CAPÍTULO 1

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*CAMILA POV*

Me despedí de mi padre al bajar del auto y caminé dentro del colegio. Estaba de buen humor, no es que amara ir al colegio es simplemente, no lo se, tenía ganas de estar de buen humor.
Abrí mi casillero y saqué los libros para mi siguiente clase, historia, odiaba historia. 

Con la mirada en mis pies me dirigí hacia la sala. Nunca solía levantar la vista, ya que algunos idiotas me molestaban a veces y no quería ni verlos, pero solo los ignoraba y seguía haciendo lo que estuviera haciendo.

Otra vez me había perdido, no encontraba la sala de historia así que entré a las que suponía que podían ser, pero solo obtuve risas de los alumnos de las clases que interrumpí.
Cuando por fin encontré el bendito salón, entré.

-Llega tarde, señorita Cabello. –dijo en voz alta el profesor.

-Lo siento, es que me perdí. –Todos se reían, incluso el profesor. No. No era gracioso, pero ellos se reían, así que sólo me encogí de hombros y tomé asiento en el único banco libre que había.
Saqué mi libro de historia y leí la página que debíamos leer, lo supe porque estaba anotado en la pizarra. Era tan aburrido que no podía siquiera concentrarme, así que me puse a observar a mis compañeros, solía hacerlo a veces. Era lo de siempre. Los que leían, los que molestaban a otros, los que no hacían nada y los que se dormían sobre el banco. La voz del profesor me hizo volver la mirada al frente. ¿Cuándo se iba a terminar esa estúpida clase?

-Bien, formaré grupos de tres personas para que hagan el próximo trabajo por entregar –el profesor tomó su lista.

-¿No podemos armarlos nosotros? –preguntó una chica rubia, era alta y demasiado hermosa. Creo que se llamaba Diana... Daiana...

-No, Dinah.  –Respondió el profesor. Ah, Dinah. Se llamaba Dinah. Comenzó a formar los grupos, todos se quejaban porque no estaban con sus amigos o les tocaba alguien con quién no querían estar, yo no me quejaba, no tenía de qué. No me hablaba con nadie. Mi único amigo era mi iPod lleno de buena música. -...Y por último, Cabello, Jane y Jauregui –Asentí. No. Paren. QUE. ¿Jauregui? Como si la chica alta leyera mi mente intercambió una mirada conmigo mientras que esa chica Jauregui, ni se inmutó. –Bien. Traigan algo preparado para la siguiente clase. Adiós.

Guardé mis libros en mi mochila, la colgué en mi hombro y salí por el pasillo. Sentí que alguien tocó mi hombro, me giré para encontré para encontrarme con la chica alta.

-Hola. –Saludé tímidamente.

-Hey. Hola. Soy Dinah, me tocó hacer contigo el trabajo.

-Soy Camila. Lo sé. ¿Cómo haremos eso?

-Uhm... ¿Quieres venir a mi casa?

-Claro. –le sonreí –Y... esa chica... Lauren.

-No me animo a preguntarle si querrá venir a mi casa ¿sabes? Me intimida, temo que me asesine o algo así. –reí en voz alta. Ella era muy simpática.

-Iré yo... -la busqué con la mirada. –Esta allí, en el patio. ¿Te veo a la salida?

-Perfecto. Si quieres en el almuerzo búscame, estaré con mis amigas.

Asentí. Obvio que no iba a ir. Un almuerzo en el patio, sola, me esperaba como siempre. ¿Cómo iba a meterme entre sus amigas?
Caminé hacia esa chica Lauren que estaba mirando su celular sentada bajo un árbol, llevaba su típica ropa negra, gorro negro, zapatillas negras, no es que la miraba siempre, bueno si lo hacía. No había mucha gente allí afuera. Igual no me importaba. –Uhm... Hola –dije y giró su cabeza lentamente hacia mi. Quería reírme de ella, a mi no me intimidaba como dijo Dinah, la verdad.

-Qué –dijo fríamente.

-Nos tocó juntas en el trabajo de historia, con Dinah.

-¿Y?

