Capítulo 7. Apodos

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—¿Deberíamos despertarlos?.

—¡No! Se ven tan lindos juntos.

—¡Estas hablando de tu hija, Cathy!.

—No están haciendo nada malo. Les sacaré un foto. Hace mucho que no los veo así.

Mis ojos se comenzaron a abrir por las voces susurrantes y un flash que traspasó mi párpados.

Me di cuenta del porqué de la alegría de nuestros padres al momento de abrir por completo los ojos y darme cuenta de que estaba durmiendo con la cabeza apoyada en el hombro de Connor, quien me abrazaba profundamente dormido, y yo también lo estaba abrazando.

—¡Que asco!— exclame con la nariz arrugada.

—¡No lo vayas a despertar!— me advirtió mi madre.

—¡Este tronco no se despertara ni aunque estalle una bomba nuclear! Lo conozco— en efecto, Connor no se movía.

—Se ve cómodo—, me dijo pícaro Ely desde el marco de la puerta de la cocina —y tu también lo parecías antes de despertar.

—¡Oh, callate!— me volví a concentrar en Connor. —Oye...Oye, basura. Despierta, idiota.

—Qué cariñosa manera de despertarlo.

—No me juzguen, yo se como duerme este animal. Escuche sus ronquidos en mi ventana toda mi vida.

—Si, aha. Mientras nosotros vamos a preparar el desayuno. ¡Vamos, Familia Stobbe!— llamó mi padre y todos se fueron a la cocina.

Bien...tengo que despertarlo.

—Animal...— trataba de quitarlo con mis brazos, —simio...— mis nulas fuerzas no pudieron con sus brazos de atleta, —inútil...— comencé a deslizarme por sus brazos hasta que por fin logré que nuestros rostros estuvieran al mismo nivel, pero Connor apretó su agarre y me atore— genial, ¿justo aquí tenías que hacerlo?.

Trate de moverme pero cada vez que lo hacía, me apretaba más contra él.
Piensa en algo, Nina. ¿Como haces que te escuche en su coma?

—Connor— puse mis manos en su cuello y le susurré en el oído. —Connor despierta, anda.

Me alejé un poco y pude notar que una sonrisa leve se hacía notar en su rostro.

—Ya besame de una vez.

Suspire y giré mis ojos. Le dí un empujón y me soltó para después romper en carcajadas.

—Lo siento es que parecías ser cariñosa conmigo por primera vez— yo levanté una ceja mientras el reía.

—Yo soy muy cariñosa con quien se lo merece, ¿sabes?.

—¿Dereck se lo merecía?...— y ahí tienen a Connor arruinando mi día de nuevo. Notó mi cambio de expresión —Ups, creo que hice una idiotez, ¿verdad?.

Me levanté, pero me siguió y me tomó del brazo y me atrajo hasta poder abrazarme.

—Connor...

—Perdoname, nena— susurró. —¿Sabes? Me gustaría despertar así todos los días.

Estaba por decir algo pero Ely apareció junto a nosotros. Me arrebató de los brazos de Connor y me abrazó él.

—¡Buen día, hermanita!— me dijo. —Te hice tu desayuno para que...

—Sabes que estoy furiosa contigo, ¿verdad?.

—Mmm...si— dijo con la cabeza baja.

Caminamos a la cocina.

—Por tu culpa me quedé toda la tarde con ese...— mire la puerta y el estaba ahí acomodándose el cabello.

—Oh, no pares. No le dirás nada que no me dijeras a mi en la cara antes.

—¡Por tu culpa me quedé toda la tarde con ese tonto que terminó alargándose hasta la noche y ésta mañana!.

—No parecías incómoda, hermanita.

Le dí un pisotón y tomé el plato frente a él para comerlo en la mesa de la cocina.

—¿Por qué volvieron?— pegunte.

—Pues, porque no tenía sentido ir sin ti, mi amor— me dijo madre. —Tus padres se quedaron allá, Connor, dijeron que querían recordar viejos tiempos sólos y volverán el lunes.

—Parece que me quedaré todo el fin de semana, nena— me dijo Connor.

—No sabes cuánto lo voy a disfrutar— me crucé de brazos.

Todos se rieron y comenzaron a comer sus desayunos. Cuando terminamos, todos fuimos al supermercado a comprar víveres.

Nos llevaron en la limusina y llegamos como toda una familia de pretenciosos, cosa que llamó la atención de todos en la plaza.
Esto no lo hacíamos siempre, la mayor parte del tiempo contratábamos a alguien para hacerlo. El dinero no es algo que a nuestros padres les falte y eso se ve desde el auto que usamos hasta la ropa, pero de vez en cuando hacemos esta clase de cosas para no perder la humildad según las señoras.

—Oh, si, Jaime. Debes pasar a las dos por nosotros en el helicóptero, no olvides los camarones en mi copa y las fresas con chocolate para Nina— jugó Connor fingiendo hablar por celular.

Las chicas lo veían como a un Dios...y él claro que lo disfrutaba.

—Bien, compren lo que crean que consumirán en la semana...— levanté la mano pero mi padre no me dio la palabra. —No, Nina, no puedes comer cremas de vegetales toda la semana...Es asqueroso.

—La humanidad jamás entenderá nuestro amor, bebé— dije dejando las latas de nuevo en su lugar.

Después de dar muchas vueltas buscando algo más, mi madre me dejó llevar dos latas de mi deliciosa comida preferida sabiendo que yo no quería nada más que eso y lo que Ely fuera a cocinarme porque claro, su comida es exquisita.

Fui al lugar de las cremas y me asombre al ver que de las dos hileras que antes estaba llenas, ahora sólo quedaban las de la parte de arriba.

—Cazzo— me dije a mi misma.

Bien, no soy un minion pero eso está muy alto. ¿A quien se le ocurre ponerlo ahí?.

—¿Problemas de estatura?— me pregunto Connor.

—Es que me robaste desde pequeños mis vitaminas, jirafa ladrona— me reí.

—¡Sólo quería salvarte de esas asquerosas medicinas!.

—¿Y mis Danoninos?.

—Oh, yo no tengo la culpa de que siempre tuviera hambre y tu comías muy lento. No quería que se echara a perder.

Si señoras y señores, es por eso que ahora como como un animal. Connor me traumó por completo y ahora cómo con el miedo de que alguien llegue a robarme la comida.

—Muy gracioso. ¿Vas a ayudarme?— lo miré y me dí cuenta de que el miraba a una chica que estaba detrás y se sonreían mutuamente. —Olvídalo.

—Lo lamento, preciosa, mi chica es celosa— dijo Connor y volvió su vista a mi mientras reía —¿Ayudarte con qué, nena?.

—Primero: a veces pienso que le pones apodos a las chicas porque no recuerdas nuestros nombres. Segundo: soy Nina no nena, y tercero, quiero mi crema de elote que está allá arriba.

—Quizá le ponga apodos a todas—, bajo las latas —pero para tu información, jamás le he dicho nena a nadie más que a ti.

Que Seas Mis OjosWhere stories live. Discover now