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Después de una comida un poco menos tensa, después de hablar del tema importante que les concernía, se sentaron en el salón para volver a tratar éste. Tras las palabras de Derek, todos parecían haber sufrido un cambio de chip que les hizo estar animados con lo que Lydia iba a proponerles.

—Bien, estamos un poco apretujados pero la verdad es que nunca en la vida he visto una reunión tan bonita como esta, y me encanta —comentó la pelirroja con una gran sonrisa—. Es cierto que los omegas no van a poder hacer mucho por lo que ya sabemos... esta estúpida sociedad os va a seguir poniendo trabas pase lo que pase, pero para eso podéis vivir en la sombra y colaborar en el proceso que quiero que hagamos entre todos. Lo elaboraré con vosotros, mientras que los alfas serán los que hagan el trabajo sucio.

—Estoy acostumbrado —dijo Derek riéndose—, trabajo como cazador de omega.

—Me sigue sonando mal esa profesión, pero al saber qué es exactamente lo que hacéis, he de decir que os adoro a todos los que estáis en ella, la verdad —repuso Lydia con una sonrisa.

—Bueno, ¿y qué es lo que tenemos que hacer? —preguntó Isaac entusiasmado. El sólo hecho de poder ser útil para lo que fuera que iban a hacer lo tenía saltando en el asiento. Jackson sonrió de medio lado al verlo tan contento.

—Pues no sé si lo sabéis, pero Derek sí, y es que yo soy periodista. Viajé por todo el mundo, pero nací aquí, en Beacon Hills. Al final me establecí en Londres capital, y no sabéis lo que es el mundo allí. Todos los omegas tienen las marcas en el cuello, como Stiles. —El susodicho enrojeció, y Derek sonrió ante la mención de su firma en el cuerpo del castaño—. Los omegas están con quienes quieren estar, viven libres, pasean por las calles, trabajan... me extraña que vivamos en el mismo planeta, pero yo he estado allí, y creedme que es hermoso todo aquello. Ojalá todo el mundo tratara a los omegas por lo que son: personas, al fin y al cabo. Y son las personas más importantes del mundo, porque ellos traen la vida y sin ellos, las personas que compartimos esencia con los lobos, nos extinguiríamos.

—¿Es en serio lo de Londres? ¿De verdad van libres por la calle? —preguntó Jackson con incredulidad.

—Y pasean de la mano con sus parejas, alfas orgullosos de mostrar al mundo a su familia. —Derek torció el gesto mirando a Stiles, que le sonreía tímidamente. Ambos pensaban exactamente lo mismo—. Y sé que no estamos solos, joder, hasta vosotros mismos habéis conocido a nuevos alfas en contra del abuso de los omegas que se dedican a liberarlo, ¿no creéis que haya más? Estoy seguro que hay miles, pero que viven con el temor de las represiones o que simplemente, no saben cómo ayudar.

—¿Y entonces? ¿Qué sugieres que hagamos? —inquirió Allison con intriga.

—Pues que escribamos que no están solos, que publiquemos un artículo revelador de nuestro ideal, y que lo repartamos por barrios de alfas. Lo malo será los que estén en contra, que alertarán a las autoridades, pero con suerte, conseguiremos muchos seguidores.

—¿Y cómo haremos para saber quién está a favor y quién en contra? ¿Vamos haciendo encuestas por la calle? —repuso Scott cruzándose de brazos.

—Eso es lo que más me quiebra la cabeza, porque no sé cómo hacer que sólo los que sean de fiar vengan a vernos —murmuró Lydia taciturna.

—¿Un punto de reunión? Y que no sea demasiado obvio lo que pretendéis hacer —propuso Cora.

—A ver, yo creo que reunirse en un lugar puede ser un suicidio colectivo, con que uno de los que están en nuestra contra se entere, rodarían cabezas —dijo Derek ceñudo. Se levantó y comenzó a dar vueltas alrededor de la reunión, pensativo.

Saviour [m-preg]Where stories live. Discover now