-¿Quieres ir a su casa a empezarlo?

-Asintió –No. –Fruncí el ceño. Intenté no reírme. 

-¿Cómo se supone que lo haremos entonces? –se encogió de hombros viendo su celular. Quería darle una piña por ser tan odiosa, pero me dolería  la mano luego, además, nunca había golpeado a nadie y ella no sería la primera ya que la vi pelear varias veces con personas en el colegio. Le quité su celular y lo escondí detrás de mi espalda.

-¿Qué mierda estas haciendo? –dijo y si, ya me daba miedo. Pero no se lo devolví.

-Vienes o no te doy tu teléfono.

-Me lo das o te rompo la cara.

-Esta bien, te lo doy. –se lo di y lo tomó de mala manera –¿Puedes venir? –pregunté otra vez, hice puchero, porque siempre funcionaba –Por fi...

-¿Qué mierda contigo? Me dan ganas de colgarte de este árbol, te juro.

-¿Eso es que vas a ir?

-Solo si te vas y me dejas de molestar.

-Te esperamos a la salida. Adiós.

Y me fui a la siguiente clase.
El día se pasaba lento y yo sólo quería salir de ahí.
Durante el almuerzo estuve sentada en el patio, sola. Le envié mensajes a mis padres avisándoles que no iría a casa.
Cuando el timbre de fin del día sonó, salí del colegio y esperé a Dinah en la entrada, Lauren venía detrás de ella.
Caminamos hacia su casa, que no quedaba tan lejos, Lauren venía detrás de nosotras, a una buena distancia, que chica tan odiosa era.
Dinah y yo hablamos sobre muchas cosas, la conocí un poco más y me caía bien. Tenía como unos ochenta hermanos, no alcancé a contarlos a todos. Subimos a su cuarto y sacamos nuestros libros para comenzar con lo que debíamos hacer.


*LAUREN POV*

Me encontraba acostada sobre la cama de esa chica, no se como se llamaba, ni me importaba. Estaba con mi celular mientras que la niña molesta y la otra hacían el trabajo, se quejaban de mi, pero tampoco me importaba. Solo quería irme al muelle y fumar, porque la chica alta no me dejó fumar dentro de su cuarto y temía que me quiera pegar o algo, tenía manos grandes, me llegaba a dar una bofetada y me arrancaba la cabeza.
Cuando por fin terminaron el estúpido trabajo, ellas lo habían terminado cuando sólo había que llevar una parte ¿por qué la emoción de querer terminarlo? , y nos podíamos ir.

-Adiós, fue un placer venir aquí a hacer el trabajo. –dije y me puse el gorro para irme.

-Tu no hiciste nada –dijo la otra, tenía ojos marrones y eran lindos.

-Lo que sea, adiós.

-Si, chau. –dijo la más alta y me fui.

Caminé lejos de ellas, pero como si el mundo me odiara la niña molesta esa venía detrás de mi. ¿acaso no se daba cuenta que no quería ni verla?

-¿Puedo ir contigo? –preguntó mientras intentaba seguir mi ritmo al caminar.

-No.

-Igual iré. –Suspiré y seguí caminando. No iría a mi casa hoy, iría al muelle, necesitaba fumar y tomar algo. –Hace frío.

-No me digas. Abrígate, niña.

-Me llamo Camila. –Me encogí de hombros, porque no me importaba. Camila siguió hablando todo el puto camino, no se de qué porque no la escuché. Cuando llegué al muelle, bajé por la playa y me senté cerca del mar. Por fin estaba en silencio. Encendí un cigarro, inhalé y saqué una botella de cerveza que llevaba en la mochila. Bebí un buen trago y me quedé allí viendo el mar. Estaba oscureciendo y hacia un poco más de frío. –¿No irás a tu casa?

-¿No te fuiste? ¿Me odias? –frunció el ceño.

-No y no, no te odio ¿por qué?

-Porque me sigues. Déjame.

