SIETE

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Eros

Mi padre posa su mano sobre mi hombro. Gio se marchó hace horas, yo estoy a punto de hacerlo. Mi tío Iván ha ido con ella, estará allí unos días.

-¿Entiendes por qué la protejo?- me pregunta mi padre- Gio es muy especial, Eros. No tuve un padre o una madre que me protegiera y me guiara cuando era niño. Tomasso Romano me arrebató todo eso. No puedo permitir que ella pase por lo mismo. También le quitó mucho a ella, sabes bien por lo que Gio pasó desde que nació.

Maldita sea si no lo sé. La repudiaron como si no valiera nada. Mi abuelo y su puta la dejaron abandonada, no la querían y nadie entiende por qué la tuvieron, quizás esperaban tener otro varón y vino ella, encima se parecía demasiado a mi padre. Entiendo perfectamente que la proteja, ella merece algo así. Seré yo quien lo haga en un futuro, cuando volvamos a reencontrarnos.

Mi padre me toma por la cara con sus manos.

-Sois mis hijos, tu madre y yo hemos intentado criaros con la libertad que merecéis. Nunca tengas miedo de reclamarla cuando estés listo para hacerlo. ¿De acuerdo?

-Sí, papá. Te doy mi palabra de que seré lo que se espera de mí, lo que Georgina necesita que sea. Estaréis orgullosos de mí.

Me da un beso en la frente, hacía mucho que no recibía un beso de su parte. Mis hermanos y yo no solemos tener este tipo de afecto de su parte, sólo mi madre lo recibe. Estoy bien con eso, mi padre no puede cambiar lo que es. Aun así, siempre ha sido el mejor padre y nunca sentí que me faltara nada. No habrá tiempo suficiente en esta vida para redimirme por lo que dije. De alguna forma siento que le hice daño con mis palabras.

-Sube al avión, hijo. Llama si necesitas algo.

-Mantenme informado sobre Gio, por favor. Es lo único que te pido.

-Lo haré, tienes mi palabra. Ahora vete o te mataré y pondré tus cenizas sobre la chimenea para que tu madre no sufra tu ausencia.

Mi pecho vibra por la risa, a veces se me olvida lo mucho que adora a mi madre. Es lo que quiero para mi vida y la de Gio, para nuestro futuro y si para eso tengo que ir a Nueva York y trabajar para Sandro lo haré con gusto. Maduraré como se espera de mi y me convertiré en el futuro Don de la 'Ndrangheta, me convertiré en el mejor hombre para Gio.

El viaje ha sido muy largo, el jet lag me está matando, pero ahora debo aguantar hasta la noche y aún son las seis de la tarde. Sandro me ha traído a su casa con su familia, es donde me quedaré a vivir mientras esté en Nueva York. La hija pequeña de Sandro sale corriendo hacia mí cuando me ve, abraza mi cintura con sus delgados brazos.

-Es genial tener a alguien aquí, estaba tan cansada de mis hermanos mayores- me dice.

Miro confundido a Sandro, él sólo sonríe mirando a su hija. La niña no debe de tener más de siete años. Se separa de mí y me enseña el peluche de una especie de soldado que trae con ella.

-Se llama Capo Miguel- me frunce el ceño al hablar- Acabo de recordar algo.

Empieza a hablar demasiado rápido y a mezclar el inglés con el italiano, luego sale corriendo por las escaleras del penthouse. Sandro me hace un gesto con la cabeza para que lo siga.

-Tu habitación estará al lado de la de mi hijo mayor, el desayuno es a las siete de la mañana y la cena a las siete de la tarde, puedes almorzar donde quieras, aquí en casa o fuera, pero siempre avisarás a mi esposa si decides hacerlo fuera. El almuerzo es a las doce del mediodía. A las ocho estamos fuera de casa para comenzar el día de trabajo, no tolero la impuntualidad ni las faltas de respeto.

-Entiendo.

-Al igual que mis hijos, tienes prohibido tocar a ninguna mujer dentro de nuestra familia, lo que se extiende a mis tenientes. Tú decides si tocas a mujeres externas a la mafia.

-No tendrás problemas por eso.

-Tu padre dijo otra cosa.

Sé lo que mi padre le dijo. No es algo que quiera repetir, he aprendido por las malas las consecuencias de mis actos. Hice daño a la mujer que amo y no volveré a repetir algo así, nunca volveré a tocar a nadie que no sea ella.

-Esta es tu habitación, mantenla ordenada y limpia. Tenemos servicio en casa, pero no son nuestros esclavos.

Sandro abre la puerta de la habitación, cierra cuando entro. Dejo la maleta a un lado en el suelo, luego me dejo caer de espaldas sobre la cama.

¿Qué estará haciendo ahora Gio? ¿Estará dormida o en alguna misión para Pavel? Mis dedos hormiguean por escribirle un mensaje, pero no contestará y tampoco quiero molestarla. Decido ir a la ducha, me vendrá bien despejar mi mente. Y después de diez minutos bajo el chorro de agua fría no despejo nada, de hecho, salgo de la ducha peor que antes. Porque sólo he hecho acordarme de nuestra primera vez. No he estado con otra mujer que no haya sido ella, sólo besé a unas cuantas, no me importa lo que haga en Rusia, yo no haré nada aquí. Tomo con dedos temblorosos el As de picas del lavabo, lo dejé aquí antes de meterme en la ducha. Le doy un beso, con la promesa de que ninguna mujer tendrá mi atención el tiempo que estemos separados. Todos mis pensamientos serán para ella, para mi mostriciattola. Es la única mujer que merece mi atención y es a la única que se la daré. Cuando volvamos a reencontrarnos la volveré a conquistar y la haré mía de nuevo. Será cuando ponga un anillo en su dedo y me la quede para siempre.

La puerta de mi habitación se abre y se cierra, me asomo por la puerta del baño. Un hombre joven está parado en medio de mi habitación, presumo que es uno de los hijos de Sandro. Va vestido de negro, todo de negro.

-Tú debes de ser el hijo del Don- me saluda- Soy Teo Ricarddi, el hijo mayor de Sandro.

Extiende su mano hacia mí, la cual estrecho. No debe de tener más de veinte años.

-Eros Romano- me presento.

-Imagino que mi padre te ha hablado de las normas de nuestra familia.

Asiento con la cabeza.

-Mi hermano Max y yo vamos los viernes a un club de striptease, puedes venir con nosotros y desfogarte.

-Agradezco tu amabilidad, pero debo rechazar la invitación. Estoy ocupado.

Teo levanta las cejas, seguramente también haya oído lo que mi padre le dijo al suyo.

-Si cambias de opinión sólo tienes que decirlo. Y ponte algo de ropa, tenemos una misión que hacer esta noche- me dice antes de marcharse de la habitación.

Suelto un suspiro, esto ha sido un poco raro. Espero que cambie con el tiempo, ya es bastante difícil estar en un lugar extraño como para tener que lidiar con peleas estúpidas y tensiones no deseadas. Ahora será mejor que me prepare para mi primera misión aquí, en mi nuevo hogar.

 Ahora será mejor que me prepare para mi primera misión aquí, en mi nuevo hogar

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Antología [Volumen 1]Where stories live. Discover now