CUATRO

1.3K 176 43
                                    

Eros

La he cagado, me he dejado llevar por mi necedad. Por mis putos celos de mierda. Actué como un idiota y ahora lo estoy pagando porque ella se marcha de casa. Quiere irse a Rusia, lejos de mí. Pego mi frente a la suya, su aliento agitado golpea mi boca, rozo mis labios sobre los suyos. No quiero que se vaya, ella debe estar a mi lado, es a donde pertenece.

-No vas a irte- susurro en su boca- No lo permitiré.

Me aparta de ella de un empujón, ahora está enfadada y eso no es nada bueno. Sus ojos se han oscurecido, ya no son de ese azul brillante que adoro. Su postura se transforma de nerviosa a defensiva, levanta los puños sobre su cara. Mi boca se curva por un lado, quiere luchar conmigo, lo hemos hecho mil veces en el gimnasio de la 'Ndrangheta. Me ajusto la erección ante su atenta mirada, tiene que ver lo que me provoca estar cerca de ella.

-¡Eres un gilipollas!- me grita.

Se abalanza sobre mí de un salto, la atrapo, sus piernas rodean mi cintura. Rompe mi camiseta con sus manos y me muerde en el hombro, llevaré la marca de sus dientes con orgullo. Golpeo su espalda contra la pared. Hago a un lado sus pantalones cortos de algodón y rozo su entrada con mi pulgar, como imaginaba, está mojada. Su enfado sigue creciendo. Intenta volver a morderme, pero la sujeto por la mandíbula con fuerza.

-Recuerda que eres mía- gruño.

-¡Y una mierda!- ruge- Papá me ha dado libertad absoluta, Eros, no seré tu postre.

La ira explota en mí como un volcán erupcionando. Nuestro padre no puede haber hecho algo así.

-Recuerda la norma de nuestros padres, quien te toca se convierte en tu prometido- espeto.

-No veo un anillo en mi dedo.

Choco mis labios contra los suyos, me muerde el labio inferior, la sangre se filtra a mi boca. No me importa, la sigo besando. Se rinde a mi toque, la penetro con mi pulgar, ganándome un gemido. Mi boca deja un rastro de sangre por su mandíbula, la beso por cada centímetro que tengo a mi alcance.

-Te daré el anillo, Gio.

-No lo quiero, tú no me quieres. No me casaré contigo por obligación.

No es obligación, joder. No pensaba lo que decía cuando les dije a mis padres que quería a alguien normal a mi lado, la quiero a ella. Gio me aparta de ella de un empujón, siento la pérdida en mis dedos cuando se deslizan de su vagina.

-Es tarde para ti, Eros, mañana me iré a Rusia. Ya puedes seguir besándote con cuanta zorra se te atraviese, incluso puedes follártelas como hiciste conmigo. Viviré mi vida en Rusia como tú la estás viviendo aquí y como sé que harás en Nueva York.

-¿Nueva York?- pregunto confundido.

-Papá te enviará allí mañana mismo, deberías ir a hacer tu maleta también. Que tengas un buen viaje.

Me empuja fuera de su habitación. ¿Nueva York? ¿Mi padre va a enviarme a Nueva York con su capo? Pego mi frente a la puerta de la habitación de Gio.

-Abre, por favor- suplico.

Ni un sólo ruido se oye dentro. Le doy un golpe con mi puño a la puerta.

-Joder- maldigo enfadado.

La he cagado y no veo la forma de arreglar esto, si les digo a mis padres que la quiero para mí volveré a meter la pata, Gio me odiará. Está obcecada en irse a Rusia con nuestra abuela.

-Eros, ven conmigo.

Se me escapa un bufido al oír la voz de mi padre. Lo sigo por el pasillo que va hacia la terraza que da al jardín trasero. Me ordena que me siente en una de las sillas, se sienta frente a mí y pone sus manos en mis rodillas.

Antología [Volumen 1]Where stories live. Discover now