Capítulo 33. Buscate la tuya.

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—Bosh y Stobbe, irán en binas— nos dijo el entrenador.

—Esta chica me rompió la nariz y me pone a hacer ejercicio con ella, ¿En serio?— se quejó Connor.

—Si me pone con el, no prometo que no volveré a golpearlo— levante ambas manos.

—Ya me comienza a cansar su comportamiento— nos advirtió.

—En mi defensa, el me hartó desde los nueve años.

—A los ocho jugábamos al feliz matrimonio, ¿Lo recuerdas?— se giró a verme. Me provocó algo de risa ver de nuevo su nariz.

—Eres ridículo— declaré.

—¡Sus peleas son ridículas!— habíamos logrado que el entrenador gritara de nuevo. —¡Vayan ahí ahora!.

Giré los ojos y mire a Connor.

—Dices algo fuera de lugar y me largo, ¿Escuchaste?— le advertí señalándolo con mi dedo.

Connor se acostó en el suelo y yo puse mis pies a cada lado de su cabeza, el me tomó por los tobillos.

—Veinte repeticiones, el de abajo levanta las piernas y el de arriba las lanza y hace un sentadilla, ¿Entienden?.

Demonios. Es imposible que Connor no haga ningún comentario fuera de lugar.

—Uno...— conté y Connor levantó sus piernas, yo las empujé de nuevo al suelo y doble mis piernas para hacer una sentadilla. —Dos...— lo hice de nuevo. —Tres...— a la tercera vez, fue raro el hecho de que no había dicho nada. —Cuatro...Que raro, por primera vez en tu vida te mantienes callado.

—Oh, es que tengo linda vista para distraerme— levantó las piernas y las regrese está vez brutalmente al suelo. —¡Auch!.

—Te lo dije, me voy— y si...me fuí.

Caminé por el gimnasio y fuí a donde estaba la última novia de Connor (Antes de mí) y Dereck.

—Escucha, linda, Connor está sólo y...

—¡Yo voy con él!— ka chica que estaba sosteniendo los tobillos de Dereck, se levantó rápidamente y tiro de sus tobillos provocando que él callera el suelo de espaldas.

Solté una risa leve y me despedí de ella.

—¿Estas bien?— le pregunté a Dereck ofreciéndole mi mano para levantarse.

Mi peso no fue bastante y caí sobre él.
Comenzamos a reírnos por el accidente tanto que no notamos la cercanía.

—Eso no salió bien— dijimos al unísono y eso sólo nos hizo reír más.

Poco a poco, se volvió incomodo y nuestras risas se apagaron. Él miró mi rostro y yo el suyo por unos segundos en silencio hasta que...

—Mmm...¿Qué pasó? ¿Por qué decidiste venir a visitarme a mi metro cuadrado del gimnasio?— se levantó yo me acosté en el suelo para seguir con los ejercicios.

—Connor es un idiota.

—¿Y yo ya no lo soy?— me reí.

—Un poco, pero por lo menos no me mentiste.

—Jamás lo haría— me sonrió y por efecto involuntario, también yo.

—¡¡¡Siguiente ejercicio!!!.

Rayos, ni siquiera terminamos el primero.

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—¿De verdad fuiste tú la que rompió la nariz?— pregunto Dereck mientras se reía de mis historias.

Que Seas Mis OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora