Capítulo 3. Entrenamiento

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—¡¡¡DEEEEEESAYUNO FAMILIAR!!!.

Me desperté de golpe al escuchar una corneta y a mi padre gritando que había un desayuno familiar con voz de mi entrenador.

—¡Me siento mal!— grité pero me sorprendió que mi voz sonó por dos.

Me levanté y miré la ventana, había sido Connor, quien ya había abierto la suya y al igual que yo trataba de salvarse del desayuno.
Pero un segundo, ¿por qué quiere salvarse si ni siquiera lo invitamos?.

—No hablarán de desayuno familiar con...— el asintió sabiendo lo que iba a decir.

—Si, ¿por qué crees que no me quiero levantar? Es un desayuno familiar con todas las letras, Nina: ...los Bosh y los Stobbe...

—¡CAZZO!.

—No se dicen malas palabras—, se quedó pensando —aunque no estoy seguro de que signifique eso...

—Eres un idiota.

—De eso si estoy seguro.

Me levanté de la cama y abrí mi puerta.

—No pongas excusas, los quiero a todos en el salón— me dijo mi padre antes de que pudiera abrir la boca para hablar.

—Me dio varicela de nuevo, ¿quieres que provoque una epidemia?.

—La varicela sólo te da una vez.

—Demonios. ¿Puedo faltar como regalo de cumpleaños adelantado?.

—No.

—¿Navidad?.

—No.

—¿Reyes magos?— volví a intentar.

—¡Nina!.

—Papá, tu sabes que odio los desayunos familiares y más si son con los Bosh, ¡no soporto a Connor!.

—Lo sé, pero a tu madre le da ilusión que todos desayunemos juntos. Baja así, ya no hay tiempo de que te vistas— me dio un beso en la frente y corrió a la habitación de mi hermano. —¡Aaaaaariba, perezoso!.

Bajé las escaleras y me tiré un clavado desde el final y por encima del barandal hasta el sofá, donde ya estaba Connor, también en pijama.

—¡Obesa! Mis huesos— me levantó y me aventó al otro lado del sofá justo a tiempo para que sus padres entraran a la casa y se sentarán.
—Bien, nosotros nos sentamos aquí para...para que no se repita lo del desayuno pasado— dijeron sentándose entre nosotros dos.

No chicos, no les diré que pasó en el desayuno pasado, sólo diré que le dejó cicatriz a Connor. Y no, no estoy loca.

—¿Cómo estás, linda?— me preguntó la señora Bosh.

—Yo...

—¿Cómo va a estar, mamá? Anoche la dejaron plantada.

—Oh, ¿De verdad?.

—Si, si. Igual que a un árbol, es más, con maceta y todo, le dijo que tenía que cuidar a su madre y él se fue a bailar en la fiesta.

Traté de hacer que se callara con la mirada.

—Connor.

—¿Si, nena?.

Jaja que lindo. Me llamo Nina. ¿Puedes cerrar la boca por un minuto?

—Mmm...no, no me apetece.

—Niños, no se...

—Esta bien— dije. —Hice ejercicios de auto control y me siento bien.

Que Seas Mis OjosWhere stories live. Discover now