-Pero no quiero ir a casa todavía. –se sentó a mi lado viendo al mar. La miré incrédula ¿por qué tuve que aceptar ir con ellas? Ahora no dejaría de molestarme nunca. Quería golpearla, pero era tonta, no podía golpearla.
Se quedó allí sentada a mi lado sin decir nada y agradecía por eso. Me gustaba estar en silencio, sin hablar. Sin decir una palabra. El humo del cigarro entraba a mis pulmones una y otra vez, los tragos de cerveza eran largos y deliciosos. Cuando iba por el tercer cigarro, desgraciadamente, otra vez habló.

-¿Puedo preguntarte algo? –dijo viendo sus manos en sus regazo.

-No. –de quedó callada un largo rato y otra vez molestó.

-¿Por qué fumas?

-Porque se me da la gana.

-¿Por qué no vas a tu casa?

-Porque no se me da la gana. – se quedó en silencio por algunos minutos.

-¿Por qué no hablas con nadie en el colegio?

-¿Te han dicho que hablas mucho? Pobre de tus amigos. –dije antes de dar otra calada al cigarro.

-No tengo amigos. –susurró viendo otra vez sus manos en su regazo. –Dinah y tu son las únicas personas del colegio con las que he hablado.

-Claro, eres insoportable ¿Quién querría ser tu amiga? –no tuve respuesta. Encendí otro cigarro y bebí más de mi cerveza. Veía el cielo oscuro, las estrellas y la luna, ya era de noche y me encantaba estar allí a esa hora. Sentí un suspiró y me giré para ver a Camila que estaba llorando, casi se me sale el corazón al verla así. ¿Qué se supone que debía hacer? Ni siquiera sabía que le pasaba.

-¿Qué... por qué lloras? –pregunté y no respondió. Secaba sus lágrimas con la manga de su campera.

-Eres mala. – dijo entre sollozos y se levantó para irse. Tuve el impulso de seguirla. No se que me pasaba, pero me sentía una mierda.

-Espera. Era broma –la tomé del brazo y ni siquiera se quejó o se quitó de mi agarre.

-No es gracioso. Tu no sabes lo que es no tener amigos, que nadie te hable, almorzar sola todos los días y no querer más que llegar a tu casa y encerrarte en tu cuarto. ¿Por qué bromeas con eso? Eres odiosa. –me quedé viéndola y la entendía.

-Si que lo sé... -dije soltándola y fui a mi lugar de antes. Si se quería ir que se vaya. Le di una patada a mi mochila quitándola de mi camino y me senté otra vez para seguir fumando.

-¿Puedo fumar? –me giré y allí estaba todavía, quería reírme porque no se iba después de todo, pero no lo hice. Asentí y se sentó a mi lado. Tomó el cigarro torpemente.

-No fumas ¿verdad? –negó. –Así –acomodé el cigarro en sus dedos –Lo llevas a la boca, inhalas un poco y lue... -no terminé cuando ya se había ahogado. –Eso es normal al principio. –dije y volvió a llevárselo a la boca. Tuve el impulso de limpiar una lágrima en su mejilla y me arrepentí luego de hacerlo.
Yo nunca me arrepentía de tratar mal a las personas, pero ella era boba, inocente y adorable, me sentía mal después de tratarla así. Quería golpearme por pensar eso, pero era vedad.
Nos quedamos allí una hora más, sentadas fumando, sin decir nada, me culpaba internamente porque la hice llorar y ahora no hablaba. Por lo que me había dado cuenta antes de que llorara no paraba de hablar nunca, pero estaba tan callada que me molestaba un poco. Si. Quién te entiende, Lauren. La vi por el rabillo del ojo y se frotaba los brazos, había acabado un cigarro ella sola.

-Debes irte a tu casa, es tarde.

-Tu también.

-Me quedaré más tiempo.

-Entonces yo también. –rodé los ojos. No había caso, así que me levanté. –¿Me vas a acompañar? –No había pensado en eso, pero después de haberla hecho llorar me sentía obligada. Asentí. –Me daba miedo ir sola. –la miré de reojo y no dije nada. –¿Me odias? –me giré a ella mientras caminábamos.

-No. ¿Por qué?

