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Despertó asustado, sin poder mover los brazos. Jadeó compungido, sin saber qué era lo que le estaba reteniendo, hasta que poco a poco fue recuperando la memoria de la noche pasada. Vio sus muñecas, atadas con tela el cabecero de la cama, y también notó la presencia del lobo que dormía con la cabeza apoyada en su pecho. Su omega gimió satisfecho por hacer que el alfa estuviera cómodo con él.

Se quejó de no poder abrazarlo, haciendo que el otro se despertara y mirara alrededor confuso, dándose cuenta que Stiles seguía atado. Somnoliento le soltó, tomando sus muñecas y depositando suaves besos en las marcas que los amarres le habían infringido. Stiles suspiró cerrando los ojos, pudiendo entonces acariciar el rostro y el pelo del alfa, y ronroneó satisfecho. Derek sonrió de medio lado y sacó la mano de dentro de la ropa del castaño, imitando lo que el otro hacía y acunando sus mejillas.

—¿Estás bien? —preguntó el moreno en voz baja, alzando la vista y encontrándose con los ojos del otro.

—Sí —susurró sonriendo levemente—. ¿Me he descontrolado?

—No, sólo te dio un pequeño ataque por la falta de engrudo —repuso Derek incorporándose un poco, soltando la cara de Stiles y frotándose los ojos—. Así que te abracé y te calmaste.

—Gracias, Derek —dijo en voz baja, mordiéndose el labio inferior, agachando la mirada. El alfa necesitó entonces recordar el sabor de la boca del castaño, así que no se demoró más y se inclinó sobre el rostro de Stiles, besándolo con extrema suavidad, como si se fuera a romper.

Cada vez tenía más dependencia a estar en contacto con el omega, su toque era casi curativo, y notaba que a medida que pasaba tiempo con él, sus esencias se unían y sus olores se habían combinado casi por completo. Para ambos había sido el primer contacto con la especie contraria y había sido tan lento, tan cuidadoso para que el alfa no asustara al omega, que aquella combinación de factores había producido que se diera la unión perfecta, aquella en la que el omega era feliz de cuidar y hacer feliz al alfa, y por el contrario, que el alfa sintiera que con el omega podía estar en paz, logrando que estuviera cómodo con su presencia y el miedo no existiera entre ambos.

Fue Stiles el que aceleró el beso, gruñendo contra su boca, haciendo más intenso el contacto y apretando su cuerpo contra Derek. Éste sonrió contra sus labios, respirando hondo y separándose, depositando un par de besos leves y mirándolo mordiéndose el labio inferior.

—Tengo que trabajar —murmuró acariciándole las mejillas con sus pulgares—. Me encantaría no ir y quedarme aquí, no sabes cuánto. —Stiles rio y suspiró asintiendo y aceptando que se tuviera que ir—. Además, tengo que buscar un sitio para que nos mudemos —añadió en voz baja, recordando la conversación con su madre el día anterior, y se le ensombreció el rostro.

—Llegarás más tarde —repuso el castaño afirmando, no preguntándoselo.

—Probablemente —farfulló separándose dolorosamente del cuerpo de Stiles, que se quejó y siguió echado en la cama, mientras observaba a Derek levantarse y bostezar—. Estoy preocupado por tu celo y el síndrome de abstinencia. Normalmente estoy aquí cuando te da y me preocupa que te dé cuando no esté, y más volviendo más tarde.

—Intentaré no hacer ruido —dijo en voz baja, arrepentido de no poder controlarse cuando el celo le atormentaba.

—No es por eso, Stiles. Lo digo porque te va a doler y no voy a poder aliviarte como otros días. Podrías intentar bajar la excitación o la fiebre con una ducha de agua fría, ¿vale? Sólo si ves que se te hace insoportable, no quiero que lo pases mal y si estás delirando o excitado puedes caerte y hacerte algo.

—Espero no llegar a eso.

Derek entró en el baño y, como le recomendó hacer a Stiles, se tomó una ducha de agua fría. Aunque el celo parecía estar en pausa, o al menos eso quería pensar, la excitación que provocaba besar al omega era plausible.

Saviour [m-preg]Where stories live. Discover now