Epílogo

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22 años después

—Sigo sin entender por qué me miran con lástima cada vez que preguntan si tenemos hijos —comentó Isaac poniendo los ojos en blanco y terminándose de poner el traje. Jackson sonrió poniéndole la corbata.

—¿Quién fue esta vez?

—Una compañera de clase de Edd —gruñó Isaac apretando los labios—. Parece ser que siguen teniendo ese pensamiento anticuado de que los omegas sólo servimos para procrear.

—Eso es porque no te conocen bien —dijo el alfa riéndose—. Si supieran que tú has hecho que los alfas, betas y omegas pudieran volver a casa después de que emigraran a Reino Unido...

—Bueno, no me pongas tanto mérito, porque fuimos todos los que conseguimos eso. Pero siempre me preguntarán con lástima por qué no tuvimos hijos y me duele ya la boca de decir porque el omega decidió NO tenerlos. Parece que no respeten mi decisión.

—Lo importante es que yo si la respetara.

—Pero es por eso por lo que te quiero —comentó el de rizos besándolo en la nariz, apartándolo y viéndose en el espejo.

—No me puedo creer que los trillizos y Vicky se vayan a graduar ya en la universidad.

—Parece que fue ayer cuando Edd se comió una camiseta tuya cuando fuimos a Chelmsford a verlos —dijo Isaac con sorna.

—Era mi favorita. Aún no entiendo cómo demonios un crío tan pequeño se convertía en un lobo más grande que una mesa.

—Exagerado.

—A ti no te mordió.

—A ti sí, pero porque le pegaste con un periódico. Es el hijo de tu mejor amigo, no una mascota que puedas educar así.

—Bueno, menos mal que Edd se convirtió en un chico más o menos normal... y dejó el lado violento en su infancia.

—Pero el que domesticó a aquellos dos lobos fue Craig. El niño apuntaba maneras desde pequeño.

—Y tanto, practicaba veterinaria con sus dos hermanos —bromeó Jackson haciéndole un gesto para que salieran de casa de una vez.

Había pasado mucho tiempo, y a pesar de todo, habían sabido permanecer en sus trece, seguir sus ideas y perseguir aquello que querían. Los que permanecieron en Estados Unidos lograron muchas cosas para que los que huyeron a otro continente volvieran y siguieran construyendo un mundo mejor para todos por igual.

Había sido duro despedirse, y vivir tan lejos de personas tan importantes en la vida, pero el hecho de que el mejor amigo de Jackson volviera por fin cuando sus hijos cumplieron dieciséis fue un chute de energía, no sólo para el alfa, sino para el equipo pro omega, aunque ni siquiera ya se llamaba así. Porque lo habían conseguido.

Talia ya se había jubilado, aunque seguía el reinado de los Hale, con Cora al mando -aunque más bien manejaba el cotarro Lydia. La gente ya veía natural que omegas y betas trabajaran en los puestos de los alfas, aunque siempre cabía el alfa de turno que soltaba algún comentario anticuado respecto a los omegas.

"Qué pena que no tengas hijos" o "¿No te dedicas a hacer feliz al alfa?" eran los comentarios que tanto omegas como los alfas que lucharon en la resistencia odiaban. Y sobre todo molestaba a los omegas que, como Isaac, habían elegido no tener descendencia.

Pero al fin y al cabo, eran omegas libres. Les daba igual lo que quisieran los demás, lo que contaba era su decisión.

Llegaron a la puerta de la casa de Derek y Stiles, y fueron recibidos por un revoltijo de nervios que era Claudia, la hermana de los trillizos, de doce años. La niña se colgó del cuello de Jackson y le plantó un beso en la mejilla.

Saviour [m-preg]Where stories live. Discover now