-Me tratas mal... -Seguí caminando en silencio durante lo que restó del camino –Es aquí. –Era una casa enorme y linda. –gracias por acompañarme –dijo viendo sus pies.

-Por nada... Lo siento... -susurré y me sorprendí hasta yo.

-¿Por qué?

-Por tratarte mal y hacerte llorar. – Se encogió de hombros.

-Tienes razón después de todo. –sus ojos estaban llenándose de lágrimas otra vez y negué.

-No. No. No es cierto. Yo sería tu amiga. –Oh por dios, no pude haber dicho eso.

-Lo dices porque... nada. Mejor me voy adentro.

-Hablaba en serio. –acomodé mi gorro. –Pero si no quieres te entiendo, soy una mierda. Adiós. –y caminé lejos de ella.

Obviamente no fui a mi casa, volví al muelle y seguí fumando y bebiendo hasta cansarme.



En la mañana siguiente caminaba por los pasillos viendo mi celular. Mi hermano me preguntó porqué no llegué a casa, si, otra vez me había amanecido en el muelle, fui a casa para darme un baño, pero el ya no estaba así que no me vio.
Choqué con alguien y levanté mirada. Iba a golpear a quién quiera que sea, pero cuando iba a hacerlo vi a Camila.

-Lo siento – dijo recogiendo sus libros y levanté dos de esos y se los di. Vi como algunas personas en el pasillo miraban lo que acaba de hacer, si claro olvidé que Lauren Jauregui es la mala aquí.

-¿Qué? ¿Qué miran? –dije y ellos se giraron y otros se fueron. –¿Estas bien? –pregunté volviendo mi mirada a ella y asintió.

-Lo siento. Estoy algo dormida aún. –asentí viéndola, llevaba jeans blancos y un buzo celeste con la imagen de Ed Sheeran.

-No importa. ¿Dónde ibas?

-A la clase de dibujo. –habló mientras veía a su alrededor y bajó la mirada.

-También me toca esa clase ahora. ¿vamos? –puedo asegurar que me vio sorprendida. Y si, yo también estaba sorprendida por como me comportaba con ella. Pero terminó por asentir y caminó delante de mi.
Vi como alguien la empujó haciéndola golpear fuertemente contra mi que iba detrás de ella. –¿¡Que mierda te sucede, idiota!? –le dije al chico y casi se le salen los ojos al verme. A veces me encantaba tener ese privilegio de que me temieran. Lo empujé contra los casilleros y se quejó del dolor.

-Lo siento, no la vi –se defendió.

-Pues mira bien la próxima vez. –dije cerca de el y me giré. Estaban todos viendo la estúpida escena. No iba a golpearlo solo porque Camila estaba detrás de mi asustada. Salí de ese pasillo con Camila a mi lado, iba callada y antes de entrar a la sala de dibujo la detuve. –¿Estas bien? –asintió. –¿Te hacen eso seguido?

-No. A veces. Pero no es nada.

-No lo harán más. –asintió y abrí la puerta para que entrara.


Cuando salí del colegio me fui al gimnasio. Necesitaba volver allí y olvidarme de todo.
Cada vez que podía distraerme con algo, los recuerdos o pensamientos se hacían presentes en mi mente y me destruía sola. ¿por qué no podía tener un día en paz?
Estuve en el gimnasio durante tres horas. Le pegué a la bolsa tan fuerte como mis puños podían. Cada golpe me ayudaba, cada golpe me hacia sentir un peso menos de encima, cada golpe era un poco menos de ira en mi. Estaba agotada, así que cuando salí del gimnasio volví a casa luego de dos días fuera.

-¿Dónde estabas? –no acabé de entrar que mi hermano ya estaba preguntándome.

-Por ahí, en el colegio, estoy bien. –dije subiendo las escaleras.

-No puedes desaparecer dos días, Lauren. –el me seguía por detrás.

