.

Min Yoongi por lo general no era alguien muy activo durante las clases de educación física, no obstante, era particularmente talentoso cuando de baloncesto se trataba. Fue así como, en compañía de Jungkook (quien simplemente resultaba ser talentoso en todos los deportes posibles), habían formado una dupla invicta que era tan odiada como envidiaba por el resto de sus compañeros.

Y sí, el menor pasaba por completo de las miradas negativas dirigidas para ambos, demasiado acostumbrado a la marginación de su clase. Sin embargo, el mayor no era tan bueno soportando que alguien mirara de mala forma a su mejor amigo y se estaba conteniendo para no ir hasta el resto y sacarles los ojos con sus propias manos.

―El amor de mi vida a las 12 en punto, repito, ¡Min Yoongi a las 12 en punto! ―Hoseok se detiene en la entrada del gimnasio. Sus ojos bailan juguetones sobre el lindo rubio que juega baloncesto y, aunque tener la oportunidad de verlo jugar lo llena de dicha, su sonrisa va perdiendo un poco de brillo al notar al castañito que no deja de ir donde él para abrazarle. ―Ah, en serio, estos Jeon... ―Murmura para sí mismo, recibiendo miradas escépticas de su par de amigos.

―Espera, ¿él de verdad ha sido flechado por Yoongi? ―La cara de
Taehyung es un poema mientras observa a Hoseok y Jimin se encoge
de hombros, un poco más acostumbrado a los estrafalarios gustos del pelinaranja.

Un nuevo juego de baloncesto comienza y el pelinegro mira con gusto como el menor de los hermanos Jeon se mueve estratégicamente a través de la cancha, esquivando a sus compañeros con movimientos fluidos que parecen dignos de un bailarín.

―Ah, tiene tanta clase... ―Admite con júbilo, observando maravillado como el castañito vuelve a encestar nuevamente.

―¿Yoongi? Por supuesto que tiene clase ―El más bajo frunce el ceño ante ese comentario de Hoseok, pues Jungkook se encuentra nuevamente abrazando a su mejor amigo en forma de celebración y Min Yoongi levanta disimuladamente su dedo corazón hacia el par perdedor que no deja de verlos como si fueran asquerosos.

Sí, Min Yoongi tenía clase, eso nadie lo dudaba.

―¿Qué dices, Tae? ¿Tengo razón? ¿No es Jungkook perfecto para nosotros? ―No obstante, el pelirrojo hace rato ya se ha perdido observando a la dupla jugar, pues Jungkook resultaba ser alguien tan impresionante que no podía dejar de verle ni por un segundo.
―¿Taehyung? ―Insiste.

―Tan sólo... ¿hay algo que ellos no hagan bien? ―El más alto hace un puchero. ―Jungkook-ah y Seokjin hyung son lejos lo mejor que he conocido, creo que ni siquiera debería tener el privilegio de verlos, no soy digno de este honor ―Exagera, cubriendo sus ojos con su antebrazo.

Jimin hace una mueca con los labios, girándose a ver al grupo que aparentemente por fin ha terminado de jugar para dirigirse a los vestuarios. Yoongi y Jungkook continúan jugando entre ellos y la boca del pelinegro se abre cuando el mayor tira de la playera del menor para hacerle perder el balón, dejando a luz su abdomen por un instante.

―Oh, mierda ―Se muerde la lengua. ―Tienes razón, no veas esto ―Toma a su mejor amigo por los hombros, lo gira hacia la salida.

―Eres demasiado virgen para esto, Taehyung

No Soy SeokjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora