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Estaba cansado después de una madrugada tan intensa. Chris le había enseñado la nave industrial donde acogían a los omegas. Los que estaban pasando el síndrome de abstinencia estaban encerrados, aunque les proporcionaban comida y bebida normal, y los que llevaban más tiempo allí pasaban el rato leyendo -los más pequeños eran ayudados por los omegas más mayores, que aprendieron a leer antes de entrar en la granja- o haciendo cualquier cosa, dado que no podían salir de allí.

Supo un poco más de la historia de Chris y John. El primero había sido separado de su hija cuando su padre supo que era una omega. Se había pasado escondiéndola durante quince años -tarea casi imposible, pero ella vivía en la parte de atrás, en la zona que daba al jardín, con su madre- hasta que descubrieron de la existencia de ambas, y no pudo seguir ocultándolas.

Que Chris hubiera mantenido con vida a la madre de su hija -una omega- y que la niña que había nacido y crecido de la especie más inferior, en la familia Argent se consideraba una vergüenza. Los omegas para ellos eran sólo los que portaban a los alfas de su casta, y luego eran sacrificados.

Chris había cometido el error de perdonarle la vida tanto a su hija como a la madre de ésta. Había escondido su existencia y actuaba como si la desgracia de tener una omega como sucesora fuera una vergüenza para él.

Y mientras la niña fue aprendiendo a ser toda una alfa, teniendo el estigma de ser de la especie más vergonzosa, y su madre la cuidaba, mientras que Chris les proporcionaba una vida que aunque no era perfecta, les brindaba todo su cariño.

El día que fueron descubiertas, el hombre no pudo hacer nada. Mataron a la madre, pero la niña, a sus trece años, había sido entrenada bien, ya que pudo huir de la mansión antes de que la atraparan.

El hombre fue expulsado de su familia, y se convirtió en un renegado. Quiso buscar a su hija tras enterrar a la otra omega, pero se hizo inaguantable seguir en Beacon Hills. Tuvo que irse a Europa, buscando consuelo para su torturada alma, y encontró mucho más que eso, descubrió los medios y obtuvo los conocimientos para cuidar a los omegas que estaban tomando el engrudo, que por ese entonces era sólo el 1.0. Obtuvo medios y pudo aprender todo lo que pudo antes de volver y empezar a moverse.

Al principio era sólo él, y se dedicó a buscar a su hija por las granjas que había ido descubriendo. Luego por archivos que fue hallando, descubrió que ella había escapado de las garras de los alfas y los betas que traficaban con omegas, lo que significaba que vivía en la calle. Era un terreno demasiado amplio como para buscarla, pero no se rindió.

Y entonces conoció a John.

Aquel hombre tuvo menos suerte aún. Se enamoró de una omega, y tuvieron un hijo, también omega. Una vez el padre de John supo de la existencia de aquel romance y de aquel niño con aquel lastre, los echó de casa.

Ocho años después, la policía encontró el cuerpo de la omega, pero ni rastro del niño. A su edad, y el hecho de que por ese entonces se popularizaron los omegas jóvenes, lo más probable era que hubiera acabado en una granja.

Catorce años después, seguía buscando a su hijo. Lo conoció sólo una vez en su vida, cuando era un bebé, pero tenía la esperanza de reconocerlo si lo encontraba. Y si daba la casualidad que estaba vivo.

La historia de las otras dos chicas era muy diferente. Ambas habían tenido una vida fácil, pero siempre supieron que algo estaba mal. A su alrededor, todos los alfas trataban como una mierda a los betas, y tan sólo usaban a los omegas para procrear. Su pandilla se determinaba por ser todos alfas, y por usar, tener descendencia, y tirar de nuevo como si fueran basura.

Nunca apoyaron esa creencia de que fueran menos que los alfas, el hecho de que la estúpida jerarquía determinara quién era mejor que los otros. Quizás el no tener útero para impedirles procrear era un castigo por su egoísmo.

Saviour [m-preg]Where stories live. Discover now