-Si puedo Chris. Estoy bien, siempre estoy bien. No tienes de qué preocuparte. –entré a mi cuarto y dejé la mochila en la cama. –Me daré un baño. –Y sin dejarlo que continúe entré allí.
El agua caliente era alivio para mi cuerpo. En la ducha podía llorar sin que nadie se diera cuenta, en la ducha las lágrimas se mezclaban con el agua y eso era bueno.
Me vestí, sequé mi cabello y bajé a la sala. Mi hermano estaba con su novia. A veces no entendía como el era tan fuerte. Como el pudo seguir. A veces no entendía qué hizo para tener a su lado a una persona que lo amara tanto y lo cuidara como su novia hacia con él. Chris me cuidaba, me daba todo, pero nada era lo mismo. Claro que no.

-Hola Kaena. –saludé a mi cuñada. -Wow, eso crece mucho –dije refiriéndome a su vientre. Estaba embarazada de siete meses.

-Hola, Lauren. –sonrió.

-¿Qué quieres cenar? –me preguntó mi hermano.

-Nada.

-Tienes que cenar, Lauren.

-No... yo... yo iré con mis amigos a cenar fuera. Así que... Me voy.

-Ten cuidado y llévate abrigo.

-Si. Adiós Chris, adiós Kaena, cuida a ese niño y come mucho. –dije saliendo de la casa.

Claro que mentía. No había cena, no había amigos, no había nada.
No me sentía bien,  terminé por ir donde hace tiempo no iba y donde sabía que no debía ir, pero lo hacía de todas formas. Era una manera de escapar de la realidad, de mi misma a veces.

-Mira quien llegó...

-Lo mío Wess. Ya me voy –dije acomodando mi gorro y la capucha de mi campera encima de éste.

-Te doy lo tuyo y algo nuevo si te quedas a fumar un poco. – dijo levantando una bolsa con pastillas y polvo blanco.

-Esta bien.

Y me quedé con ellos fumando, mis ojos ardían y me dolía la cabeza. Cuando terminé, me dio mi bolsa con polvo y otra con pastillas. Me fui de allí y no sabía donde iba pero estaba caminando. Apenas estaba oscureciendo y yo ya estaba perdida. Apenas podía estar de pie luego de media hora bajo el efecto de la marihuana, las pastillas y el vodka que había consumido con Wess.
Estaba mal, sabía que estaba mal, pero lo necesitaba, necesitaba olvidarme, necesitaba perderme para estar bien, para no hacerme más daño de lo normal, aunque fue mala idea, había consumido más de lo que acostumbraba. Y todo estaba volviéndose borroso.

-Lauren. –alguien me llamó, pero no me giré. Me di cuenta que estaba en el parque y busqué uno de los bancos para sentarme porque sentía que iba a caerme. –Lauren. –Repitieron, pero lo ignoré otra vez.

Cuando pude sentarme cubrí mi rostro y apreté mi cabeza con mis manos, dolía mucho. Levanté mi mirada y Camila estaba a unos metros de mi.

-¿Qué haces tu a estas horas sola? –dije intentando sentarme mejor.

-¿Qué te pasa? ¿Por qué... estas así? –preguntó con cuidado. En serio era tan inocente que no sabía ni darse cuenta que estaba tan drogada. Me tomé mi tiempo para responderle. No tenía ganas de hablar con nadie, no quería escuchar a nadie.

-Nada.

-¿De donde vienes?

-De... por ahí. –di respuestas cortas. Su voz estaba molestándome.

-¿De dónde? –susurró sentándose a mi lado y mi cabeza estaba a punto de explotar.

-¿¡Qué mierda te importa!? ¡Vete y déjame sola, estúpida! –grité haciéndola saltar del susto y se paró rápidamente del banco alejándose unos metros de espalda. Me quejé apretando mi cabeza y escuché los pasos de Camila alejarse.

¿Qué acababa de hacer? Ella no tenía la culpa de nada. Ni siquiera quise gritarle, pero eso pasa cuando estas drogada, a veces no sabes lo que haces.
Quería dejar eso, había pasado casi una semana sin consumir algo, pero supongo que fue uno de esos días donde mi mente y mis pensamientos estaban decididos a acabar conmigo lo que terminó por llevarme a lo de Wess.



When life hits you {Camren}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora