Las portadoras secretas del Miraculous- Parte 3: El Adiós del Pavo Real

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Tras la muerte de mi madre los únicos que me fueron a ver desinteresadamente, aparte de mi padre, fueron Adrien y su madre. ¿Qué más podía esperar?, no necesitaba a esas personas que se hacían pasar por mis amigas.

Todo ese tiempo solo lloré desconsoladamente, la soledad que ahuyentaba mi único amigo por momentos, me abordaba en mi casa. La esencia de mamá aún se podía sentir y yo recordaba como ella me arropaba o me consolaba cuando tenía, pero ahora solo me quedaba resginarme a que ya no habría nadie que lo hiciese.

Finalmente mi padre nos mudó a uno de sus hoteles, también a él le había chocado su fallecimiento. Últimamente me daba todo lo que le pedía, seguro como una forma de reinvindicarse por todo el tiempo que perdió en su trabajo lejos de nosotras.

Poco a poco los días se volvieron más grises. ¿Por qué una persona tan buena como mamá? ¿Por qué?.... Esa pregunta cruzaba mi cabeza todo el tiempo y desembocaba un mar de llanto, así pasaron mis dias hasta que tuve que volver al colegio. Mi reputación de la sumisa de la clase había cambiado completamente, tras el incidente con mis falsas amigas. Actuaban como si me tuviesen miedo y me di cuenta que lo prefería así.

Por lo general los sábados iba a visitar a Adrien y su madre, sentir ese ambiente de hogar... de familia... me traía una nostalgia inmensa. La madre de Adrien siempre me acogió con cariño, era cierto no era mi madre, pero podía llamarle a esto hogar. Entonces finalmente di el paso al costado y empecé a estudiar en casa junto a Adrien. Para mí la familia de Adrien, complementada con mi padre, habían sido la esperanza que me salvó del vacío. Les estaba muy agradecida por todo, pero finalmente cuando debía empezar la preparatoria regresé a esos centros de tortura pública.

Cuando llegué no conocía a nadie y no desaproveché la oportunidad de marcar mi territorio. No tenía la intención de volver a pasar por lo mismo de la última vez, así que delimité la distancia que tenía con toda la clase. Lo que yo no sabía era que el destino me probaría con una pequeña chica llamada Sabrina, al instante siguiente que la vi por primera vez noté que ella tenía mucho de mí. De la yo que quería ser aceptada, de la yo que no era una idiota. Viendo una parte de mí en ella decidí acercarme a ella pero nunca sería igual... no podía confiar en nadie.

Todo iba normal hasta que el cuento de terror volvió a suceder y esta vez atrapó a la madre de Adrien. La segunda mujer más importante en mi vida también se iba y no podía soportarlo. En ese instante se me rompió el corazón, pero parecía que al igual que mi madre sería lento. A diferencia de mí, Adrien si se quedó innamovible a su lado y yo iba a visitarle lo más que podía. 

Finalmente terminamos primero y en el segundo curso iba con mi clásico amarillo en honor a lo mucho que le gustaba este color a mi mamá, pero volvería a ser probada cuando la encontré en el salon...

-¿M-María?-una chica parecida a la niña que me usó se presentó en el aula. Sus ojos azules y su cabello oscuro me hicieron sentir un frío en la espalda, no iba a volver a ser la de antes, me mantendría firme.

-Eh n-no yo soy Marinette. Mucho gusto -aquello me sorprendió, su parecido era notorio e incluso el nombre...

-¿Estas segura? -incluso su ropa ... aunque esta era diferente, estaba bien vestida pero no era porque la ropa fuese de marca, era más como que podía hacer un conjunto precioso con cualquier cosa, tal y como mi madre...

Esa timidez, contrastada con el parecido a esa chica que me daño, me parecían un fastidio pero él que ella poseyese esa habilidad que tenía mi madre para el diseño y que yo jamás pude igualar me descolocaron, no importaba lo mucho que intentese, no podía llevarme bien con esta chica...

-S-Soy Marinette Dupein...

En ese entonces dejé de ver a Adrien seguido pero siempre iba a visitar a su madre... Y finalmente un otoño cuando ya tenía catorce años, mi padre me dijo que la mamá de Adrien quería verme. Mi corazón dió un huelco y evité pensar... pensar ya me habían arrebatado a una persona.

Cuando finalmente llegúe de nuevo a aquel frío lugar con él que aún tenía pesadillaz, tomé un respiro y empujé la puerta...

-Se lo diré, vieja amiga... -escuché un segundo antes de entrar, pensando que había alguien resolví que lo mejor era tocar.

Aquel sonido hueco que predujó el golpe de mi mano contra la madera me recordó la noche posterior a la muerte de mi madre... me asustaba lo que encontraría tras esa puerta.

Pero no sucedió nada y a penas me vió me recibió con una sonrisa mientras me hacía una gesto para que me acercara.

-Hola mi niña -me susurró tiernamente mientras me abrazaba -Cloe necesitaba verte, sé que viniste hace unos dias así que lo siento por llamarte.

-No, no se preocupe...- sentí lo débil que estaba en sus palabras. El presentimiento de que era lo mismo que mi madre me aterró pero ella me tranquilizo con su sonrisa y prosiguió

-Sabes... necesito encargarte esto -dijo tras arrancar un pequeño accesorio suyo: Una perla.

-Yo no podría aceptarlo...

-No sabes lo igual que eres a tu madre, ella te extraña mucho pero a mí tampoco me queda mucho tiempo. Sospecho que mi esposo no se contentará con mi deceso e intetará encontrar esto que he estado cuidando. A pesar de lo mucho que amo a mi familia tengo una responsabilidad... -en ese momento la tristeza inundó sus ojos- y es por ello que debo alejarlo. 

-Pero porque todo por una pequeña piedra blanca, no nos dejes porfavor. Aún te necesito, Adrien te necesita...

-Cloe te prometo que si crees no me pasará nada, pero ahora mismo debes confiar en mí por más fantástico que fuera a sonar esto.

-Yo creo en ti...- y lo dije de corazón, después de la traición de mis amigas era la primera vez que me abría a alguien de esta  manera.

-Escúchame atentamente, cuando era joven yo era portadora de lo que es llamado Miraculous...

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Al día siguiente cuando volví a casa mi padre me abrazó, ya conocía ese abrazo, era exactamente como él de la anterior vez.

Estaba llena de ira, de furia, de tristeza... 

-Me prometiste que estarías bien... L-Lo prometiste ¿por qué? ¿Por qué tenías que irte también?. Esa fue la última vez que creí en alguien que no fuese mi padre, aquella vez murió algo en mí. Pero aún no estaba lista para despedirme así que pusé aquella esfera blanca en un collar y lo usé todos los dias...









Miraculous 1: La Desaparición de LadybugDonde viven las historias. Descúbrelo ahora