Parte 16

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El final del caballero abogado fue contado por Cósimo al principio en una versión harto

distinta. Cuando el viento llevó a la orilla a la barca con él encogido en la verga y Óptimo

Máximo la siguió arrastrando la cabeza cortada, a la gente que había acudido a su

llamada le contó - desde el árbol al que se había rápidamente trasladado con la ayuda de

una cuerda - una historia bastante más simple: es decir, que el caballero había sido

raptado por los piratas y después le habían dado muerte. Quizá era una versión dictada

por el pensamiento de su padre, cuyo dolor sería tan grande con la noticia de la muerte

del hermanastro y la visión de aquellos lastimosos restos, que Cósimo no se atrevió a

apesadumbrarlo con la revelación de la felonía del caballero. Más aún, a continuación

intentó, al oír hablar del abatimiento en que el barón había caído, construir para nuestro

tío natural una gloria ficticia, inventando una lucha secreta y astuta para desbaratar a los

piratas, a la que hacía tiempo que se dedicaba y que, descubierto, lo había llevado al

suplicio. Pero era un relato contradictorio y lleno de lagunas, también porque había algo

más que Cósimo quería esconder, o sea el desembarco de lo hurtado por los piratas a la

gruta y la intervención de los carboneros. Y en efecto, si la cosa se hubiese llegado a

saber, toda la población de Ombrosa habría subido al bosque para quitarles las

mercancías a los bergamascos, tratándolos de ladrones.

Después de algunas semanas, cuando estuvo seguro de que los carboneros habían

dado salida a todo, contó el asalto a la gruta. Y quien quiso subir para recuperar algo se

quedó con las manos vacías.

Los carboneros lo habían dividido todo en partes equitativas, el bacalao curado hoja a

hoja, los salchichones, el queso, y con lo que sobró hicieron un gran banquete en el

bosque que duró todo el día.

Nuestro padre había envejecido mucho y el dolor por la pérdida de Enea Silvio tenía

extrañas consecuencias sobre su carácter. Así le entró la manía de que las obras del

hermano natural no se perdiesen. Y por lo mismo quiso cuidarse de la cría de las abejas,

y se entregó a ello con gran gravedad, aunque nunca hasta entonces había visto de cerca

una colmena. Se dirigía a Cósimo para que le aconsejara, pues éste algo había

aprendido; no es que le hiciese preguntas, pero conducía la conversación hacia la

apicultura y se quedaba escuchando lo que Cósimo decía, y luego lo repetía como una

orden a los campesinos, con tono irritado y suficiente, como si fueran cosas archisabidas.

A las colmenas trataba de no acercarse mucho, por aquel miedo suyo a que le picasen las

abejas, pero quería demostrar que lo sabía vencer, y quién sabe el esfuerzo que le

costaba. Del mismo modo daba órdenes de excavar unos canales, para acabar un

el barón rampanteWhere stories live. Discover now